21 de julio de 2007

Soporte técnico en la Edad Media

¿Su suegro, su compañero(a) de oficina o su vecino le llama a cada rato para que le ayude a usar la computadora? En la Edad Media también tuvieron ese problema cuando introdujeron la nueva y revolucionaria tecnología llamada "libro". Video divertido.

16 de julio de 2007

A este "Jesucristo Hombre" le falta estilo

Según un artículo en La Prensa Libre de hoy, el puertorriqueño José Luis de Jesús Miranda -quien se hace llamar "Jesucristo Hombre" y afirma ser Dios mismo- se ha comprometido a "prosperar" a nuestro país, "porque ha sido el único país de Centroamérica que no le ha negado la entrada".

Aun dejando de lado el problema gramatical (¿se puede "prosperar" a algo o alguien?), así como la cuestión jurídica (¿por qué habría de impedírsele el ingreso al país a alguien que, hasta donde sabemos, no ha incurrido en ninguna responsabilidad legal, por más que se pueda estar en desacuerdo con sus afirmaciones?), no puede uno menos que reflexionar acerca de las notables diferencias que distinguen a este Dios boricua del Dios... cómo decirlo... "clásico". O sea, el Dios de la Biblia.

Aceptemos por un momento, solo para efectos de discusión, que don José Luis es efectivamente quien dice ser y hagamos algunas comparaciones obligadas.

Para comenzar, el Dios bíblico no tomaba vuelos comerciales para ir de un lugar a otro. Si necesitaba transporte, hacía uso de dispositivos mucho más espectaculares, como por ejemplo el que se describe en Ezequiel 1. O simplemente se aparecía en donde fuera porque, después de todo, es omnipresente.

Segundo: en el relato bíblico, no había autoridad migratoria que pudiera -o se atreviera- a negarle el ingreso a Dios a ninguna parte. Si alguno hubiese osado semejante impertinencia, esa misma noche habría muerto su primogénito, o se habría convertido en estatua de sal, o hubiera llovido fuego y azufre sobre la respectiva oficina antes de que el funcionario en cuestión hubiera podido estampar un "Denegado" sobre el divino pasaporte. Por algún motivo, sin embargo, José Luis de Jesús Miranda prefiere no emplear tales mecanismos para lidiar contundentemente con los insolentes burócratas de los hermanos países centroamericanos.

Tercero: si el Dios de la antigüedad requería de un mensajero, enviaba a un ángel, con el correspondiente despliegue de efectos visuales y sonoros (truenos, trompetas, etc.), que infundían espanto en los corazones. Jesucristo Hombre, en cambio, envía a... la señorita Axel Poessy, "directora de prensa internacional". No me malinterpreten: no tengo nada en contra de la señorita Poessy, pero imaginemos que en vez del Arcángel Gabriel, en el relato de la Anunciación, a María la hubiese visitado más bien la señorita Axel Poessy, directora de prensa internacional, para decirle que Dios la va a "embestir (?!) de inmortalidad". No puedo asegurarlo, pero sospecho que, muchos siglos después, Bach no hubiera compuesto el "Magnificat".

Cuarto, según el reportaje, Miranda "se encuentra en un lugar secreto por temor, no al repudio de la población, sino al amor de sus seguidores", porque "quienes le siguen lo quieren tanto que lo pueden lastimar". Me recuerda la ocasión en que don Abel Pacheco casi sucumbe ante el "afecto" de sus seguidores. Pero, dejando ese lamentable episodio de lado, está claro que el Dios bíblico no tendría problema alguno de esta especie. Si alguien osara intentarlo, esa misma noche moriría su primogénito, o allí mismo quedaría convertido en estatua de sal, o llovería fuego y azufre sobre él o ella antes de que siquiera pudiese levantar la mano. En todo caso, todo esto es mera especulación. Después de todo, ¿quién podría lastimar a Dios? Si éste es omnisciente, debería saber de antemano quién y de qué modo podría lastimarlo, ¿no?

En fin, juzguen ustedes. A mi lo que me parece es que a este "Jesucristo Hombre" definitivamente le falta estilo.

14 de julio de 2007

Demasiados números que recordar

¿Incapaz de recordar ningún número telefónico sin revisar su celular? ¿No recuerda ni siquiera el teléfono de su casa sin revisar su celular? ¿No recuerda el número de su propio celular? No está solo(a). Breve pero interesante artículo en el Telegraph de ayer (en inglés).

