tag:blogger.com,1999:blog-48769957584742582022024-03-13T20:08:43.552-06:00Hess-crIntentando dejar huella | San José, Costa RicaChristian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.comBlogger646125tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-47720830364166266162021-02-17T15:32:00.001-06:002021-02-17T15:32:34.509-06:002021: Es tiempo de pensar en Bitcoin<h3 style="text-align: right;"> Este artículo apareció hoy en el boletín electrónico La Revista (<a href="https://www.larevista.cr/christian-hess-araya-2021-es-tiempo-de-pensar-en-bitcoin/" target="_blank">ver publicación</a>)</h3><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://thumbs.dreamstime.com/b/background-cryptocurrency-bitcoin-dollar-bill-candlestick-chart-graph-mobile-phone-stock-market-concept-golden-142334515.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="534" data-original-width="800" height="133" src="https://thumbs.dreamstime.com/b/background-cryptocurrency-bitcoin-dollar-bill-candlestick-chart-graph-mobile-phone-stock-market-concept-golden-142334515.jpg" width="200" /></a></div><p style="text-align: left;"></p><div style="text-align: justify;">Imagino que no sorprendo a nadie cuando digo que este año encuentra a nuestro país en una muy delicada situación fiscal. Esto, desde luego, no es nada nuevo. Aún así, es frustrante ver cómo las potenciales vías de solución de la crisis están siendo planteadas, de nuevo, desde la misma herrumbrada ortodoxia económica: más endeudamiento, más impuestos, más recortes. Y más castigo a los ciudadanos. Las mismas viejas respuestas; las mismas viejas soluciones.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Mientras tanto, el mundo a nuestro alrededor continúa evolucionando aceleradamente y nuevas alternativas van surgiendo para afrontar las penurias económicas que ya venían acumulándose y que se han visto acentuadas por la pandemia. Diversas personas y organizaciones están viendo más allá de los límites mentales impuestos por el pensamiento tradicional y están tomando acciones novedosas para tomar al toro por los cuernos e implementar respuestas efectivas a los desafíos extraordinarios que el mundo tiene ante sí.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En julio del año pasado, la “Office of the Comptroller of the Currency” (OCC) de Estados Unidos –que viene siendo a ese país lo mismo que la Superintendencia General de Entidades Financieras (SUGEF) es al nuestro– sorprendió a tirios y troyanos al <a href="http://www.occ.gov/news-issuances/news-releases/2020/nr-occ-2020-98.html" target="_blank">autorizar a los bancos regulados a nivel federal para ofrecer servicios de custodia de criptoactivos a sus clientes</a>. En setiembre, agregó que <a href="http://www.occ.gov/topics/charters-and-licensing/interpretations-and-actions/2020/int1172.pdf" target="_blank">dichas entidades también podían integrar sus servicios</a> con los de los emisores de las llamadas “criptomonedas estables”, que son aquellas cuyo valor de referencia está fijado en relación con alguna moneda tradicional, tal como el dólar estadounidense.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Más recientemente, la OCC emitió una directriz aún más relevante, que <a href="http://www.occ.gov/news-issuances/news-releases/2021/nr-occ-2021-2.html" target="_blank">otorga a los bancos la opción de utilizar las plataformas públicas de cadenas de bloques</a> (más conocidas en el argot técnico como <i>blockchains</i>), así como las mencionadas criptomonedas estables, como parte de su infraestructura de pagos y transferencias interbancarias, en adición a los mecanismos de SWIFT y ACH.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esto es de una trascendencia enorme. Como lo sabe cualquiera que haya realizado alguna vez una transferencia SWIFT, ésta es una plataforma lenta y onerosa, que además solo está disponible en días y horas laborales. Ello representa un auténtico cuello de botella e incrementa sustancialmente los costos (en tiempo y en dinero), en momentos en que la agilidad financiera resulta vital para personas y empresas, que ya están enfrentando las duras consecuencias de la desaceleración económica exacerbada por la pandemia. Por el contrario, la tecnología de <i>blockchain</i> ofrece una vía rápida, efectiva, barata y disponible 24/7/365 para el envío y recepción de dinero. Al respecto, <a href="http://www.theblockcrypto.com/linked/94771/fitch-ratings-crypto-benefits" target="_blank">la calificadora internacional Fitch Ratings acaba de emitir un informe favorable a esta tendencia</a>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El ejemplo anterior es tan solo una muestra de un vertiginoso proceso de adopción y aceptación de la tecnología de criptomonedas, frente al caos que se cierne sobre los sistemas financieros y bancarios tradicionales. En efecto, para paliar los efectos de la crisis, los bancos centrales del mundo –y, de forma preeminente entre ellos, la Reserva Federal de Estados Unidos—han debido echar mano a herramientas tales como la reducción de tasas de interés (llegando incluso a terreno negativo en Europa), el crecimiento desorbitado de la deuda interna y externa, así como a las emisiones inorgánicas de dinero; acciones que, en su conjunto, están provocando una acelerada devaluación de sus monedas y un creciente desinterés por ciertas clases de activos financieros (como los bonos y los certificados de depósito), a la vez que atraen el espectro de la inflación.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">-o-</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En tiempos de incertidumbre económica e inestabilidad política, los ahorrantes, inversionistas y entidades en general tienden a buscar refugio para sus capitales en activos que ofrezcan estabilidad y solidez. Hoy por hoy, opciones tales como las divisas extranjeras (en particular, el euro), no ofrecen una respuesta satisfactoria, pues se encuentran inmersas en el mismo predicamento en que se encuentra el dólar estadounidense.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Otra alternativa ha sido la de acudir a los metales preciosos, especialmente el oro, como activos capaces de almacenar y preservar la riqueza de manera efectiva. Sin embargo, estas alternativas también tienen sus propios problemas. Por ejemplo, el oro no genera dividendos (es tan solo “una mascota de piedra”, en las famosas palabras de Warren Buffet); es difícil y costoso de movilizar y almacenar, además de estar expuesto a la posibilidad de confiscación, tal y como ocurrió en EE. UU. en tiempos de Roosevelt y la Gran Depresión del siglo pasado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y es precisamente aquí donde entran en juego las criptomonedas y especialmente Bitcoin (el “oro 2.0”, como algunos lo llaman), tema en el que, por desgracia, en Costa Rica aún imperan la ignorancia y la suspicacia en los medios informativos tradicionales y el público en general.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Bitcoin (BTC), la primera criptomoneda, <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Bitcoin" target="_blank">vino al mundo en el año 2008</a>. En sus inicios, ciertamente fue vislumbrado como terreno fértil para <i>hackers</i> y otros personajes de dudosa reputación, quienes comenzaron a utilizarlo para realizar transacciones en la llamada “red oscura”. De esta realidad echan mano con frecuencia sus detractores, quienes parecen olvidar que el dinero y los bancos tradicionales eran y siguen siendo la vía predilecta de delincuentes y gobiernos corruptos para financiar sus operaciones y lavar sus fondos mal habidos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A pesar de lo anterior, la verdadera naturaleza y capacidades de BTC se han ido revelando paulatinamente a un número cada vez mayor de participantes legítimos del mundo financiero, alrededor de todo el mundo. De hecho, la empresa ChainAnalysis ha estimado recientemente que, en la actualidad, <a href="http://go.chainalysis.com/2021-Crypto-Crime-Report.html" target="_blank">apenas el 0,34% de todas las operaciones en criptomonedas poseen naturaleza criminal</a>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El este sentido y en el marco de las duras realidades que todos debimos enfrentar, el año pasado representó un verdadero punto de inflexión.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En efecto, el 2020 fue y será siempre recordado como el año en que Bitcoin y las demás criptomonedas salieron de la oscuridad y entraron con fuerza demoledora en el radar de los inversionistas individuales e institucionales del mundo, a pesar de que, desgraciadamente, en nuestro país se mantengan todavía mayoritariamente en las sombras.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Durante esos doce meses, BTC mostró un increíble rendimiento superior a 224%, dejando en el polvo a todos los demás activos financieros –incluyendo al oro y los índices bursátiles como el Dow Jones y el S&P500—para insertarse en el “Top 20” de los más valiosos del mundo, <a href="http://www.financialexpress.com/market/bitcoin-now-worlds-largest-financial-service-market-cap-crosses-500-billion/2158282/#:~:text=Bitcoin%20is%20now%20valued%20at,of%20Visa%2C%20according%20to%20Companiesmarketcap." target="_blank">con una capitalización de mercado superior a las de compañías tales como Coca Cola, Visa y Walmart</a>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Uno tras otro, legendarios veteranos de Wall Street salieron el año pasado a expresar su adhesión a Bitcoin: nombres como los de Paul Tudor Jones, Stanley Druckenmiller, Bill Miller, Larry Fink y Rick Rieder; algunos de ellos incluso sugiriendo que BTC puede convertirse pronto en una inversión mejor que el oro.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero nada supera la magnitud de la entrada en el mercado de grandes inversionistas institucionales.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Michael Saylor, CEO de MicroStrategy, fue el primero en introducir la idea de que las corporaciones deberían trasladar sus reservas de efectivo a BTC, con el fin de enfrentar la desvalorización del dólar y proteger su capital, procediendo acto seguido a adquirir nada menos que mil millones de dólares de BTC para demostrar la seriedad de su propuesta. Saylor unió así su voz a un creciente grupo de expertos en el tema para argumentar que, dentro de muy poco tiempo, la pregunta que harán los accionistas a los directivos de sus compañías no será si deberían invertir o no en Bitcoin, sino porqué no lo han hecho aún.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Poco después, PayPal, el gigante de los pagos en línea, anunció que sus millones de usuarios podrían comprar y vender criptoactivos por medio de su plataforma. Y, para cerrar el año con broche de oro, MassMutual, la mega entidad aseguradora estadounidense con 169 años de trayectoria, reconocidamente reacia al riesgo, anunció la compra de cien millones de dólares en BTC. Casi de inmediato, el alcalde de la ciudad estadounidense de Miami, Francis Suárez, propuso que ese gobierno local convierta una parte de sus reservas a Bitcoin, como forma de proteger el dinero de los contribuyentes frente a la devaluación de la moneda nacional. Añadió que pretende convertir a su ciudad en el nuevo epicentro de los servicios criptofinancieros.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este año ha estado lejos de perder intensidad en lo que a noticias alentadoras se refiere. Enormes conglomerados financieros como Goldman Sachs, Fidelity, BBVA y JPMorgan han expresado públicamente su interés en esta alternativa. Visa, MasterCard y MoneyGram han anunciado la introducción de servicios en criptomonedas para sus clientes. Y tan solo hace pocos días, dos noticias bomba: por una parte, Elon Musk –actualmente la persona más adinerada del planeta– reveló que su empresa <a href="http://finance.yahoo.com/news/how-crypto-adoption-by-companies-like-visa-pay-pal-and-tesla-is-creating-a-network-effect-214639389.html" target="_blank">Tesla, el gigante de los vehículos eléctricos, había trasladado $1.5 billones de sus reservas de liquidez a BTC</a>. Por otra, <a href="http://www.wsj.com/articles/bitcoin-to-come-to-america-s-oldest-bank-bny-mellon-11613044810" target="_blank">BNY Mellon</a>, el banco más antiguo de EE. UU., anunció que introducirá servicios de BTC y otras criptomonedas en la gestión de las carteras de sus clientes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todas las especulaciones no son ahora si alguna otra compañía del índice S&P500 seguirá pronto el ejemplo de Tesla, sino cuál. Los rumores ponen la mira en Apple, pero habrá que aguardar para saberlo con certeza.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">-o-</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Cuáles son, exactamente, los atractivos de Bitcoin? Muchos, a no dudarlo. Para lo que aquí interesa, mencionaré solo dos: <b>descentralización</b> y <b>escasez</b>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Desde su incepción por medio del hoy famoso <i>whitepaper</i> del misterioso Satoshi Nakamoto, Bitcoin fue concebido como una plataforma de intercambio descentralizada. Eso significa que no existe ninguna autoridad singular que regule o ejerza control sobre él, como lo hace el banco central de un país respecto de su moneda nacional. Esto torna a BTC en inmune a agendas políticas, así como a posibles acciones confiscatorias por parte de un gobierno u organismo internacional en particular, que tampoco pueden emplearlo como un arma o instrumento de opresión de sus propios ciudadanos o de otros países.