20 de mayo de 2007

La psicología del miedo

Artículo publicado en la sección "Página Quince" del diario La Nación (ver publicación original).

Imagino que no tomo a nadie por sorpresa al decir que vivimos en un mundo lleno de peligros. Algunos son naturales (terremotos, epidemias, etc.) y otros son creados por personas (delincuentes, conductores irresponsables, contaminación, etc.). Unos son evitables, otros inevitables. Todos desafían nuestro sentimiento de seguridad.

En su interesantísimo artículo "The Psychology of Security", el experto en seguridad Bruce Schneier explica que la seguridad es una realidad y una sensación. Como realidad objetiva, la seguridad es matemáticamente mensurable: se puede estimar la probabilidad del acaecimiento de un riesgo y la efectividad de las posibles medidas de defensa. Pero como sentimiento, la seguridad es subjetiva y se basa en nuestra reacción psicológica frente al peligro y a los medios disponibles de protección. Ambas facetas son independientes: puedo estar objetivamente seguro aunque me sienta inseguro y viceversa.

Lograr seguridad –continúa Schneier– trae consigo un costo, que puede ser monetario, pero que también puede ser de tiempo, de comodidad o incluso de restricción de derechos y libertades. Por ello, no tiene sentido valorar una medida de defensa en base a su eficacia, sino en razón del costo asociado. Por ejemplo, una forma efectiva de evitar muchos peligros sería nunca salir de casa, pero eso tendría el costo, seguramente inaceptable, de vivir como ermitaño.

Tomamos medidas de seguridad a diario: cerrar la puerta con llave, no dejar a los niños descuidados, comprar con tarjeta para no portar efectivo, etc. La mayoría del tiempo, ni siquiera damos mayor pensamiento a esas acciones. Evaluamos el riesgo y el costo de oportunidad, decidimos y actuamos; todo intuitivamente. Pero con frecuencia tomamos decisiones de seguridad erradas: exageramos algunos riesgos y descuidamos otros, o bien sobreestimamos ciertas medidas y subestimamos otras. Así, nuestra seguridad real puede llegar a diferir de nuestra sensación de seguridad.

Varios factores contribuyen a este desfase. Schneier explica que podemos errar al valorar la probabilidad del riesgo, la magnitud de los costos, la eficacia de las defensas o bien cómo se comparan el riesgo y el costo asociado. Cuanto más difiera nuestra percepción de la realidad en cualquiera de esos factores, más divergirá nuestra percepción del costo que conlleva la medida de seguridad respecto de su costo real: si se sobreestima el riesgo, es probable que se tienda a gastar más de la cuenta en mitigarlo. Y si se sobreestima el costo de la protección, es más probable que no la tengamos cuando se necesite.

Factores como los anteriores ayudan a explicar, por ejemplo, que muchas personas teman más a viajar en avión que en automóvil, a pesar de que es estadísticamente irrefutable que lo segundo es mucho más peligroso. Estas valoraciones irracionales, opina Schneier, son fruto de nuestra psicología, desarrollada en el curso de la evolución a partir de situaciones en las que vivieron nuestros lejanos antepasados. De este modo, exageramos los riesgos infrecuentes pero espectaculares, mientras que prestamos poca atención a los comunes; vemos los riesgos que afectan a personas determinadas como mayores que los que ocurren de modo anónimo; subestimamos aquellos riesgos que tomamos a propósito (como manejar a alta velocidad) mientras que sobrevaloramos los que están fuera de control (como ir de pasajero cuando otro maneja a alta velocidad); y damos más relevancia a los riesgos de los que se comenta o informa públicamente (por ejemplo, en los noticieros).

Nuestra percepción del riesgo puede fallar cuando enfrentamos situaciones propias de la vida moderna, ya que nuestro sentido del peligro se desarrolló en nuestro pasado evolutivo, en condiciones muy distintas. La parte de nuestro cerebro que responde instintivamente al peligro (la amígdala) es mucho más primitiva que aquella que lo examina analíticamente (la corteza). El problema es que ambas trabajan en paralelo y la primera tiende a imponerse a la segunda: la evolución social y tecnológica ha dejado muy atrás a la evolución neurológica. Nuestro cerebro aplica reglas de valoración del riesgo que están mejor adaptadas a la vida en pequeños grupos familiares primitivos que a la vida en las urbes de hoy.

Lo positivo de estas investigaciones es que podemos aprovecharlas para buscar modos que equiparen mejor la percepción con la realidad de los riesgos de la vida, de forma que las personas respondan más racionalmente ante situaciones de incertidumbre. Pero el conocimiento de cómo reaccionamos ante el riesgo también puede ser usado para manipularnos. Políticos, vendedores y líderes religiosos –entre otros– suelen emplear el miedo como arma propagandística. Por ejemplo, ante fenómenos como la delincuencia o el terrorismo, es posible manipular a las personas para que se sientan más seguras, al tiempo que se evita tomar las medidas necesarias para que lo estén realmente. A esto Schneier lo llama "teatro de seguridad": adoptar medidas puramente cosméticas que buscan crear una falsa –y posiblemente peligrosa– sensación de seguridad (aunque admite que, bajo ciertas condiciones, eso puede ser válido por su efecto disuasivo, mientras se aplica medidas más eficaces).

Aunque no lo discute el autor, pienso que lo inverso también es posible y a ello se refieren otros como "FUD" (siglas en inglés que significan "temor, incertidumbre y duda"): la forma de manipulación que consiste en hacer que las personas se sientan inseguras, sin estarlo realmente, a fin de que acepten o toleren alguna condición.

Y esta es justamente la moraleja que me deja el artículo de comentario. En una sociedad democrática, el acceso a la información y el debate público de las ideas y de las políticas tienen una función educativa, que contrarresta eficazmente el recurso al miedo como arma de propaganda. Esto me parece especialmente necesario al discutir sobre temas como el TLC (sea a favor o en contra), la inseguridad ciudadana y otros. Parafraseando a Schneier: quizás comprendiendo la manera en que nuestro cerebro reacciona frente a la incertidumbre, así como las heurísticas y prejuicios que utilizamos para pensar acerca sobre el riesgo, podemos aprender a controlar nuestras tendencias naturales y a tomar mejores decisiones. Quizás podamos aprender a no ser engañados y a convencer a otros para que no lo sean tampoco.

16 de mayo de 2007

Edición electrónica gratuita de "La dimensión jurídica del software"

Por encontrarse agotada la versión impresa, pueden descargar desde aquí una versión electrónica gratuita de mi libro "La dimensión jurídica del software: naturaleza, tutela jurídica, contratos y responsabilidad" (archivo PDF de 852 kb).

Atención: corresponde a la 2da. edición impresa del 2004 y no hay sido actualizada desde entonces.

Descarga por medio de DropBox.

14 de marzo de 2007

Sabotaje informático

Artículo publicado en la sección "Página Quince" del diario La Nación (ver publicación original).

En febrero del 2000, se realizó en nuestro país un encuentro de ministros de Justicia del continente americano. Uno de los temas tratados en esa reunión fue el creciente fenómeno de la delincuencia informática. Como acuerdo concreto, se dispuso intensificar los esfuerzos por establecer un frente común de combate a la ciberdelincuencia, reconociendo su carácter cada vez más transnacional.

Como fruto del señalado encuentro, el Poder Ejecutivo envió a conocimiento de la Asamblea Legislativa un proyecto que se aprobó mediante Ley 8148 del 24 de octubre del 2001. El texto contemplaba la adición de cuatro preceptos al Código Penal, de los cuales en definitiva solo se adoptaron tres: los artículos 196 bis ("Violación de comunicaciones electrónicas"), 217 bis ("Fraude informático") y 229 bis ("Alteración de datos y sabotaje informático"). No obstante lo anterior –y a raíz de lo que a todas luces pareciera un inexplicable desliz legislativo– menos de un año después de aprobadas estas reformas, la Asamblea Legislativa, mediante ley número 8250, del 2 de mayo del 2002, promulgó otro conjunto de modificaciones al Código Penal, incluyendo un nuevo artículo, el 229 bis, que ahora tipifica la figura del "Abandono dañino de animales".