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero, quizás más interesante aún, es la característica de escasez. Como se sabe, en un mercado libre, el precio de los bienes y servicios está regido por la oferta y la demanda. Esto incluye a las propias monedas y por eso existen y fluctúan los diversos tipos de cambio. Pero, cuando el dinero es regulado por una autoridad central, ésta puede ejercer control sobre la oferta monetaria como instrumento de política fiscal. Específicamente, puede aumentar o disminuir el circulante para controlar el comportamiento de los precios, acelerar o desacelerar el crecimiento económico o para otros propósitos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero dichos aumentos o disminuciones de circulante inciden sobre el valor de la moneda, devaluándola o apreciándola, según sea el caso. Y si se da un aumento desmedido, especialmente por medio de emisiones inorgánicas –como lo están haciendo los gobiernos y bancos centrales para tratar de atenuar los efectos de la crisis—entonces la moneda pierde su precio y poder adquisitivo de forma marcada, creando una amenaza inflacionaria y deteriorando los ahorros de las personas y las reservas de capital de las empresas. Precisamente esto último es lo que induce la transferencia de liquidez hacia activos más seguros, cuya escasez intrínseca impide manipular el suministro de la forma en que se puede manipular el de la moneda.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Como veíamos anteriormente, fenómenos como los descritos son los que tradicionalmente provocarían una migración de capitales hacia el oro, una materia prima comparativamente escasa y altamente apreciada desde la antigüedad. Pero el oro presenta los inconvenientes que ya comentamos, con el agravante adicional de que el potencial descubrimiento futuro de nuevos grandes yacimientos podría hacer declinar drásticamente su precio.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En contraste, BTC es perfectamente escaso (o, más exactamente, finito). El algoritmo de software que gobierna el suministro de esta criptomoneda –y que nadie, valga reiterar, tiene el poder individual de modificar, debido a su carácter descentralizado— garantiza que nunca habrá más de exactamente veintiún millones de BTC y, por otra parte, que la emisión de ese total se dé dentro a un ritmo y de un plazo preestablecidos, el cual se extenderá hasta el año 2140.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En consecuencia, no es posible manipular la oferta de Bitcoin con el propósito de manipular su precio; éste no lo determina más que la oferta y la demanda. Y la oferta depende estrictamente de la velocidad con que se emita las nuevas monedas (proceso al que se conoce como “minado”), así como de la disposición de vender que tengan los tenedores de las monedas ya en circulación. Y puesto que los análisis de la <i>blockchain</i> revelan que éstos últimos tienden cada vez más a guardar sus BTC en vez de venderlos, está claro que el desbalance entre la oferta y la creciente demanda probablemente tenderá a empujar su precio cada vez más hacia arriba.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">-o-</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los escépticos suelen apuntar a la volatilidad de precios que ha presentado BTC en el pasado, en un intento de exhibirlo como excesivamente riesgoso e incapaz de servir como medio de pago efectivo. Sin embargo, dichos comentarios omiten señalar que esto es lo previsible, tratándose de un activo tan joven y con una capitalización de mercado aún comparativamente pequeña ($906 billones, a la fecha en que escribo), en relación con otros como el oro o el petróleo; circunstancia que de momento todavía permite a algunos actores (el mencionado caso de Tesla es el más reciente) provocar altibajos por medio de grandes compras o ventas. Tampoco mencionan que, en todo caso, ni siquiera la Bolsa de Valores de Nueva York está exenta de experimentar violentas oscilaciones, <a href="http://www.cnbc.com/2021/01/28/gamestop-head-spinning-volatility-may-be-only-the-beginning.html" target="_blank">como sucedió hace escasos días en el caso de la compañía GameStop</a>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pese a esta circunstancia, el análisis técnico revela que las fluctuaciones en el precio de Bitcoin muestran un patrón característico, tendiendo hacia crestas cada vez más altas y valles cada vez menos bajos. De nuevo, esto es también lo que uno esperaría, a medida que los especuladores del pasado tienden a ser reemplazados por inversionistas de largo plazo, tanto individuales como institucionales. A medida que aumente el suministro e ingrese un número creciente de participantes en el mercado, es de esperar que la volatilidad se vaya estabilizando.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con respecto al tema de si servirá o no como medio de pago, el mercado tiende a mostrar señas afirmativas, a medida que más y más comercios anuncian su disposición a admitirlo en transacciones. No obstante, pareciera que BTC más bien está adquiriendo poco a poco una naturaleza particular: la de servir como “oro 2.0”, es decir como reserva de valor; mientras que son otras criptoalternativas (especialmente las basadas en la plataforma Ethereum y que vienen impulsando el crecimiento de la industria conocida como “DeFi” y a la que no me referiré más ahora) las que se vislumbran como los medios de pago del futuro.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;">-o-</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Y qué relevancia podría tener todo lo arriba expuesto para Costa Rica? En síntesis, pienso que los criptoactivos –y particularmente Bitcoin– representan una alternativa que los ciudadanos, las empresas y las entidades públicas, deberían tener en mente, ya sea como parte de su estrategia de inversión o bien como un recurso adicional importante para un manejo más efectivo de la política fiscal.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Las autoridades nacionales, al igual que las de muchos otros países, han venido haciendo la vista gorda hasta ahora en esta materia o, si acaso, han mostrado desinterés. <a href="http://www.bccr.fi.cr/investigaciones-economicas/DocNotasTecnicas/2019-NT-01.pdf" target="_blank">El Banco Central de Costa Rica ha reiterado su criterio</a> de que las criptomonedas no poseen la misma naturaleza jurídica del numerario, pero no son ilegales en nuestro medio, advirtiendo que se trata de activos no regulados y carentes de respaldo estatal. Curiosamente, es posible afirmar exactamente lo mismo con respecto al oro, sin que eso haya impedido a nadie comercializarlo durante milenios.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por su parte, no conozco ningún pronunciamiento formal del Ministerio de Hacienda o de la Procuraduría General de la República en lo relativo al tratamiento tributario y legal de esta clase de activos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Como resultado de todo lo anterior, me parece que habría que remitirnos a los dos grandes principios jurídicos conocidos como “de autonomía de la voluntad” y “de legalidad”, para estimar que el comercio de criptoactivos está permitido para los sujetos privados (salvo aquellos regulados por normas que expresamente lo prohíban) y no todavía para los públicos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Y por qué es esto importante? Pensemos en la oportunidad que presentaría poder invertir en criptoactivos (en adición a los activos tradicionales), así como ofrecer servicios de esta naturaleza, para los bancos, las operadoras de pensiones o las empresas aseguradoras, por ejemplo. En efecto, los fondos de pensiones, por ejemplo, actualmente enfrentan grandes incertidumbres en lo referente a su capacidad de enfrentar los desembolsos que deban cubrir a futuro, como consecuencia del pobre desempeño en que la crisis ha sumido los productos en que tradicionalmente han venido colocando sus recursos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Y qué impacto podría representar para las arcas públicas contar con reservas de <a href="http://www.bloomberg.com/news/articles/2019-12-31/bitcoin-s-9-000-000-rise-this-decade-leaves-the-skeptics-aghast" target="_blank">un activo que, según Bloomberg, tuvo un desempeño positivo de 9.000.000% en la última década</a>? No tengo a mano los números respectivos, pero sospecho que no sería desfavorable.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Soy consciente de que la perspectiva de hacer cosas como las indicadas ha recibido hasta ahora una reacción mayoritariamente negativa en nuestro medio. Creo, sin embargo, que esto es consecuencia de un análisis desfasado, de frente a acontecimientos e innovaciones como las descritas líneas arriba.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Considero, en conclusión, que Costa Rica debería aprovechar características tales como la estabilidad y madurez de nuestro sistema bancario y jurídico; la disposición tecnológica favorable (particularmente relativo a la creciente digitalización de servicios financieros) y otras para asumir un liderazgo regional en esta temática. Se impone un cuidadoso análisis que, en vez de ponernos a nadar contracorriente, oponiéndonos a lo que se vislumbra desde ahora como el futuro post pandémico, nos permita más bien innovar y dotar a los ciudadanos y a las instituciones de opciones modernas para afrontar los desafíos económicos de hoy y mañana.</div><p></p><div><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-92211276808047941102020-12-29T09:26:00.000-06:002020-12-29T09:26:01.135-06:00Decidir es apostar<h4 style="text-align: right;"> <i style="font-weight: normal;">Este artículo fue publicado en la edición del 27 de este mes del boletín La Revista (<a href="https://www.larevista.cr/christian-hess-araya-decidir-es-apostar/" target="_blank">ver publicación</a>)</i></h4><p>Los seres humanos pasamos una desmedida cantidad de tiempo tomando decisiones. Algunos estudios sostienen que, cada día, adoptamos un promedio de treinta y cinco mil decisiones de toda índole, en materias que van desde lo trivial (¿qué ropa voy a ponerme hoy?), hasta otras que pueden tener relevancia nacional o mundial (¿deberíamos suscribir ese tratado internacional o no?).</p><p>La llamada “fatiga de decisión” es real. Nuestras energías solo alcanzan para tomar un determinado número de acuerdos cada día antes de agotarse. Por eso, para no cometer graves errores, se recomienda nunca definir cosas importantes cuando estamos tensos o cansados.</p><p>En teoría, cada vez que debemos hacerlo, sopesamos los pros y contras de las distintas opciones y finalmente llegamos a alguna clase de decisión racional que, en principio, debería ser la óptima para cada circunstancia. Pero no siempre es así, nos advierte la consultora empresarial Annie Duke en su libro de 2018, <i>“<a href="https://www.amazon.com/gp/product/0735216371/ref=as_li_tl?ie=UTF8&camp=1789&creative=9325&creativeASIN=0735216371&linkCode=as2&tag=chessacr-20&linkId=76e2c390467caa93ac753c359bf7236d" rel="nofollow" target="_blank">Pensando en apuestas: Tomando decisiones inteligentes cuando no disponemos de todos los hechos</a>”</i> (el título de esta obra adquiere mayor sentido cuando leemos que Duke es, además, campeona e instructora profesional de póquer).</p><p>La idea es que, en la sociedad moderna, pretender tomar decisiones completamente informadas es una aspiración irreal, porque, salvo en limitadas circunstancias, es simplemente imposible contar con la información y el tiempo necesarios para barajar todos los elementos de juicio involucrados en cada caso y llegar siempre a la mejor elección posible.</p><p>De esta suerte –explica Duke– lo que más frecuentemente hacemos a la hora de decidir es algo más bien parecido a hacer una apuesta en un juego de póquer: partiendo de los datos que tenemos a mano y dentro de las limitaciones de tiempo existentes al momento para optar por uno u otro curso de acción, hacemos un rápido juicio de probabilidad, tomamos la decisión y luego cruzamos los dedos esperando haber acertado.</p><p>Pero ocurre que, una vez hecha la escogencia, puede ser que el desenlace se vea afectado por factores externos que están completamente fuera de nuestro control y que, en algunos casos, resultan incluso absolutamente impredecibles. De este modo, lo cierto es que, a veces, ni siquiera las mejores decisiones tienen garantía de salir bien y, otras veces, sorprendentemente, incluso pésimas decisiones pueden terminar en un resultado provechoso. Por ello, explica la autora, citando varios ejemplos históricos, en muchas ocasiones en realidad es erróneo –e injusto– confundir la validez de una decisión con el resultado obtenido.</p><p>Los seres humanos tendemos a hacer juicios sesgados sobre las consecuencias de nuestras decisiones: cuando salen bien, lo atribuimos a nuestra habilidad e inteligencia; pero cuando salen mal, lo achacamos a factores ajenos o incluso a la mala suerte. Esta adicción a los resultados –como la llama Duke– conduce a una forma de pensamiento irracional.</p><p>Por esto, la autora recomienda que dejemos de pensar en términos absolutos de correcto e incorrecto, pues muy pocas cosas tienen ya sea 0% o 100% probabilidades de ocurrir. Y muy pocas personas están 0% o 100% en lo cierto acerca de lo que saben o creen. Más bien, Duke estima que debemos pensar en términos de apuestas.