Derogación tácita. ¿Qué ocurrió entonces con el delito de sabotaje informático? Hay al menos dos posturas al respecto: una es que debemos entender que lo sucedido responde a un simple error material del legislador, por lo que cabría interpretar que el tipo del "Abandono dañino de animales" es ahora en realidad el numeral 229 ter del Código Penal. Otra tesis, que en lo personal me parece la más viable, es concluir que –equivocación o no– la ley 8250 derogó tácitamente el delito de sabotaje informático. La respuesta definitiva le corresponderá brindarla a los tribunales de justicia, pronunciamiento que, hasta donde conozco, no se ha dado aún.

La reparación del error legislativo de comentario abre la puerta a la discusión más general sobre la regulación de los delitos informáticos en nuestro país, a lo cual ya me he referido anteriormente (La Nación, 17/4/02). Describí en ese momento el panorama imperante como el de una auténtica "ensalada normativa" y, por desgracia, el calificativo hoy sigue siendo aplicable.

La Asamblea Legislativa tiene sobre el tapete varias iniciativas relacionadas. Por un lado, está el proyecto de Ley de Reformas al Código Penal (expediente número 11.871), que contempla varias regulaciones sobre esta clase de delitos. Está también el muy buen proyecto de Ley de Delito Informático (exp. 15.397), presentado en el 2003 por la entonces diputada María Elena Núñez Chávez. Y, recientemente, ha ingresado también a la corriente legislativa el expediente número 16.546, que entiendo que es iniciativa de la diputada Lorena Vásquez (a la fecha en que escribo no está disponible aun en el sitio web parlamentario).

Sanciones penales. No se puede dejar de lado tampoco el capítulo sobre sanciones penales en materia informática que contenía el proyecto original de lo que es hoy la Ley 8454 (de firma digital). Finalmente, está planteado el interés (explorado primero tímidamente por la anterior administración y retomado ahora por la diputada Ana Helena Chacón) de que nuestro país pueda adherirse al "Convenio europeo sobre ciberdelincuencia", que entró en vigencia en el 2004 y que está abierto a la suscripción de Estados no europeos. Esta propuesta habría sido vista con buenos ojos por la señora ministra de Justicia.

Así que, en definitiva, pareciera que de momento son las damas las únicas que están tratando de hacer algo por ponernos al día en materia de delitos informáticos. Ojalá que los caballeros legisladores se interesen pronto también, para ver si de ese modo no solo se logra "desfacer el entuerto" del 2002, sino también que se apruebe una legislación comprensiva y moderna sobre el tema.

NOTA: En La Nación del 25/3/2007 aparece un comentario del Lic. Alonso Salazar sobre este artículo.

6 de febrero de 2007

Voto electrónico e incertidumbre

Artículo publicado en la sección "Página Quince" del diario La Nación (ver publicación original).

Quienes amablemente han leído mis artículos previos sobre el voto electrónico, quizás hayan notado que mi entusiasmo al respecto ha decrecido apreciablemente. Y las recientes elecciones de medio período en EE. UU. han hecho poco por reanimarme.

La idea de usar medios tecnológicos para acelerar y depurar la recepción y conteo de votos en los procesos electorales es una aspiración de larga data, que nace del hecho innegable de que las computadoras son buenas para manejar números. Después de todo, se dirán, si confiamos habitualmente en ellas para gestionar transacciones bancarias multimillonarias, ¿por qué no habríamos de hacerlo también para contar votos?

El problema es que una y otra cosa no son lo mismo y la diferencia esencial se reduce a una sola palabra: auditabilidad. Los movimientos financieros, por su propia naturaleza, están llamados a ser auditados a posteriori, con el fin de comprobar su veracidad y legalidad. No son transacciones anónimas: una persona física o jurídica conocida transfiere fondos a otra u otras igualmente identificadas. Pero en una democracia, la pureza del sufragio va de la mano del secreto del voto, o sea, de la anonimidad del votante. Y, por eso, el tipo y número de controles posibles difiere sustancialmente.

Desenlace diferente. En las elecciones estadounidenses de noviembre, hubo un distrito electoral en Florida en el que el ganador triunfó por escasos 373 votos, de un total de 237.861 recibidos, pero en el que se descubrió que al menos 18.000 votos no fueron registrados por los sistemas electrónicos. La situación se tornó aún más difícil por el hecho de que esos sufragios provenían de lugares donde se sabía que el candidato perdedor tenía un fuerte apoyo, de modo que bien podrían haber determinado un desenlace diferente. El problema es que no hay manera alguna de realizar un recuento de papeletas, ya que todo se manejó electrónicamente. Es decir, no hay modo de auditar los resultados.

En otros estados, hubo reportes de electores que no habían podido votar debido a errores de programación de los sistemas; urnas electrónicas que invertían la asignación de votos (es decir, un voto para Juan era acreditado a María y viceversa); demoras en la apertura de mesas receptoras por fallos en las máquinas; personas confundidas al momento de votar debido a interfaces mal diseñadas y largas filas atribuidas a errores en los registros de sufragantes. En un caso especialmente insólito, un candidato a alcalde recibió cero votos: ni siquiera se registró el que emitió a favor de sí mismo.

Error y fraude. Todo conteo de votos (automatizado o no) puede verse afectado por errores aleatorios, provocados sin intención maliciosa. Generalmente son escasos y tienden a ser comparativamente inocuos, porque las probabilidades determinan que los que desfavorezcan a ciertos candidatos tienden a balancearse con otros, igualmente aleatorios, que los favorezcan. Pero también puede haber errores sistémicos, provocados deliberadamente antes, durante o después del momento de la votación. Estos tienen el potencial de inclinar un resultado y concretar un auténtico fraude electoral.

Para reducir los riesgos, algunas urnas electrónicas imprimen y luego cuentan papeletas de papel, que el propio votante puede verificar antes de depositarlas y que luego pueden servir para realizar recuentos de votos. Si bien son mucho mejores que los sistemas completamente electrónicos, no suprimen del todo la posibilidad de fraude (o de fallos técnicos) a lo largo de la cadena de pasos del proceso eleccionario, en la que no hay solo uno, sino múltiples posibles eslabones débiles.

Es mucho lo que está en juego. Una transacción financiera errónea puede conducir a alguien a la cárcel, pero un resultado electoral cuestionado puede conducir a una guerra civil. La prudencia debe imperar y, de momento al menos, la reciente experiencia en Estados Unidos aconseja avanzar despacio y con buena letra en este tema.

8 de enero de 2007

Feliz año, don Leonardo

Artículo publicado en la sección "Página Quince" del diario La Nación (ver publicación original).

En enero del 2003, ofrecí en este mismo espacio algunas reflexiones sobre el tema de la educación. Releyendo esas líneas cuatro años más tarde, no deja de producirme cierta tristeza constatar cuánta verdad hay en aquel dicho de que cuanto más cambian las cosas, más siguen igual.

Por eso no está demás comenzar de nuevo con el mismo pensamiento del psicólogo B. F. Skinner, quien decía que educación es aquello que queda una vez que lo aprendido se ha olvidado. Y tampoco sale sobrando reiterar la idea central de ese artículo anterior, válida hoy tanto como entonces: la de que, en mi opinión, las tareas fundamentales de la educación se resumen en enseñar a aprender y enseñar a convivir.

Ansia innata. Enseñar a aprender es fundamental porque no hay ninguna cantidad posible de clases (200 días lectivos o no) que alcancen para mostrar a un niño todo lo maravilloso que hay por aprender. Implica incentivar, en vez de mutilar, la curiosidad natural y el ansia por aprender con los que todos nacemos y que tantos de los mal llamados "métodos educativos" de hoy se encargan de sofocar rápidamente.

Enseñar a aprender significa también dotar a los pequeños, tan pronto como sea posible, de las herramientas del pensamiento crítico, que les permita analizar y cuestionar razonadamente –obviamente que según su etapa de madurez– las ideas, influencias y presiones a las que se verán expuestos a lo largo de sus vidas, ayudándolos a protegerse de los fraudes y ardides, de toda índole y de todo signo, de los que tantos adultos son o han sido víctimas. El pensamiento crítico es una vacuna contra la credulidad; una póliza contra el engaño. Es algo así como karate mental.

Enseñar a aprender implica enseñar a los niños a comprender e interiorizar el método científico, como instrumento igualmente invaluable para la adquisición de nuevos conocimientos y para la comprensión de la realidad que nos rodea.