</p><p>En efecto, subraya, todas las decisiones que tomamos son, en definitiva, apuestas a futuro. Un resultado indeseado no necesariamente implica que hayamos elegido mal, tan solo implica que la apuesta salió mal en esta particular ocasión. Así, por ejemplo, si un motociclista sufre una lesión en su cabeza como resultado de un accidente, ello no significa que utilizar el casco de seguridad haya sido una mala decisión. Fue una decisión acertada, con un resultado no deseado.</p><p>Desde esta perspectiva, todo viene siendo una apuesta: en qué voy a trabajar, adónde voy a vivir, qué voy a comer hoy, con quién voy a establecer una relación personal. Y al igual que ocurre cuando jugamos la lotería o lanzamos los dados, puede ser o no que logremos el objetivo deseado en cada uno de esos casos.</p><p>De este modo, concluye Duke, no debemos juzgarnos con dureza cuando, a pesar de haber hecho todo lo posible, algo no sale como se esperaba. Lo mismo aplica para con los demás. El pronóstico meteorológico no siempre puede ser acertado: las variables son muchas; los modelos son solo incompletas aproximaciones; los sistemas atmosféricos son en extremo complejos.</p><p>En lo personal, no creo en el destino ni que, como suelen decir, las cosas siempre pasan por un motivo. Pienso que, a cada instante, a cada paso, nuestro camino se abre en un abanico de rutas posibles. Cuál tomemos y adónde nos conduzca, estará gobernado, en parte, por las cosas que podemos controlar; en otra parte, por las cosas que no controlamos nosotros sino otras personas y, finalmente, por las cosas sobre las cuales nadie tiene control. Por eso, como pensaban los antiguos estoicos, ningún sentido tiene rasgarnos las vestiduras respecto de todo aquello que esté fuera de nuestras manos.</p><p>Así pues, ya sea que estemos juzgando sobre lo que haga nuestro cónyuge, nuestro vecino, el Presidente de la República o nosotros mismos, aprendamos a ser un poco más compasivos. Se hizo una apuesta y las apuestas a veces se ganan y a veces no.</p><p>Desde ya deseo a quienes hayan tenido la paciencia y bondad de leer estas líneas, lo mejor para el 2021 y siempre.</p><div><br /></div>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-63341341209955479612020-09-30T18:00:00.000-06:002020-09-30T18:00:18.321-06:00Constitución y contribución solidaria de los jubilados<h4 style="text-align: right;"> Este artículo fue publicado en el boletín electrónico La Revista de hoy (<a href="https://www.larevista.cr/christian-hess-araya-constitucion-y-contribucion-solidaria-de-los-jubilados/" target="_blank">ver publicación</a>)</h4><div style="text-align: justify;">La <a href="http://www.pgrweb.go.cr/scij/Busqueda/Normativa/Normas/nrm_norma.aspx?param1=NRM&nValor1=1&nValor2=90337&nValor3=118917&strTipM=FN" target="_blank">ley N° 9796 del 5 de diciembre del 2019</a> dispuso “un rediseño” (sic) de los topes de pensión máxima y de la pensión exenta de la contribución especial solidaria, establecidos en los regímenes de pensiones contenidos en la Ley Marco de Contribución Especial de los Regímenes de Pensiones, la Ley Orgánica del Poder Judicial y la Ley de Pensiones y Jubilaciones del Magisterio Nacional.<br /><br />A la fecha, contra dicha normativa penden múltiples acciones de inconstitucionalidad. Si bien desconozco las razones en que se fundamentan esas gestiones, deseo esbozar sintéticamente una justificación jurídica de por qué considero que la aplicación que se ha dado al mencionado rediseño infringe la Carta Fundamental, aunque no lo haga su contenido propiamente dicho.<br /><br />Advierto que no entro a analizar si los regímenes mencionados han conducido o no al otorgamiento de pensiones excesivas, ni qué se podría o debería hacer en caso afirmativo. Me inclino únicamente por procurar el respeto de los derechos y garantías otorgadas por el Texto Fundamental.<br /><br />Pues bien, recordemos de inicio que el derecho a la jubilación está protegido no solo en la Constitución Política, sino también en instrumentos internacionales suscritos por el país. La forma en que fue concebido dicho derecho en nuestro medio se basa en la llamada contribución tripartita que aportan el Estado, los patronos y los trabajadores. En virtud de este arreglo, el trabajador que alcanza la edad, los años de servicio y el número mínimo de cotizaciones previstas en la ley, puede acogerse a este derecho, retirarse de la actividad laboral y gozar de un estipendio periódico o pensión cuyo monto y características fija la normativa. Dicho de otro modo, la jubilación no opera automáticamente y de pleno derecho, sino que, una vez satisfechas las señaladas condiciones, su otorgamiento se mantendrá latente -si se quiere- hasta que el interesado exprese su deseo de disfrutarla y sea aprobada por la instancia competente.<br /><br />A partir de este momento, surge a la vida jurídica un verdadero <b>derecho adquirido</b>, concepto que la Sala Constitucional ha interpretado como <i>“aquella circunstancia consumada en la que una cosa –material o inmaterial, trátese de un bien previamente ajeno o de un derecho antes inexistente– ha ingresado en (o incidido sobre) la esfera patrimonial de la persona, de manera que ésta experimenta una ventaja o beneficio constatable”</i> (sentencia Nº 2765-97, reiterada en numerosas ocasiones posteriores). El beneficio otorgado estará así protegido por la garantía enunciada en el artículo 34 de la Constitución, particularmente en cuanto dicho precepto prohíbe que subsecuentes reformas legales puedan cercenarlo o tornarlo nugatorio.<br /><br />Pero de la mano del concepto de derecho adquirido va también el de <b>situación jurídica consolidada</b>, que aquellos mismos pronunciamientos han señalado que nace cuando <i>“[por virtud de mandato legal o de una sentencia que así lo haya declarado] haya surgido ya a la vida jurídica una regla, clara y definida, que conecta a un presupuesto fáctico (hecho condicionante) con una consecuencia dada (efecto condicionado). Desde esta óptica, la situación de la persona viene dada por una proposición lógica del tipo «si…, entonces…»; vale decir: si se ha dado el hecho condicionante, entonces la ‘situación jurídica consolidada’ implica que, necesariamente, deberá darse también el efecto condicionado.”</i> (los paréntesis cuadrados son míos).<br /><br />En ambas hipótesis, ha precisado la Sala, <i>“el ordenamiento protege –tornándola intangible– la situación de quien obtuvo el derecho o disfruta de la situación, por razones de equidad y de certeza jurídica. En este caso, la garantía constitucional de la irretroactividad de la ley se traduce en la certidumbre de que un cambio en el ordenamiento no puede tener la consecuencia de sustraer el bien o el derecho ya adquirido del patrimonio de la persona, o de provocar que si se había dado el presupuesto fáctico con anterioridad a la reforma legal, ya no surja la consecuencia (provechosa, se entiende) que el interesado esperaba de la situación jurídica consolidada.”</i><br /><br />Ahora bien, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional también advierte que la protección que brinda el numeral 34 citado no confiere un “derecho a la inmutabilidad del ordenamiento jurídico”. En otras palabras, la tutela de los derechos adquiridos y las situaciones jurídicas consolidadas no enerva en modo alguno la potestad soberana del legislador de promulgar, con efectos ex nunc, una reforma de -en el caso que interesa- la legislación en materia de jubilaciones. Lo único que comporta es el aseguramiento de los derechos y situaciones jurídicas previamente creados, tal cual existían real y jurídicamente a la fecha de la reforma, sin poder afectarlos negativamente, sino solo de forma favorable.<br /><br />A la luz de lo anterior, ¿hasta dónde se extiende, entonces, la tutela otorgada al servidor jubilado? Es decir, ¿de qué, exactamente, no podrá el beneficiario ser privado por futuras modificaciones legales? ¿Estará resguardada su condición estrictamente en lo relativo al otorgamiento de la jubilación en sí o cubrirá esa protección también a su correspondiente fijación pecuniaria?<br />Leer más<br /><br />Para responder a estas interrogantes, debemos tener en cuenta que, al momento de decidir si jubilarse o no, evidentemente será crucial para el trabajador conocer por lo menos una estimación del monto que en principio le sería fijado y que recibiría periódicamente como pensión. Es obvio que la posibilidad de percibir un monto razonablemente suficiente para enfrentar con dignidad la vejez y el sustento de su familia pesará de modo determinante en la conclusión de si ejercer su derecho en ese momento o, quizás, de postergarlo para cuando las condiciones resulten mejores.<br /><br />Este cálculo desde luego que estará basado en las reglas en vigencia en ese momento en particular. Así, si las perspectivas se presentan satisfactorias, la persona que acuerde retirarse lo hará sobre la base de una especie de “convenio tácito” a que llegará con el ordenamiento jurídico: <i>“He cumplido mi parte del trato”</i> (entiéndase, laborar los años necesarios y aportar las cotizaciones requeridas); <i>“que ahora se cumpla puntualmente con lo prometido a cambio.”</i><br /><br />¿Será justo que un futuro e imprevisto cambio en las “reglas del juego” pueda traicionar esa expectativa, en su perjuicio? En tal caso, pensemos, ¿habría tomado el trabajador la decisión de jubilarse o, por el contrario, habría postergado o incluso quizás hasta renunciado del todo a ese disfrute, de haber sabido de antemano de dicha eventualidad?<br /><br />En derecho constitucional y administrativo existe el llamado principio de <b>confianza legítima</b>. Este instituto parte de la garantía, igualmente constitucional, de <b>seguridad o certeza jurídica</b>, entendida -en este contexto- como el derecho que tenemos los ciudadanos de saber a qué atenernos en nuestras relaciones con los órganos de poder público. Se trata de una manifestación del principio general de <b>buena fe</b>, el cual tiene aplicación en todos los campos del derecho. Así, se estima que existe confianza legítima cuando un administrado toma decisiones y actúa amparado a determinadas señales que exhibe el ordenamiento y de las que deriva una situación jurídica individualizada, en cuya estabilidad confía el administrado que ha cumplido con sus deberes y obligaciones correspondientes, pues cree firmemente -a partir de los signos que ha recibido de la Administración- que su actuación se encuentra ajustada al bloque de legalidad.<br /><br />Desde esta óptica, estimo que una perniciosa modificación de las condiciones bajo las cuales un servidor tomó la decisión de acogerse al derecho a la jubilación, equivale a un quebranto manifiesto del principio de confianza legítima, lesiona retroactivamente la situación jurídica previamente consolidada y resulta, por ende, inconstitucional.<br /><br />En efecto, desde el momento en que confluyen todos los requerimientos legales y se otorga al trabajador el beneficio solicitado, se habrá configurado, en primera instancia, un <u>derecho adquirido</u>: el de gozar de la condición de jubilado, la cual estará revestida de la certidumbre de que un cambio futuro en el ordenamiento no podría sustraérsela. Pero también y al mismo tiempo surge una <u>situación jurídica consolidada</u>, que garantiza la percepción de una remuneración cuya estimación sustentó la decisión de retiro y que fue fijada bajo ciertas reglas, que -en lo que interesa- disponían la totalidad de las cargas y deducciones aplicables a la renta bruta. En el marco de la confianza legítima y de la tutela de esas situaciones consolidadas, habiéndose producido los presupuestos fácticos para obtener la pensión -edad, cotizaciones, tiempo laborado, solicitud y otorgamiento- considero que no podría una reforma legal posterior producir la consecuencia de alterar, en daño del servidor, las reglas que determinaron su fijación cuantitativa, por vía de la imposición de una carga adicional, inexistente en aquel momento.<br /><br />¿Y en qué queda, bajo esta interpretación, la negativa del derecho a la inmutabilidad del ordenamiento? Pues en que el legislador no estará vedado en modo alguno de modificar las normas que gobiernan el otorgamiento de la jubilación y el cálculo del monto de la pensión consiguiente, incluyendo la fijación de un tope, pero esa reforma solo podrá afectar a aquellos trabajadores que no hubieren ejercido este derecho al momento de entrar en vigencia o bien de la expiración del plazo de vacancia que se hubiere fijado. En tal caso, éstos podrán tomar igualmente una decisión bajo reglas de juego conocidas de antemano y que consolidarán una determinada situación jurídica que, a su vez, deberá ser respetada en lo sucesivo, como es lo justo.<br /><br />En conclusión: cuando un trabajador solicita y válidamente obtiene la jubilación, pasa a gozar de la condición de tal, la cual quedará protegida por la garantía del artículo 34 constitucional (derecho adquirido). Pero, además, a partir del momento en que materialice ese derecho y se retire de la vida laboral, también quedará fija (vale decir, se consolidará) una situación subjetiva particular, conforme a la cual las reglas que gobiernan la fijación del estipendio no podrán verse afectas a más cargas o gravámenes que los existentes a esa fecha. Esto es así porque lo contrario quebrantaría la confianza legítima -que deriva del principio general de buena fe- al amparo de la cual el servidor decidió acogerse a la jubilación. Por ende, cualquier reforma legal posterior que venga a imponer topes o deducciones adicionales a la pensión, solo podrá regir para quienes no hubieren ejercitado su derecho a la fecha de su entrada en vigencia, creando nuevas reglas de juego, cuyo conocimiento anticipado permitirá a esos trabajadores, en su momento, tomar también la decisión que mejor se avenga a sus intereses.