Ética y moral. Por su parte, enseñar a convivir no es menos crucial. Tiene que ver con la necesidad de inculcar en los menores los parámetros éticos y morales que contribuyan a cimentar los pilares del humanismo moderno: la valentía con la que se debe enfrentar la vida y se hace posible prevalecer frente a la adversidad; el sentido de la responsabilidad, por la que debemos admitir y asumir las consecuencias de nuestras acciones u omisiones; el respeto y la tolerancia, que nos sensibilizan a la diversidad y nos permiten convivir pacíficamente; y la solidaridad, que nos exige permanecer atentos y actuar en consecuencia frente a las carencias y necesidades de los demás.

Enseñar a convivir conlleva también inculcar valores cívicos auténticos, forjados a partir de un examen objetivo y honesto de nuestro pasado y de las instituciones contemporáneas, con el propósito de ayudar a los estudiantes a apreciar que el respeto de la legalidad es necesario para generar una convivencia ordenada que nos permita a todos crecer tanto individual como colectivamente. La legalidad, desde esta óptica, puede y debe llegar a ser valorada más por las posibilidades que ofrece, que por las restricciones que impone. Un civismo así entendido genera verdadero patriotismo, que no es lo mismo que "patrioterismo", el cual, parafraseando a George Bernard Shaw, no es más que la extraña creencia de que el país de uno es mejor que todos los demás solo porque, de casualidad, uno nació en él.

Educación –digámoslo una vez más– es lo que queda después de que todo lo no indispensable, todo lo simplemente memorizado, se ha olvidado. La posibilidad de "pensar fuera de la caja", de reorientar la educación, de forjar mejores ciudadanos del país y del mundo, está ahora mismo en nuestras manos. Si no ahora, entonces ¿cuándo?

1 de enero de 2007

Participando en el gobierno de la red

Este artículo fue publicado en la revista electrónica del proyecto Democracia Digital (ver publicación original).

La ICANN [1] es lo más parecido que posee la Internet a un gobierno, solo que éste no es el gobierno de un país, sino el de una red de alcance mundial.

Creada en 1998, la ICANN asumió funciones que hasta entonces realizaban dependencias del gobierno de Estados Unidos. Actualmente, es responsable de asignar los bloques de direcciones IP, establecer identificadores de protocolo, gestionar el sistema de nombres de dominio de primer nivel genéricos y de códigos de país, así como de la administración del sistema de servidores raíz de la Internet.

Como asociación privada-pública que es, la ICANN está dedicada a preservar la estabilidad operacional de la Internet, promover la competencia y desarrollar las normativas adecuadas a su misión por medio de procesos "de abajo hacia arriba" basados en el consenso. Una parte importante de su mandato es lograr una amplia representación de la comunidad global de usuarios de Internet.

Para lograr ese último objetivo, en el seno de la organización existe una división conocida como el ALAC [2], cuya tarea básica es la de buscar canales por medio de los cuales los usuarios de la red alrededor del mundo puedan hacer llegar a la ICANN sus puntos de vista acerca de las políticas que a ésta toca desarrollar.

La estrategia del ALAC hasta ahora ha sido la de estimular la formación de organizaciones de base [3] en las cinco grandes regiones en las que se ha dividido el mundo para ese propósito. Costa Rica forma parte de la región de América Latina y el Caribe.

La meta del ALAC es lograr que dichas organizaciones de base se unan luego en grandes "RALO", acrónimo que significa "Organización Regional de Amplia Participación", por sus siglas en inglés.

A finales del año pasado, tuve el privilegio de representar a la Asociación Costarricense de Derecho Informático [4] -la única organización de base existente hasta ahora en el área centroamericana- en dos encuentros de la ICANN, realizados en Buenos Aires y Sao Paulo. En ésta última ciudad, las organizaciones de Latinoamérica y el Caribe constituimos la primera RALO del mundo, diseñada para representar a los usuarios de Internet de nuestro subcontinente ante el gobierno de la Internet [5]. ¡Un poco en serio y un poco en broma, los delegados participantes comentábamos que ésta debe ser la única vez en que los latinos llegamos de primeros a algo en el mundo!

A partir de ese momento, pues, queda a disposición de las y los usuarios finales de la red este canal participativo, con el fin de habilitar un foro de información y discusión relativo a los grandes temas de progreso de la red mundial.

Quienes tengan interés en conocer más y aprovechar este nuevo mecanismo, pueden visitar la página www.lacralo.org [6]. Es especialmente importante trabajar en la acreditación de nuevas organizaciones de base de la región, por lo que desde aquí lanzamos la invitación correspondiente a las agrupaciones representativas de los países hermanos.