<br /><br />Así pues, desde esta perspectiva, el llamado rediseño de los topes de pensión máxima y de la pensión exenta de la contribución especial solidaria, introducido mediante ley N° 9796 del 5 de diciembre del 2019, no es inconstitucional, en la medida en que sea aplicado solamente a aquellas jubilaciones que fueren otorgadas con posterioridad a su vigencia.<br /><br />Espero que la Sala así lo declare, en uso de su potestad de interpretación conforme a la Constitución, que deriva de lo estipulado en el artículo 3 y concordantes de su ley constitutiva.</div>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-18114256431243164882020-09-20T18:39:00.002-06:002020-09-20T18:39:29.829-06:00El impuesto a las transacciones financieras no le sirve al Gobierno: dos razones de por qué no<p style="text-align: right;">Este comentario apareció en La Revista de hoy (<a href="https://www.larevista.cr/christian-hess-araya-el-impuesto-a-las-transacciones-financieras-no-le-sirve-al-gobierno-dos-razones-de-por-que-no/" target="_blank">ver publicación</a>)</p><div style="text-align: left;"><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhX2AtJzaqEdpuKGq69jPGzZIhvSaPL7K7SuThbCVLog6-_0bc6bnPQXAbMqsqa5Vos5dlcyC4ja5JROHJ080KgQ-EQsnyH69fz0jNSO-PYavh20IWmMdigXVUaLiM-hqoNloM63jJ-Aw/s749/Bajo+el+colcho%25CC%2581n.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="569" data-original-width="749" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhX2AtJzaqEdpuKGq69jPGzZIhvSaPL7K7SuThbCVLog6-_0bc6bnPQXAbMqsqa5Vos5dlcyC4ja5JROHJ080KgQ-EQsnyH69fz0jNSO-PYavh20IWmMdigXVUaLiM-hqoNloM63jJ-Aw/s320/Bajo+el+colcho%25CC%2581n.jpg" width="320" /></a></div><br />Creo que no hace falta ser economista ni tener la proverbial bolita de cristal para anticipar qué sucedería si se llegara a aprobar el <a href="https://www.nacion.com/el-pais/politica/asi-funcionaria-impuesto-a-transacciones-y-retiros/ICTIINRWHNACLLWVPOBTQNJXRA/story/" rel="nofollow" target="_blank">impuesto sobre las compras electrónicas, transferencias de dinero y retiros de cajeros automáticos anunciado por el Gobierno costarricense</a> como parte de su paquete de propuestas de negociación al Fondo Monetario Internacional.<p></p><p>El Gobierno espera que este tributo, que regiría por cuatro años, sea el que más recursos genere de entre las diversas medidas contenidas en el planteamiento. No obstante, pienso que desde ahora podemos vislumbrar al menos dos escenarios que no solo podrían debilitar e incluso dar al traste con esa expectativa, sino que -de hecho- podrían salirle al fisco como el igualmente proverbial tiro por la culata.</p><p><b>Escenario número 1: los “ciudadanos de a pie”.</b> Enfrentados ya a un panorama de fuerte desaceleración de la actividad económica y de reducción de ingresos, el impuesto que se pretende crear impulsaría que los ciudadanos privilegien las transacciones en efectivo. Y los pagos en efectivo significan, fundamentalmente, una cosa: nada de factura. Bastará un <i>“Si lo hacemos en efectivo, no le cobro el IVA y usted se ahorra además el impuesto a las transferencias”</i> para que inevitablemente se produzca esa consecuencia, con el consecuente desmedro de los ingresos hacendarios. Además, esta situación -como el propio Gobierno lo ha reconocido- <a href="https://www.nacion.com/economia/politica-economica/abc-sobre-impuesto-a-transacciones-financieras/GHGHWO2M4NEBVA3EICOZ2ADR5Y/story/" rel="nofollow" target="_blank">representará un regreso al siglo pasado en materia de bancarización de las personas</a>. Si una cuenta bancaria ya de por sí no genera prácticamente nada en intereses (ni siquiera lo suficiente como para evitar el deterioro del poder adquisitivo del dinero por causa de la inflación), lleva aparejado el pago de comisiones periódicas por el uso de la respectiva tarjeta de débito y, ahora encima, va a haber un gravamen adicional por realizar pagos, ¿qué interés tendría alguien de querer abrir y luego mantener dicha cuenta?</p><p>Los pagos en efectivo podrían traer también otra consecuencia nefasta: el crecimiento de la economía informal. Ésta, a su vez, implica nada de deducciones salariales ni cargas sociales. O sea, <i>“Le pago en efectivo y así no le rebajo la renta ni la CCSS”</i>. ¿Cuál trabajador con cónyuge y cuatro hijos que mantener, alquiler que pagar y cuentas pendientes de electricidad y agua podrá resistirse?</p><p>Y ya que estamos echando mano a frases populares, diremos que la medida propuesta conduciría a que algunos prefieran guardar su plata, literalmente, debajo del colchón. ¿Pero no era que se quería desincentivar el uso del efectivo para reducir la diseminación de la covid-19? Y, por supuesto, los delincuentes no tardarían mucho en percatarse de lo que está sucediendo y orquestando toda clase de asaltos y estafas para hacerse con todo ese efectivo circulando en la calle.</p><p><b>Escenario número 2: los sectores más aventajados.</b> Si me permiten acudir a un último coloquialismo, diré que cuando el Gobierno cierra una puerta, la tecnología abre una ventana. La implosión e incertidumbre económicas provocadas por la actual pandemia, junto con las masivas emisiones monetarias efectuadas por los bancos centrales del mundo y el espectro de inflación que ello representa, están llevando a los sectores económicamente poderosos del planeta -empresas e inversionistas- a buscar refugio. Ello tradicionalmente ha significado una cosa: los metales preciosos. Sin embargo, hoy existe otra alternativa que no solo está al alcance de quienes tienen más recursos, sino también de cualquier persona que tenga el conocimiento y las herramientas adecuados: <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Criptomoneda" target="_blank">las criptomonedas</a>. En efecto, los últimos dos años -y, sobre todo, este 2020- han visto un inusitado crecimiento en la oferta y demanda del novedoso dinero digital. A partir de la introducción de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Bitcoin" target="_blank">Bitcoin</a> hace diez años, hoy existen literalmente miles de clases de criptomonedas en circulación, con <a href="https://coinmarketcap.com/" target="_blank">una capitalización total superior a los 355 mil millones de dólares</a>.</p><p>Las criptomonedas constituyen una aplicación particular de la tecnología criptográfica conocida como <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Blockchain" target="_blank">blockchain</a> (cadena de bloques). Sus características más sobresalientes para lo que aquí nos interesa son la <b>descentralización</b> (que implica que las criptomonedas no dependen de ninguna autoridad central, ya sea gobierno o banco) y la <b>anonimidad</b> (en el sentido de que los datos relativos a las transacciones en la cadena de bloques no están asociados a ninguna identidad física en particular). De este modo, se hace posible realizar operaciones financieras sin la intermediación de un banco tradicional, evitando no solo el pago de comisiones sino además la intervención de las entidades que precisamente estarían a cargo de recaudar el impuesto que hemos venido comentando en nuestro país.</p><p>De hecho, una de las tendencias más en boga y potencialmente más revolucionarias (odio el término “disruptivas”) en esta materia, la constituyen las llamadas “<a href="https://es.cointelegraph.com/explained/defi-what-it-is-and-its-impact-on-the-crypto-world" target="_blank">DeFi</a>”, término derivado del inglés “decentralized finances”. Estas aplicaciones podrían representar ni más ni menos que la muerte de los bancos comerciales tradicionales. Soportadas principalmente por la plataforma <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ethereum" target="_blank">Ethereum</a> (una de las clases principales de criptomonedas), las DeFi permiten implementar los denominados “<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Contrato_inteligente" target="_blank">contratos inteligentes</a>”, por medio de los cuales es posible ofrecer servicios financieros tales como préstamos de dinero, pagos electrónicos y seguros, sin la participación de un banco o entidad aseguradora, en su caso.</p><p>Si bien las DeFi se encuentran aun en fase experimental, me parece que es solamente cuestión de tiempo antes de que comencemos a ver su aplicación en el mundo real. Por su parte, los pagos directos mediante monedas como Bitcoin ya están ampliamente disponibles. Bajo este panorama, los esfuerzos de los gobiernos del mundo por establecer y recaudar impuestos como el que nos concierne podrían verse seriamente amenazados. Al final, serán los más aventajados los que encuentren portillos como los mencionados para eludirlos, mientras que quienes terminarán pagándolos serán, por variar, las personas de menos recursos, especialmente los asalariados.</p></div>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-36644473302347528382020-09-08T18:11:00.000-06:002020-09-08T18:11:36.673-06:00 Mi primera (y posiblemente última) experiencia con BoxCorreos de Correos de Costa Rica<p>Desde que Correos de Costa Rica implementó su servicio de paquetería <a href="http://boxcorreos.com" rel="nofollow" target="_blank">BoxCorreos</a>, tenía mucho interés en probarlo, especialmente por la disponibilidad de uno de sus "Apartados postales inteligentes" (API) muy cerca de mi casa.</p><p>Para no aburrirlos, voy a resumir los hechos de mi primera -y seguramente única- experiencia, de la manera siguiente:</p><ul style="text-align: left;"><li>Realicé una compra en línea, proporcionando como dirección de entrega la bodega de BoxCorreos en Miami. El paquete fue despachado por el vendedor el 18 de julio pasado.</li><li>Ese mismo día visité el sitio web de BoxCorreos e ingresé una pre-alerta, adjuntando la factura de compra correspondiente. Poco después, recibí un mensaje de "Comprobante de Recepción de Factura Comercial", señalando que la alerta había sido creada con éxito.</li><li>El 29 del mismo mes, recibí un correo electrónico informándome que mi paquete había ingresado a la bodega en Miami. Al día siguiente me llegó otro que decía <i>"Hemos recibido en Miami su paquete (...) para ser procesado y enviado."</i> Hasta aquí, todo bien.</li><li>Para mi sorpresa, recibo de inmediato otro correo, que en lo que interesa decía: <i>"Su paquete ingresó sin factura comercial correspondiente. El paquete será despachado hacia Costa Rica hasta que la factura comercial sea recibida, debido a las restricciones de vuelo así como de aduanas en nuestro país. Evítese atrasos en su entrega y costos adicionales en el proceso aduanal por falta de factura comercial."</i></li><li>Extrañado, respondí a la dirección de correo electrónico indicada en el mensaje, señalando que debía haber un error, porque -como expliqué arriba- ya había enviado la factura. En todo caso, la adjunté a mi respuesta.</li><li>Por varios días, intenté ingresar al sitio de BoxCorreos (que aparentemente estaba fuera de servicio, ya que se quedaba colgado al tratar de realizar cualquier acción), así como llamar a los números telefónicos de atención al cliente. Nadie atendió las llamadas.<br /></li><li>Puesto que tampoco recibí respuesta alguna al correo mencionado, el 20 de agosto reiteré mi consulta. De nuevo, ninguna contestación.</li><li>Por fin, al día siguiente logré entrar al sitio web y reenviar la factura por ese medio. Me llegó un correo expresando que mi paquete sería despachado hacia Costa Rica.</li><li>El 26 de agosto, ingresó un nuevo correo, que escuetamente decía que mi paquete había llegado al Centro de Distribución de Zapote.</li><li>Y el broche de oro final: ayer, 7 de setiembre, recibo un mensaje de texto que decía: <i>"Correos informa: su envío (...) está en API: (...), retirar antes de 09-09-2020."</i><i> </i></li></ul><p>O sea, tuvieron mi paquete durante cerca de un mes y medio y, luego tienen el <a href="https://dle.rae.es/tup%C3%A9" rel="nofollow" target="_blank">tupé</a> de advertirme que solo tengo dos días para retirarlo.</p><p>Dame paciencia, pero dámela ya.<br /></p>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-49150756925504203072020-08-23T13:56:00.001-06:002020-08-23T13:56:28.815-06:00El estado de La Nación<p>Me llamó poderosamente la atención un artículo publicado en La Nación de hoy, titulado "<a href="https://www.nacion.com/el-pais/politica/la-nacion-y-subsidiarias-paga-puntualmente-a-ccss/MQ5C7PI27RFC7LXW7LMSGAHIKQ/story/" rel="nofollow" target="_blank">La Nación y Subsidiarias paga (sic) puntualmente a CCSS rendimientos por compra de bonos</a>". A diferencia de otras notas de días recientes, ésta no parece estar relacionada o bien aparecer en respuesta a alguna publicación de otro medio nacional. Da la sensación, más bien, de que su objetivo es puramente el de tranquilizar a los inversionistas actuales o potenciales del Grupo Nación con respecto a la solvencia financiera de dicho conglomerado.</p><p>Si bien no tengo ningún motivo ni evidencia para suponer que los datos allí revelados no sean veraces, lo cierto es que tampoco parecieran ofrecer un retrato completo de la situación actual de la empresa. Por ejemplo, si bien se admite allí que la CCSS <i>"expresó preocupación por los bonos comprados a La Nación, S. A. y Subsidiarias, porque su calificación pasó de AAA a A y porque teme por los efectos económicos de la pandemia de covid-19"</i>, no se comenta nada acerca del hecho de que, el 6 de agosto pasado, la Sociedad Calificadora de Riesgo Centroamericana, S.A, rebajó la calificación de La Nación, S.A. y sus subsidirias en general, en tanto emisores de valores, del nivel "scr A+ (CR) con perspectiva estable", a "scr A+ (CR) con perspectiva negativa", explicando -entre otros aspectos- que <i>"La Nación se encuentra afectada adversamente por el cambio estructural en la industria de medios de comunicación. La tendencia decreciente en la generación de ingresos por parte de sus principales líneas de negocio evidencia la materialización de los riesgos que atañe el cambio del mercado publicitario tradicional hacia medios digitales" </i>(<a href="http://busquedacomunicados.bolsacr.com/DetalleNoticia/9946" target="_blank">véase aquí</a>).</p><p>Más adelante, en el reportaje de comentario, se expresa que <i>"En cuanto a las colocaciones en las que la CCSS hizo inversiones, La Nación S. A. y Subsidiarias incluso ha recomprado ¢1.985 millones mediante el mecanismo de subasta inversa, permitido en el mercado de valores". </i>No obstante, tampoco se advierte sobre que, en la reciente recompra por colocación directa inversa efectuada el pasado 14 de agosto de la emisión B-14, no se recibió ofertas, por lo cual no hubo ninguna colocación (<a href="http://busquedacomunicados.bolsacr.com/DetalleNoticia/9985" target="_blank">véase aquí</a>).</p><p>De hecho, de ninguno de los dos hechos relevantes anteriores se ha informado hasta la fecha por el periódico, hasta adonde sé.</p><p>Alguien podría pensar que este comentario está motivado en la reciente desaveniencia que condujo a mi salida del grupo de articulistas regulares de La Nación. Pero no es así. Sinceramente, no tengo ningún reproche o mala voluntad hacia La Nación como tal, aunque no comulgue con su línea ideológica o sus tácticas informativas. Lejos de ello, sigo siendo suscriptor y lector fiel de la edición impresa, como lo he hecho desde mi infancia, cuando acostumbraba ojear el periódico comenzando de atrás para adelante, para así ver primero las tiras cómicas.</p><p>De mayor importancia, no le deseo mal a ningún medio de prensa nacional. Creo que constituyen canales indispensables del debate sobre el acontecer nacional e internacional. La desaparición de cualquier periódico independiente, <a href="https://www.diarioextra.com/Noticia/detalle/426855/el-cierre-de-la-prensa-libre" target="_blank">como recientemente ocurrió con La Prensa Libre</a>, decano de la prensa nacional, constituye una verdadera tragedia para nuestra vida democrática, particularmente con relación a la sana fiscalización ciudadana del quehacer de los gobernantes.</p><p>Lo que pasa es que, si se trata de ofrecer una imagen completa y veraz sobre el estado financiero de cualquier empresa, incluyendo desde luego a Grupo Nación, creo que se debe hacer revelando todo lo que sea de importancia para ello. No menos que eso merecen los inversionistas del hoy y del mañana de esa empresa, así como sus lectores.</p>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-42329947662887677732020-08-21T19:30:00.001-06:002020-08-21T19:30:27.761-06:00¿Quién dice que los pensionados no somos solidarios?<h4 style="text-align: right;">Este artículo apareció hoy en la sección de Opinión de CRHoy.com (<a href="https://www.crhoy.com/opinion/el-lector-opina/quien-dice-que-los-pensionados-no-somos-solidarios/" rel="nofollow" target="_blank">ver publicación</a>).</h4><p>En noviembre de 2016, publiqué en otro medio periodístico un comentario titulado “<a href="https://hess-cr.blogspot.com/2016/11/pensionarse-no-es-un-crimen.html">Pensionarse no es un crimen</a>”. Señalé entonces que, en la actualidad, <i>“el pensionado (…) es visto como un delincuente, un vividor, un parásito social que solo piensa en enriquecerse a costa del erario mientras dedica su tiempo a la pura y simple vagabundería. Eso es absolutamente equivocado y, además, profundamente injusto.”</i> Desde entonces, han sido promulgadas leyes que imponen una llamada “contribución solidaria” a las pensiones, que ha generado una muy fuerte reducción de ingresos y que parecieran inspirarse -nuevamente- en la idea de que los jubilados estamos desposeídos por completo de conciencia social.</p><p>Sostuve además que <i>“la pensión no puede constituirse en un mecanismo de abuso o de enriquecimiento injusto de nadie”</i>.</p><p>Desde esta óptica, es indudable que ha habido quienes han obtenido jubilaciones que exceden, por mucho, el ideal de recibir una remuneración que haga posible un retiro en condiciones razonablemente dignas. Pero esa realidad -propia de un número proporcionalmente ínfimo de pensionados- ha llevado a generalizaciones que nos satanizan y retratan a todos los jubilados como tagarotes, insensibles al dolor y penurias de los demás.</p><p>En mi caso -y disculparán que hable de mí mismo, pero no estoy autorizado para hacerlo por nadie más- desde el inicio de la actual crisis sanitaria venía ayudando, de mi bolsillo, a familiares, amigos, familias de escasos recursos de la comunidad (en conjunto con otros vecinos) y pequeños comercios locales. Esto aparte de las donaciones que desde hace años he hecho a organizaciones como <a href="https://www.aldeasinfantiles.or.cr/" target="_blank">Aldeas Infantiles SOS</a>, el <a href="https://comedorpancitacr.wixsite.com/comedor" target="_blank">comedor infantil Pancita Llena de Guararí de Heredia</a>, la <a href="https://www.marviva.net/" target="_blank">Fundación MarViva</a> y <a href="https://territoriodezaguates.com/" target="_blank">Territorio de Zaguates</a>. Si piensan que he podido hacerlo porque manejo mucho dinero, se equivocan: sucede que soy sumamente ordenado con mis finanzas y creo firmemente en el imperativo ético de separar lo que pueda para ayudar a otros más necesitados. Me pregunto cuánto donan esos que ahora se rasgan las vestiduras pidiendo desangrar más a los pensionados.</p><p>Pero a partir de la entrada en vigencia de la nueva contribución “solidaria”, la mayor parte de eso ha quedado atrás. Para poder prever adecuadamente las necesidades familiares y personales, me he visto penosamente obligado a cancelar los donativos a entidades sociales, aparte de recortar varios otros rubros del presupuesto. Entiendan que no pretendo jugar de víctima: las verdaderas víctimas aquí son esas organizaciones de beneficencia y aquéllo o aquéllos que protegen, especialmente a tantos niños en condición de pobreza o abandono.</p><p>¿Y a cambio de qué? ¿De alimentar el gran agujero negro de las arcas estatales? ¿De otorgar bonos Proteger a privados de libertad, como se ha informado en algunos casos?</p><p>Pero esto no es todo. De muchos jubilados dependen otras personas, como servidoras domésticas, guardas de vecindario, personas que se ganan la vida haciendo jardinería o lavando carros, etc. ¿De cuáles de ellos (y sus familias) habrá que prescindir, porque la cobija ya no alcanza para todos? ¿Y qué tal el efecto en cadena que produce la inevitable contracción del gasto? ¿Es que de los comercios en los que ahora habrá que gastar menos o nada no dependen también muchos empleados y sus familias?</p><p>La inmensa mayoría de los pensionados -y aquí sí me atrevo a hablar por todos- estamos comprometidos con la solidaridad.</p><p>Pero, como debería ser obvio, solo se puede considerar solidario el gesto de desprendimiento que se hace consciente y voluntariamente. El fuerte gravamen aplicado a las pensiones no es solidaridad, es un impuesto puro y simple, rayano en lo confiscatorio y viciado de inconstitucionalidad, como intentaré explicar en una próxima contribución.</p>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-65268524032376849532020-07-05T19:12:00.000-06:002020-08-21T19:18:34.731-06:00Les habla su capitana<h4 style="text-align: right;">Este artículo apareció en la Sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="https://www.nacion.com/opinion/columnistas/pagina-quince-les-habla-su-capitana/OE4BM3R46REEJNHEMCSNSI7ZXE/story/" rel="nofollow" target="_blank">ver publicación</a>).</h4><p>Hace años, en un vuelo de trabajo a Perú, se escuchó por los altavoces un anuncio que ordinariamente no llamaría la atención. <i>“Buenos días”</i>, dijo una voz femenina, <i>“les habla su capitana”</i>. Varios pasajeros se miraron con sorpresa: para ellos, y para mí también, era la primera vez que comandaba el vuelo una pilota.</p><p>Algunos rieron nerviosamente e hicieron el típico comentario machista “mujer al volante, peligro constante”. Yo, aparte de la grata impresión, no me inmuté.</p><p>Sabedor de las normas y estrictos protocolos de seguridad de la industria aeronáutica, di por descontado que si ella estaba al mando de la nave tenía iguales o mejores calificaciones que sus pares masculinos.</p><p><b>Paridad de género.</b> En estos días, fue introducido a la corriente legislativa un proyecto para instaurar constitucionalmente el concepto de paridad de género.</p><p>A pesar de defender a ultranza la <u>equidad</u>, opino que la <u>paridad</u> de género no es ni más ni menos que una abominación, una idea profundamente antidemocrática e inconstitucional.</p><p>A lo largo de mi vida, he tenido oportunidad de estudiar y trabajar no solo a la par, sino también como alumno o subordinado de mujeres notables. Todas han sido merecedoras de mi estima y admiración, especialmente la más extraordinaria de ellas: mi esposa.</p><p>Creo a pies juntillas en las idénticas capacidades de hombres y mujeres, así como defiendo la idea de la equidad, entendida como plena e incondicionada igualdad de oportunidades y trato.</p><p>Pero la paridad de género (vertical, horizontal o como quiera llamársele) es algo completamente distinto. Parte de la tesis —cierta— de que las mujeres están insuficientemente representadas en los puestos de decisión, tanto en la actividad pública como privada.</p><p>Como solución, postulan que debe ser forzoso integrar esos puestos con un número igual de hombres y mujeres. Suena razonable, ¿verdad? No lo es.</p><p><b>Barreras sistémicas. </b>En la escogencia de personas para un cargo público o privado, suele haber dos momentos, el de postulación (candidatura) y el de designación. Por lo general, las mujeres enfrentan más obstáculos en el primero, debido a barreras sistémicas que limitan sus posibilidades de crecimiento y de reunir los atestados que les permitan competir en igualdad de condiciones con los hombres.</p><p>Por fortuna, me parece que no sucede igual en el segundo, al menos en Costa Rica. Prueba de ello es la gran cantidad de mujeres que se han desempeñado o se desempeñan en puestos de gran responsabilidad en la función pública y privada en nuestro medio. No obstante, el establecimiento de una paridad de género obligatoria produciría justamente el efecto opuesto: que no pueda escogerse a una mujer, aunque tenga sobrados méritos, cada vez que le corresponda a un hombre. Y viceversa.</p><p>El acceso a cargos de responsabilidad de toda naturaleza debería estar fundado, estrictamente, sobre bases de idoneidad comprobada, requisito que sabiamente plasma el texto constitucional como exigencia para el ingreso al Régimen de Servicio Civil.</p><p>El sexo de la persona debería ser irrelevante como parámetro decisorio. Es decir, si para llenar una vacante en una organización privada o en un cargo público, una persona fuese pasada por alto —no obstante tener los mayores méritos— solo por el hecho de no ser de determinado sexo (cuando este no sea consustancial al puesto, desde luego), entonces la designación estaría anteponiendo una cualidad superflua a la capacidad demostrada.</p><p>En consecuencia, no se habrá escogido a la mejor persona para el cargo, sino a otra que posee condiciones inferiores, solo porque tocaba nombrar a alguien del sexo opuesto.</p><p>Esta es la primera razón por la cual sostengo que la paridad de género es inconstitucional: con respecto a los cargos públicos, la obligación de acreditar la idoneidad de los postulantes se correlaciona con el derecho ciudadano a exigirla, por encima de otros requerimientos, pues de ello depende la calidad del servicio que recibimos.</p><p><b>Cargos electivos.</b> Tratándose específicamente de los puestos de elección popular, la paridad de género es, además, antidemocrática.</p><p>Una democracia plena exige que los electores podamos escoger y votar por quienes consideremos los mejores para desempeñar esa responsabilidad, y que gane quien reúna más sufragios.</p><p>Pero, bajo un régimen de paridad de género forzosa, se nos estaría compeliendo a elegir, primero, en función del sexo de la persona y, solo después, en razón de sus méritos o de que reúna el mayor apoyo.</p><p>Sí, ya sé, según diversos fallos de la Sala Constitucional la paridad no es contraria a la Carta Política. Considero que se equivoca, porque relega a un segundo plano la idoneidad comprobada, en pro de una distinción secundaria, a contrapelo del principio de igualdad que ese texto también tutela.</p><p>La lógica detrás de la paridad obligatoria es inconstitucional porque es irracional. Es cierto que las mujeres están subrepresentadas en los cargos políticos, mas ¿no lo están también las minorías étnicas, las personas de preferencias sexuales diversas, los no creyentes, los zurdos, los astrónomos y los calvos? ¿Habrá que promover también una reforma constitucional para asegurar una mayor inclusión de esos y otros sectores? ¿Será que no se pueda siquiera encontrar un candidato idóneo a alcalde, por ejemplo, porque la paridad impone escoger a un hombre que sea simultáneamente gay, de ascendencia asiática, no creyente, zurdo, astrónomo y calvo?</p><p>Más crucial aún: ¿Exactamente por qué debemos suponer que alguien con esas características va a desempeñar mejor el cargo que otro? ¿Qué evidencia objetiva hay de que un órgano colegiado, como la Asamblea Legislativa, funciona mejor si posee igual cantidad de hombres y mujeres?