Notas

  1. Internet Corporation for Assigned Names and Numbers.
  2. At-Large Advisory Committee.
  3. Denominadas "ALS" o "At-Large Structures".
  4. www.acdi.or.cr
  5. Los documentos constitutivos pueden ser vistos en hess-cr.blogspot.com/2006/12/constitucin-de-la-lacralo-de-icann.html
  6. A esta fecha, la página no ha sido actualizada con los resultados de las sesiones de Buenos Aires y Sao Paulo, pero sí contiene la información básica relativa al concepto y proceso de acreditación de ALS.

Trivia: en la foto que aparece arriba, yo soy el de atrás a la izquierda, de barba y traje. Adelante, sentado también a la izquierda, está Vinton Cerf, Presidente de ICANN y uno de los padres de la Internet. Fue un honor conocerlo personalmente.

21 de diciembre de 2006

La carrera de las ratas

Palabras leídas por mi esposa durante el acto de graduación de la generación 2006. Escrito en agradecimiento a la Dirección y a todo el personal del Centro de Innovación Educativa (*)

Hace algunos días, me comentaba un hermano mío que para lograr el ingreso de su hijo de 4 años a la educación preescolar, éste debió pasar por un proceso de pruebas de admisión que más bien hacían parecer que estuviera pidiendo ingreso a la Universidad de Harvard.

Y es que hoy en día, aparentemente ni los niños tienen ya derecho a ser sencillamente eso: niños. Cuanto más pronto se les pueda arrojar al torbellino de la competencia despiadada ("la carrera de las ratas", como tan gráficamente lo llaman en otros países), mejor. Ni siquiera el hecho de tener apenas 4 años exoneran a nadie de comenzar a cargar el peso del estrés sobre sus hombros. Desgraciadamente, muchos que no son más que bebés probarán a esa tierna edad el amargo sabor del rechazo por primera vez.

Hoy, entonces, abundan los centros educativos que tienen por norma someter a los pequeños que apenas entran al proceso educativo a una zaranda que les permita separar el trigo de la paja, escogiendo solo a aquellos que logren satisfacer sus particulares criterios de admisibilidad y evitando así que los que son "químicamente impuros" puedan corromper sus estándares de excelencia. Serán muchos los llamados y pocos los escogidos. A no dudarlo, éstos últimos estarán encaminados -de modo casi garantizado- a un futuro académico brillante. El centro educativo en cuestión luego podrá "rajar" de sus elevados niveles de promoción y de cómo sus graduandos (muchos de ellos robotizados hasta la perfección) logran los primeros promedios de entrada a la universidad y las mejores becas al extranjero.

Pero, la verdad, a mi me parece que esos centros en realidad la llevan fácil, porque ya desde el principio, como decimos popularmente, "van montados". Así hasta yo.

Por otro lado, están los centros educativos de verdad. A éstos, muchos niños y jóvenes llegan luego de sufrir el rechazo o la incomprensión de escuelas y colegios que no los consideraron suficientemente meritorios. Muchos de ellos eran tan solo diamantes sin pulir, que por alguna razón nunca lograron hacer migas con el sistema de línea de ensamblaje que impera en otros sitios.

En los centros educativos a los que me refiero, esos niños y jóvenes tienen oportunidad. Allí se les recibe y apoya, reconociendo y respetando su dignidad intrínseca de personas, aunque a veces ésta parezca estar oculta bajo un pelo largo o un temperamento brusco. Y, así, muchos de ellos logran sortear los escollos y llegar finalmente a buen puerto, culminando -tras años de esfuerzo, matizados por no pocos momentos de frustración- su educación primaria o secundaria.

Lo que hizo la diferencia para esas personas fue que hubo quien les tendiera la mano. Hubo quien supo reconocer en ellas el diamante escondido.

No siempre se logra la victoria, pero cada una que se alcanza tiene que hacer que valga la pena. Quienes hacen esto posible -a veces contra todas las probabilidades- son los que realmente merecen ser llamados educadores.

* = El Centro de Innovación Educativa es un colegio de secundaria, localizado 200 metros al norte de la agencia del Banco de Costa Rica en Moravia, San José, Costa Rica. Teléfonos 2240-4059 y 2236-3167.