</p><p>Salvo que el sexo sea un factor determinante (como, por ejemplo, en una asociación de mujeres empresarias), dichos órganos producen resultados óptimos cuando en ellos existe diversidad de opiniones, no de sexos. Pero para los defensores de la paridad de género, lo que interesa es la cantidad, no la calidad.</p><p><b>Acciones afirmativas.</b> No se percatan de que este enfoque es, en realidad, profundamente denigrante para las mujeres, sobre todo para quienes han llegado a sobresalir gracias a su tenacidad, talento y esfuerzo. “Pobrecitas, ya que no pueden ganar puestos por méritos propios, démoselo por lástima”.</p><p>La vía hacia la plena igualdad no depende de la caridad, sino de la supresión de las barreras sistémicas a la igualdad de oportunidades y trato, el verdadero origen histórico del problema y que no desaparecerán con el mero establecimiento de cuotas.</p><p>No puede erradicarse el efecto sin atacar la causa. Por eso, las llamadas “acciones afirmativas” suelen maquillar, pero no resolver, el conflicto de fondo.</p><p>No creo en subsanar una injusta discriminación (la de las mujeres) con otra (la de los hombres). La suma de dos males no produce un bien. Mejor sería, por ejemplo, actuar para prohibir y desterrar el distinto salario para igual trabajo que persiste en muchas áreas entre hombres y mujeres.</p><p>Mejor se haría estableciendo programas que potencien el acceso de las mujeres a la formación técnica y profesional, así como al empleo, procurando que circunstancias como la pobreza, la maternidad y el cuidado de los hijos no sean impedimentos para ello.</p><p>Aquel día de mi vuelo a Lima, permanecí impasible porque sabía que en los controles de la aeronave iba una mujer altamente calificada.</p><p>Si en vez de eso me hubieran dicho que mi capitana no había sido escogida por su demostrada aptitud, sino porque no hubo más remedio para cumplir la cuota de paridad de género de la aerolínea, creo que habría insistido, amable, pero enérgicamente, en que me dejaran en el aeropuerto más cercano.</p>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-35204233172474313002020-04-18T19:03:00.000-06:002020-08-21T19:10:22.593-06:00El grillo y la hormiga<h4 style="text-align: right;">Este artículo apareció en la Sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="https://www.nacion.com/opinion/columnistas/pagina-quince-el-grillo-y-la-hormiga/ZOO3RNBAQZGPTLFBCAULWLLF64/story/" rel="nofollow" target="_blank">ver publicación</a>).</h4><p>Cuenta la conocida fábula que una esforzada hormiga, durante los soleados y cálidos meses del verano, dedicaba largas horas de trabajo, sudando y jadeando, a recolectar y guardar alimentos en la despensa de su casa.</p><p>Por allí cerca, vivía un alegre y fiestero grillo, quien día tras día observaba a la hormiga afanarse, mientras él reía y cantaba tocando el violín, disfrutando del sabroso clima. Tiempo después, llegó el gélido invierno. Un día, la trabajadora hormiga, sana y salva en su tibio hogar, descansaba tranquila, esperando que pasara el frío.</p><p>De pronto, escuchó que tocaban a la puerta. Abrió y, para su sorpresa, encontró al otrora festivo grillo, tiritando y castañeteando los dientes, debilitado casi hasta el colapso. <i>“No tengo nada para comer”</i>, le confesó con tristeza. <i>"Tú, por otra parte, tienes mucho guardado. ¿Serías tan bondadosa de compartir aunque sea un bocado conmigo?”</i>. La hormiga meditó unos momentos y respondió: <i>“Aún falta mucho para que termine el invierno. Temo que la comida que tengo apenas me alcance. Pero dime, ¿qué hiciste tú durante el estío, que ahora no tienes nada para tu manutención?”</i>.</p><p>El grillo, que apenas podía hablar, respondió: <i>“Día y noche, a todos los que veía, les cantaba”</i>. Entonces, la hormiga, antes de cerrarle la puerta en la cara, manifestó implacable: <i>“¿Les cantabas? Me alegro. Pues bien, ¡ahora baila!”</i>.</p><p><b>Moraleja.</b> La moraleja de la historia es obvia: en tiempos de vacas gordas, debemos prepararnos para la posibilidad de que más adelante vengan tiempos de vacas flacas. Y lo cierto es que difícilmente podrían adelgazar más las vacas que durante la presente crisis mundial.</p><p>Alrededor del globo, la pandemia de la covid-19 ha obligado a cerrar puertas a entidades y empresas, grandes y pequeñas, que se habían visto obligadas a despedir a sus empleados o a suspender los contratos laborales, con el consecuente desempleo, incertidumbre y hambre de incontables personas.</p><p>Por desgracia, diversos estudios han confirmado una dolorosa realidad: por largo tiempo, las personas no han hecho lo de la hormiga, sino lo del grillo; no ahorraron, gastaron como si no hubiera mañana y administraron las finanzas familiares y personales con desenfreno.</p><p>Vivieron de prestado o de tarjetas de crédito, en un vano intento por aparentar un estilo de vida de abundancia, en competencia con sus vecinos, quienes, en la mayoría de los casos, están igual o más endeudados.</p><p>Dada nuestra generalizada falta de educación en cuestiones de dinero (vea “<a href="https://hess-cr.blogspot.com/2019/07/analfabetismo-financiero.html">Analfabetismo financiero</a>”, La Nación, 29/7/2019), estamos aprendiendo ahora una dura lección: contar con reservas de dinero para emergencias no es optativo.</p><p>No se trata de algo que tal vez deberíamos hacer o que sería bonito intentar algún día. Simplemente, no hay elección, pues la consecuencia es afrontar un penoso invierno financiero, cuya duración —como sucede hoy— nadie puede pronosticar, quizás, sin medios para llevar un bocado a nuestros dependientes.</p><p>Hay países, como el nuestro, que, pese a sus limitados recursos, afortunadamente cuentan con una invaluable red de solidaridad social, en la forma de salud y educación públicas, así como de mecanismos bancarios y de otras índoles que ayudan a suavizar el golpe en los bolsillos de la ciudadanía.</p><p>Pero ahora, más que nunca, existe, cuando menos, una enseñanza que debería dejarnos esta historia, y es que, en última instancia, la responsabilidad por nuestro bienestar y el de los nuestros descansa prioritariamente sobre nuestros propios hombros.</p><p>En las finanzas personales, contar con acopio de dinero suficiente para imprevistos debe ser invariablemente la prioridad número uno, incluso por encima de pagar deudas, pues estas siempre pueden ser refinanciadas o renegociadas; mientras no contar con recursos para satisfacer las necesidades básicas, especialmente en tiempos cuando el acceso a préstamos suele ser difícil, cuando no imposible, y se haya agotado el crédito disponible mediante tarjetas, es una receta segura para el desastre.</p><p><b>Tiempo y disciplina.</b> Crear una reserva como la que he venido describiendo generalmente no es fácil y requiere tiempo y disciplina. Pero, repito, no es optativo ni se puede postergar a la espera de tiempos mejores.</p><p>Para lograrlo, existen diversos mecanismos que se resumen en la vieja y conocida fórmula de aumentar los ingresos, reducir los gastos o, idealmente, ambas cosas.</p><p>Para lo anterior, es crucial <a href="http://www.amazon.com/dp/0062567586/ref=nosim?tag=chessacr-20" rel="nofollow" target="_blank">contar con un presupuesto</a>, pues no se sabe en qué o en cuánto disminuir nuestro consumo si no determinamos primero en qué se gasta nuestro dinero. También, existen formas creativas de mejorar las finanzas, incluidas la venta de objetos en desuso o innecesarios o la creación de un pequeño negocio de productos o servicios.</p><p>A veces, basta con recortar un poco en actividades como salir al cine o a comer fuera, así como sustituir ciertos productos caros por otros más económicos.</p><p>Cuando tengamos una suma, por pequeña que sea, para comenzar la reserva, debe procurarse mantenerla accesible (en términos financieros, lo más líquida posible), pero no estática (por ejemplo, en una cuenta de ahorros), pues en ese caso el dinero irá perdiendo lentamente su valor debido a la inflación.</p><p>Una buena opción es acudir a los fondos de inversión abiertos, de mercado de dinero o de ingreso, para generar una rentabilidad que, idealmente, sea reinvertida para potenciar el crecimiento de lo reservado.</p><p>Lo más aconsejable en estos casos es acercarse a los bancos o a otros asesores acreditados para explorar las alternativas.</p><p>La situación actual es dura, sin duda, pero pasará. Ojalá la antigua enseñanza que contiene la fábula del grillo y la hormiga sea interiorizada por todos nosotros para que el próximo invierno financiero —que tarde o temprano vendrá, quizás no a escala planetaria, pero sí nacional o personal— no nos tome desprevenidos. Porque, cuando ocurra, nadie querrá tener que volver a bailar a la intemperie para mantenerse caliente.</p>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-56887782762840496902020-01-04T18:50:00.000-06:002020-08-21T19:00:30.295-06:00¿Pasa todo por un motivo?<h4 style="text-align: right;">Este artículo apareció en la Sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="https://www.nacion.com/opinion/columnistas/pagina-quince-pasa-todo-por-un-motivo/I7EVPTWHNNHSLFVKGQ6DKPPYUQ/story/" rel="nofollow" target="_blank">ver publicación</a>).</h4><p>El 2019 fue el año más duro de mi vida. Todos los años tienen cosas buenas y cosas malas, por supuesto, pero el balance del que terminó es terrible para mí y para mis seres queridos. Me deja cicatrices que posiblemente nunca sanarán en lo que me quede de vida. Quisiera que no fuera así, pero lo es.</p><p><b>Apoyo y consuelo. </b>A lo largo de estos meses, familiares, amigos y otras personas conocidas me han ofrecido apoyo y consuelo, y por ello les estaré por siempre agradecido. En su afán, muchos de ellos seguramente habrán pasado por ese penoso momento en que uno se encuentra cara a cara con alguien que está pasando por un momento difícil y, simple y sencillamente, no sabe qué decir.</p><p>A falta de otra cosa mejor, en esas situaciones, es frecuente echar mano a frases que son, digamos, comúnmente aceptadas y que surgen casi automáticamente, sin reflexionar sobre su significado o implicaciones.</p><p>No quiero que me malinterpreten. No tengo ninguna duda de que, en todos estos casos, las personas tienen las mejores intenciones del mundo y solo quieren que uno pueda reunir la fortaleza requerida para sobrellevar (y esa es la palabra correcta: sobrellevar, nunca olvidar o superar) el dolor.</p><p>Pero, en los momentos de quietud —cuando la mente corre a cientos de kilómetros por hora, intentando entender qué fue lo que pasó y tratando de arrojar luz sobre el vacío que uno a ratos siente— en ocasiones me ha dado por pensar sobre algunas de esas cosas que me han dicho, intentando desentrañar su significado, pese a que de filósofo no tengo nada.</p><p><b>Dios tiene el control. </b>Una frase que se suele escuchar en estas situaciones es <i>“No te preocupés, Dios tiene el control de todo”</i>. La obvia intención es que uno sienta que no está solo o indefenso en su pena; que hay alguien que eventualmente hará que todo salga bien. Pero, cuando escucho esa frase, o alguna variante similar, confieso que, aun cuando no diga o refleje nada exteriormente, no puedo evitar sentir una dolorosa punzada interna porque me pregunto si quien le dice eso a uno se percata de su inescapable implicación: si Dios tiene el control de todo, entonces fue Dios quien causó o, cuando menos, permitió que ocurriera aquello que tanto dolor provoca.</p><p>Entonces resuena en mí la interrogante que se planteó Epicuro tres siglos antes de la era actual, en la antigua Grecia: <i>“¿Es que Dios quiere prevenir el mal, pero no puede? Entonces no es omnipotente. ¿Puede, pero no desea hacerlo? Entonces es malvado. ¿Puede prevenirlo y quiere hacerlo? ¿Entonces por qué existe el mal? Y, si no es capaz ni desea hacerlo, entonces, ¿por qué llamarlo Dios?”</i></p><p>Antes de que alguien se apresure a recordármelo, soy plenamente consciente de que para esa antigua duda han sido ofrecidas numerosas posibles respuestas a lo largo de los siglos. Pero ese no es el punto, sino el hecho de que afirmar que Dios tiene el control de todo, pronunciada con el propósito de reconfortarme, en realidad lo que consigue es generar una dolorosa interrogante y, por ende, resulta poca o nula fuente de ánimo.</p><p><b>El porqué.</b> Otra frase frecuente es <i>“Ya verás que todo pasa por un motivo”</i>. Esa también me crispa por dentro. La idea es que, cuando ocurren cosas malas, es porque de ellas eventualmente devendrá una consecuencia positiva. Por tanto, hay que aceptarlas y tener confianza. Y esperar.</p><p>La frase mencionada implica que detrás de todo evento negativo hay una finalidad positiva; una ulterior razón de ser benéfica. Sin embargo, desde luego, para que exista una intención se requiere que algo o alguien —una voluntad deliberada— lo haya preestablecido. Dicho de otro modo, que todo sea el fruto de un diseño o plan, por lo cual el argumento viene siendo semejante al anterior.</p><p>El problema evidente es que, a lo largo de la historia —y de nuestras propias vidas—, han ocurrido innumerables cosas malas de las que nunca surgió una consecuencia positiva, por lo que la frase en cuestión suele escucharse con mayor frecuencia ex post facto, es decir, solo cuando convenientemente se ha producido un efecto bienhechor.</p><p>En segundo lugar, y más relevante aún, está la sugerencia implícita —que personalmente encuentro chocante e inaceptable— de que a veces alguien debe sufrir para que otro reciba un beneficio. ¿Tiene un niño que padecer cáncer y sufrir una agonía espantosa solo para que sus padres reciban algún don o fortaleza moral?</p><p>En adición a lo anterior, la idea de que todo sucede por un motivo conlleva creer que el futuro está escrito, que estamos a merced del destino o del plan maestro que ya está trazado.</p><p>Yo no lo veo así. Pienso que, por el contrario, el futuro es continuamente creado a partir de nuestras acciones (e inacciones) pasadas y presentes, sin un rumbo predefinido. Cada día, hora, minuto y segundo de nuestras vidas, existe un abanico casi ilimitado de senderos que podemos tomar y, una vez definido uno, de inmediato se abre otro abanico igual de posibilidades y así sucesivamente, <i>ad infinitum</i>.</p><p>Nuestra historia como individuos, y nuestro futuro como especie, es el resultado de la incesante interacción de una trilogía de factores: aquellas cosas que están bajo nuestro control (y que podemos hacer o no, en ejercicio de nuestra libertad); aquellas cosas que están bajo el control de otras personas (por ejemplo, las decisiones de autoridades políticas o de otros países) y, finalmente, aquellas sobre las que nadie tiene control (como los fenómenos naturales). La confluencia de los tres es lo que va abriendo brecha. Verdaderamente, como escribió Machado, y canta Serrat, se hace camino al andar.</p><p><b>Esperanza.</b> Comprendo —y jamás pretendería menospreciar— que para tantas personas sea motivo de consuelo pensar que existe un ser supremo que tiene las riendas de todo o que las cosas malas suceden por una buena razón trascendente.</p><p>Ello aliviana la pesada carga de encarar un porvenir incierto. Para quienes piensan así, la perspectiva que aquí planteo —nacida del dolor— seguramente sonará a visión carente de esperanza. Pero no es así. Lejos de ello. Soy un convencido absoluto de aquello que una vez afirmó el neurólogo y psiquiatra Viktor Frankl ("<a href="http://www.amazon.com/dp/1684117380/ref=nosim?tag=chessacr-20" rel="nofollow" target="_blank">El Hombre en Busca de Sentido</a>"): <i>“¿Cuál es el sentido de la vida? El sentido de la vida es darle a la vida un sentido"</i>.</p><p>Cuando aconteció uno de esos tristes episodios que me dejó el 2019 (el fallecimiento de un hermano), la noticia me alcanzó fuera del país, mientras almorzaba con mi hijo mayor y mi nuera. Primero, vino el impacto, el asombro, el dolor. Pero, pasado un rato, me di cuenta de que estaba dentro de mí elegir si estar triste o no. Pensé que las duras experiencias vividas ese año y en el pasado me han enseñado que, ante la muerte, lo que debemos hacer es celebrar la vida.</p><p>No muchos entienden que las probabilidades de estar vivos son pequeñísimas, comparadas con las de no estarlo; que estar vivos es un privilegio, un regalo. Y noté que hacía un día hermoso. El cielo estaba totalmente despejado, había un sol luminoso, flores por todas partes y los árboles comenzaban a mostrar sus colores otoñales.</p><p>Entonces, abracé a mi hijo (siempre que se pueda hay que abrazar a los seres queridos) y le propuse a él y a mi nuera ir a caminar y disfrutar el día, en memoria de mi hermano. Es lo que él habría querido y lo que yo, no el destino, escogí.</p><p>No, no creo que todo pase por una razón. Mas eso no significa que no podamos darle un sentido a lo que pasa. Veo el dolor venir y elijo no evadirlo; más bien, le doy la bienvenida porque es un viejo amigo. No obstante, una vez dentro, y aunque esto suene como a un sinsentido, escojo transformarlo en lágrimas de amor y de gratitud.</p><p>Aunque hay cosas fuera de mi control, lo que sí puedo hacer es decidir, consciente y deliberadamente, cómo quiero que me afecte lo que sucede, especialmente lo malo. Las restricciones que impone lo que no podemos determinar ciertamente nos somete a un grado de angustia. Pero, por otro lado, la posibilidad de construir nuestro futuro a partir de aquellas cosas que sí podemos dirigir nos abre vastos horizontes. Nos hace libres.</p>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-8845101885918218022019-12-05T18:44:00.000-06:002020-08-21T18:49:06.539-06:00Un aguinaldo para el próximo año<h4 style="text-align: right;">Este artículo apareció en la Sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="https://www.nacion.com/opinion/columnistas/pagina-quince-un-aguinaldo-para-el-proximo-ano/T4UZKITH25E6NOA3DSTPJTXBCI/story/" rel="nofollow" target="_blank">ver publicación</a>).</h4><p>En los próximos días, los trabajadores y pensionados recibirán su décimo tercer mes salarial, más conocido como aguinaldo. Sin embargo, lamentablemente, muchos de ellos —quizá la mayoría— no tendrán la oportunidad de disfrutarlo en buena parte o, en el peor de los casos, del todo. La razón es que el ingreso lo tienen comprometido, ya sea para cancelar deudas o para cubrir erogaciones típicas del fin y principio de año, como el pago del marchamo o los gastos escolares de sus hijos.</p><p><b>Grata sensación.</b> Me gustaría que esas personas pensaran qué maravilloso sería si su aguinaldo llegara libre de polvo y paja; es decir, que todo o, cuando menos, la mayor parte de este no tenga ya como destino el bolsillo o la cuenta de otros. Qué grata sensación sería la de saber que cuando se reciba ese ingreso no aparecerán inmediatamente las manos extendidas de muchos cobradores exigiendo su parte, lo que da la impresión de que el dinero es como arena que se escapa de entre los dedos tan pronto llega. Sería como ganar la lotería, ¿verdad?</p><p>En mi anterior antrículo, “<a href="https://hess-cr.blogspot.com/2019/11/solo-hay-un-modo-de-evitar-el.html">Solo hay un modo de evitar el sobrendeudamiento</a>” (La Nación, 5/11/19), intenté explicar la diferencia primordial existente entre alguien financieramente inteligente y quien no lo es. En síntesis, señalé que quien no posea ese talento procede según este orden: recibe su dinero, abona a las deudas, gasta sin apego a ningún plan y, finalmente, si sobra algo —cosa que rara vez o nunca sucede—, lo ahorra. Por el contrario, la persona financieramente educada primero prepara un presupuesto de ingresos y gastos, luego recibe su dinero, separa el ahorro previsto en ese plan —idealmente, lo invierte— , después abona a sus deudas y, por lo último, gasta conforme el presupuesto establecido, sin excederlo.</p><p><b>Ingreso extraordinario. </b>Con el aguinaldo también se debe ser financieramente inteligente. Es necesario entender que se trata de un ingreso extraordinario, que, consecuentemente, no debe estar destinado a satisfacer gastos ordinarios. Estos últimos deben contemplarse siempre en el presupuesto personal o familiar, puesto que son totalmente previsibles. Por ejemplo, a nadie que posea un vehículo puede tomarle por sorpresa el pago anual de los derechos de circulación; esta es una erogación ordinaria y, por ende, hay que prepararse de antemano, a partir de los ingresos ordinarios, no del aguinaldo.</p><p>Cuando alguien carece de inteligencia financiera, piensa que la solución para todos sus problemas consiste en ganar más dinero. En consecuencia, se centra en alternativas tales como trabajar horas extra, buscar un segundo empleo, procurar una promoción laboral o un aumento salarial. No obstante, dicen con justificada razón los expertos que, cuando el problema de una persona es no saber cómo administrar su propio dinero, ninguna cantidad extra lo resolverá. En efecto, tan pronto se obtiene el ingreso adicional, el individuo tenderá a gastar más o a contraer nuevas deudas. De este modo, incluso la gente que gana salarios elevados puede caer en una crisis económica. La diferencia entre un pobre y un rico, recalcan los mismos expertos, no es cuánto gana, sino cuánto de ese ingreso se logra ahorrar. Y el aguinaldo no es excepción.</p><p><b>Cómo lograrlo.</b> Por todo lo anterior, si usted es de los que ya saben que de su aguinaldo quedará poco o nada, propóngase hacer algo distinto el año que viene. Por ejemplo, precise a cuáles gastos previsibles destina actualmente ese décimo tercer mes. Luego, divida ese monto entre el número de pagos que recibirá en el 2020 (quizás sean 12, si le pagan mensualmente; 24, si gana quincenalmente, etc.) y agregue a su presupuesto el rubro de ahorro correspondiente. Cada vez que le paguen, guarde esos montos en una cuenta de ahorros o, mejor todavía, en un fondo de inversión o certificado de depósito. Si quiere facilitarse la vida, puede acercarse a su banco, asociación solidarista, cooperativa o similar y suscribir un plan de ahorro programado; de este modo, la cuota será deducida automáticamente de su ingreso e invertida, sin que usted lo sienta. Así, cuando llegue diciembre del año entrante, descubrirá tres escenarios maravillosos: que ya tiene listo el dinero para pagar esos gastos ordinarios, que ha ganado intereses sobre esos montos y, lo mejor de todo, que no tendrá que dedicar su décimo tercer mes a compromisos.</p><p>Así es que, el próximo año, le propongo regalarse su propio aguinaldo. Desde ya, muy feliz y próspero año nuevo para todos.</p>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-83554343683034032592019-11-05T18:32:00.000-06:002020-08-21T18:43:38.943-06:00Solo hay un modo de evitar el sobrendeudamiento<h4 style="text-align: right;"> Este artículo apareció en la Sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="https://www.nacion.com/opinion/editorial/pagina-quince-solo-hay-un-modo-de-evitar-el/EYWBDW73X5HPZGURCJO2LTPZHQ/story/" rel="nofollow" target="_blank">ver publicación</a>).</h4><p>Los reportajes publicados por La Nación acerca del sobrendeudamiento de los costarricenses son alarmantes y han sonado la voz de alerta sobre la necesidad de actuar para encontrarle alivio urgente.</p><p>En la primera plana de la edición del 2 de noviembre, dos titulares provocan sentimientos encontrados: esperanza (“Los pasos para crear un ahorro a largo plazo según su edad”) y desaliento (“Compradores se lanzan a la caza de promociones”).</p><p>El gobierno propuso planes para combatir el flagelo, pero es evidente que de poco servirán si no se ataca el mal desde la raíz: la escasa o nula educación financiera en el país; problema al cual dediqué un comentario anterior (“<a href="https://hess-cr.blogspot.com/2019/07/analfabetismo-financiero.html">Analfabetismo financiero</a>”, La Nación, 29/7/2019).</p><p>Los anunciados proyectos incluyen la obligatoriedad de llevar cursos sobre la materia, aunque leí que se pretende la asistencia durante tres años, plazo irrazonablemente excesivo que casi asegura el incumplimiento.</p><p>No debería ser necesario llevar lo que vendría a ser prácticamente una carrera universitaria para aprender a administrar los recursos personales. Además, ¿quién los va a impartir? ¿Los bancos? No tengo nada en su contra, pero lo cierto es que estos son los principales beneficiarios de que la gente se endeude hasta el cuello. ¿La Superintendencia General de Entidades Financieras, entonces? Tendría que alquilar el Estadio Nacional para educar a tantos.</p><p><b>Independencia financiera.</b> Es fundamental que las personas entiendan una regla que debería ser de sentido común, si no fuera porque este, como dicen, es el menos común de los sentidos: solo hay un modo de evitar el endeudamiento excesivo, y es gastar menos de lo que se gana. De lo contrario, es imposible ahorrar. Sin ahorro, es imposible invertir. Si no se invierte, no se alcanza la independencia financiera, condición ideal en la que los réditos de las inversiones sobrepasan los gastos regulares.</p><p>Por lo general, quien no posee una adecuada formación financiera se apega a un patrón de conducta cuya secuencia es esta: recibe un ingreso; después, gasta sin apego a un presupuesto; luego, procura abonar a las deudas; y, finalmente, si algo sobra, ahorra.</p><p>Puesto que usualmente nunca sobra nada, nunca se ahorra. Peor aún, si el dinero no alcanza siquiera para cubrir los gastos, se acude al endeudamiento mediante préstamos, tarjetas de crédito, etc.</p><p>Esta mecánica, repetida constantemente, mes tras mes, conduce al fracaso y a mantener a la persona en condiciones de perpetuo estrujamiento económico, con la consiguiente angustia y los males físicos y emocionales derivados.</p><p><b>Inteligencia financiera.</b> Por el contrario, quien, gracias a la educación posee lo que los expertos llaman “inteligencia financiera”, hace las cosas en un orden distinto: primero crea un presupuesto, que incluye siempre una meta de ahorro, por pequeña que sea, sin excepciones ni excusas, así como el pago de deudas hasta donde sea posible. Después, recibe el ingreso, separa el ahorro planificado (a esto se le conoce como “pagarse a uno mismo primero”), abona a las obligaciones existentes y, finalmente, gasta sin exceder los recursos disponibles, y, obviamente, sin agravar su nivel de endeudamiento.</p><p>Lo sé, es más fácil decirlo que hacerlo. Sin embargo, la indisciplina conduce a una actitud en la que nunca faltarán justificaciones para no ahorrar (“no me alcanza”, “la situación está muy dura”) y, más bien, gastar (“para eso trabajo”, “me lo merezco”, “solo se vive una vez”).</p><p>Dichas razones son solo excusas para eludir lo que se sabe bien que no debe hacerse: consumir más de lo que se recibe. En efecto, se gasta dinero que no se tiene en cosas que frecuentemente no se necesitan y todo para complacer a otros, o para tratar de impresionar dando una falsa apariencia de opulencia. Aquí, les dejo una pista: a nadie le interesa.</p><p><b>Paz interior.</b> Sin importar lo que digan los eternos pesimistas, aunque sea poco, siempre es posible ahorrar (e incluso donar para los más necesitados, tema valioso para un futuro comentario).</p><p>En palabras del escritor Ramit Sethi ("<a href="http://www.amazon.com/dp/1523505745/ref=nosim?tag=chessacr-20" rel="nofollow" target="_blank">I Will Teach You to Be Rich</a>"), para poder gastar extravagantemente en las cosas que amamos, primero hay que recortar inmisericordemente las que no. Cada quien sabe qué es importante y qué no lo es, y debe actuar en consecuencia.</p><p>No desaprovechar las oportunidades esperadas (aguinaldo, salario escolar, etc.) o inesperadas (recibir un aumento o pago retroactivo, ganar la lotería, etc.) para ahorrar, en vez de aumentar el consumo.</p><p>Lo ideal es crear primero una reserva para emergencias, luego, abonar cantidades mayores para acelerar la cancelación de deudas y, eventualmente, invertir. Requiere disciplina, pero el premio será la paz interior, el bienestar propio y el de los seres queridos. Y, eso, no tiene precio.</p>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-91165953219082128732019-07-29T18:18:00.000-06:002020-08-21T18:31:28.527-06:00Analfabetismo financiero<h4 style="text-align: right;"> Este artículo apareció en la Sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="https://www.nacion.com/opinion/columnistas/pagina-quince-analfabetismo-financiero/5KGF4HJ3PVAFPDE4VHQG5332RU/story/" rel="nofollow" target="_blank">ver publicación</a>).</h4><div><div>Tuve el agrado de participar en el simposio "Finanzas Personales en Época de Crisis: Implicaciones del Endeudamiento Extremo para el Sistema Financiero", como parte del programa de educación financiera "Hagamos Números", auspiciado por La Nación, entre otras entidades.</div><div><br /></div><div>Debo decir que al mundo de las finanzas personales llegué más por necesidad que por voluntad. Siempre pensé que la materia sería demasiado árida y poco atrayente, lo cual no deja de ser extraño, siendo hijo de un economista y hermano de dos. Sin embargo, a medida que he dedicado tiempo a estudiarla, he descubierto, con sorpresa, que en realidad es sumamente interesante; diría que hasta fascinante. Y, más significativo aún, cada vez con más insistencia me viene a la mente la pregunta por qué nadie nos la enseñó desde pequeños.</div></div><div><br /></div><div><div><b>Pavoroso endeudamiento.</b> Los conferencistas en la actividad mencionada abundaron en cuadros y estadísticas sobre el alarmante endeudamiento que angustia a gran parte de la población, incluidos no solo los sectores de ingresos más bajos, sino también muchas personas del estrato medio y, sorprendentemente, del alto.</div><div><br /></div><div>Lo anterior sugiere que la mala gestión de la economía personal y familiar no depende necesariamente de cuánto dinero ingresa a los hogares, sino, más bien, de la errónea actitud de las personas en lo relativo a la administración de sus recursos —sean pocos o muchos— porque se dejan llevar por el consumismo irresponsable que nos tienta a diario y conduce a tantos a gastar en un estilo de vida que procura aparentar ante otros una riqueza inexistente, sin percatarse de que aquellos a quienes pretenden impresionar posiblemente están igual o peor de endeudados.</div><div><br /></div><div>El inversionista Warren Buffet lo resumió magistralmente:<i> “Lo que mantiene ricos a los ricos es que tratan su dinero como si fueran pobres; y lo que mantiene pobres a los pobres es que tratan su dinero como si fueran ricos”</i>.</div><div><br /></div><div>Esperanzadoramente, van surgiendo poco a poco algunos programas para combatir este auténtico analfabetismo financiero. Por ejemplo, la representante del Ministerio de Economía, Industria y Comercio explicó que esa cartera impulsa una iniciativa de este tipo, desde la óptica de la defensa del consumidor. Pero en el momento en que ella exponía al respecto, en mi cabeza resonaba la pregunta: ¿Dónde está el Ministerio de Educación Pública? Porque debería ser evidente que, en muchos casos, para formar a personas adultas en esta disciplina ya es muy tarde.</div><div><br /></div><div><b>Cuándo empezar.</b> Ahora bien, estoy convencido de que la educación financiera en realidad debería iniciarse en el propio hogar, mucho antes incluso del momento en que un niño reciba por primera vez una mesada.</div><div><br /></div><div>Jill Schlesinger, experta estadounidense en planificación financiera, menciona en su reciente libro "<a href="http://www.amazon.com/dp/0525622179/ref=nosim?tag=chessacr-20" rel="nofollow" target="_blank">The Dumb Things Smart People Do with Their Money: Thirteen Ways to Right Your Financial Wrongs</a>" ("Las cosas tontas que la gente inteligente hace con su dinero: trece maneras para corregir sus errores financieros"), que las investigaciones demuestran que los menores comienzan a formar hábitos financieros alrededor de los siete años.</div><div><br /></div><div>Ella recomienda comenzar antes, entre los tres y los cinco años, mostrándoles los distintos tipos de monedas y billetes, así como explicándoles la diferencia entre las cosas que son gratuitas (como salir a jugar con sus amigos) y las que cuestan dinero (como un cono de helado).</div><div><br /></div><div>Más adelante, se les debe explicar que para obtener ingresos es necesario esforzarse y que, para adquirir ciertas cosas, se necesita, además de tiempo y paciencia, postergar el afán de gratificación instantánea que la publicidad, las redes sociales e incluso alguna de la gente de su entorno pretende inculcarles.</div></div><div><br /></div><div><div>Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con estas recomendaciones puntuales, pero está claro que existe un problema: ¿Cómo enseñar a los hijos lo que deben saber acerca del dinero si muchos padres de familia tampoco entienden correctamente cómo es el asunto y no practican hábitos sanos al respecto?</div><div><br /></div><div><b>Materia obligatoria.</b> Por esto, me parece igualmente apremiante que los centros de enseñanza, públicos y privados, conviertan la educación financiera en una materia tan obligatoria como las ciencias o la historia.</div><div><br /></div><div>A mi juicio, un joven debería salir del colegio sabiendo cómo crear y ajustarse a un presupuesto, qué es y cómo funciona una cuenta bancaria, cómo manejar correctamente una tarjeta de crédito para evitar el endeudamiento innecesario, etcétera.</div><div><br /></div><div>Y, por sobre todo, la repercusión de vivir conforme a sus ingresos, así como la relevancia de comenzar a ahorrar e invertir lo antes posible para mejorar su calidad de vida futura. Es urgente acabar con el analfabetismo financiero.</div></div>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-69672867879719785202019-01-18T07:46:00.002-06:002020-08-20T18:21:59.292-06:00El lamentable estado de la profesión jurídica<h4 style="text-align: right;">
Este artículo apareció en la sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="https://www.nacion.com/opinion/columnistas/el-lamentable-estado-de-la-profesion-juridica/4PGAVEALORDCZAYOENWBE5NUQI/story/" rel="nofollow" target="_blank">ver publicación</a>).</h4><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">El reportaje publicado en La Nación del pasado 11 de enero es contundente: el 90 % de los graduados en Derecho perdió el más reciente examen de incorporación al Colegio de Abogados. Del desastroso resultado no se salvaron ni siquiera los egresados de la Universidad de Costa Rica –tradicional baluarte académico de la profesión jurídica– que no lograron alcanzar ni un 50 % de aprobación. Además, la mayoría de los candidatos ya habían hecho al menos una vez la prueba anteriormente, es decir, eran repitientes.</div><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on"><b>Causas múltiples.</b> Las razones de tan deplorable resultado parecieran ser varias: unos lo atribuyen a aspectos psicológicos; otros consideran que el examen es memorístico y no refleja las condiciones reales del ejercicio de la abogacía. Ciertamente, el problema merece un análisis reposado y objetivo. Sin embargo, está claro que algo anda muy mal en la formación de los futuros operadores del derecho y, en lo personal, esos resultados no me sorprenden en lo más mínimo.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on"><div dir="ltr" trbidi="on">He ejercido la abogacía por más de 30 años, tanto en el sector público como en el privado. Durante la última década, tuve el privilegio de desempeñarme como juez hasta mi retiro y fue justamente desde esta trinchera que fui testigo presencial del palpable decaimiento de la forma como muchos abogados efectúan su trabajo, particularmente, los de más reciente incorporación. Puedo resumir los síntomas del problema en al menos tres categorías generales.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on"><b>Ortografía y gramática.</b> El profesional en derecho debe plasmar su labor fundamentalmente por escrito. Si bien durante los últimos años ha habido una migración hacia la oralidad (al menos en lo judicial), el bulto de las actividades de los abogados y notarios sigue manifestándose en forma documental. Y, en ese sentido, la experiencia diaria no deja mentir: una alarmante proporción de profesionales –no obstante haber pasado por muchos años de educación escolar, colegial y universitaria– simple y sencillamente no saben escribir correctamente.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on">Para ser justos, la problemática no es exclusiva de los graduados en derecho, pero en el caso de estos últimos resulta especialmente preocupante porque lo menos que debe hacer un especialista en esta materia es expresar con claridad los alegatos y reclamos de sus patrocinados.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on">Si ni siquiera son capaces de distinguir entre “halla” y “haya” o de emplear los signos gramaticales en forma apropiada (por mencionar solo dos ejemplos típicos), con frecuencia se torna difícil, cuando no casi imposible, entender el sentido de sus escritos y esto, evidentemente, va en detrimento de los intereses de las personas que les han confiado sus problemas legales.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on"><b>Incapacidad argumentativa.</b> Un problema aún más sensible es que muchos no poseen la capacidad de exponer, de forma ordenada, clara y concreta, cuál es la cuestión de fondo que someten a conocimiento y decisión judicial.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on">Aun cuando en nuestra profesión rige de forma general la máxima iura novit curia (conforme a la cual el juez conoce el derecho y las partes solo deben someter a su conocimiento los hechos), también se aplica el llamado principio dispositivo, que, en síntesis, y a pesar de algunas atenuaciones actuales, limita las potestades de decisión del juzgador a aquellas cuestiones concretas que las partes hayan sometido al debate.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on">Esta regla va de la mano con el principio de congruencia, conforme al cual la debida correspondencia entre lo solicitado por el actor en la demanda y lo resuelto por el órgano jurisdiccional en sentencia se constituye en una obligación procesal de acatamiento ineludible para los jueces en la resolución de las demandas formuladas.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on">Es así que, al analizar el fondo del asunto planteado, únicamente se revisan las alegaciones en que se sustenta la demanda. Todo lo anterior quiere decir, en términos simples, que, para que prospere un reclamo judicial, los abogados deben ser capaces de articular de forma completa y precisa sus argumentos y pretensiones, pues, de lo contrario, es imposible atenderlos positivamente; el juez o el tribunal no debe ni puede suplir oficiosamente las carencias de las partes al respecto.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on">Por ello, tristemente, a veces es inevitable rechazar incluso una demanda en la cual se percibe que su promovente podría tener razón en sus alegaciones, pero el abogado simplemente no supo presentar correctamente el problema planteado y qué era exactamente lo que pretendía al respecto.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on"><b>Desconocimiento jurídico.</b> Increíblemente, ciertos profesionales exhiben una ignorancia supina en el manejo de conceptos jurídicos básicos. Basta con un solo ejemplo al respecto: en el derecho público costarricense, todo jurista sabe –o debería saber– que el Estado y las entidades descentralizadas son personas jurídicas distintas, cada una con su respectivo ámbito de competencias y responsabilidades. No obstante, no mucho antes de mi retiro, me correspondió examinar un proceso en que el abogado del actor pretendía demandar al Estado por el despido del cual había sido víctima un funcionario del ICE.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on">Sorprendidos, los integrantes del tribunal pedimos a la parte que aclarara contra quién dirigía su reclamo, a lo cual el abogado en cuestión respondió, increpándonos por desconocer, según él, “el elemental principio del Estado como patrono único” e insistiendo en que la demanda iba dirigida contra este y no contra el ICE.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on">Irremediablemente, hubo que declarar sin lugar el asunto, pero al mismo tiempo se dispuso poner el caso en conocimiento de la Fiscalía del Colegio de Abogados, pues era evidente que el trabajador en cuestión se encontraba en estado de indefensión por causa de la ignorancia del profesional al que había confiado su caso, y quien seguramente le había cobrado los honorarios correspondientes.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on">En conclusión, el estado de la profesión jurídica en nuestro país es, hoy por hoy, preocupante. La justicia es un derecho fundamental de todos los ciudadanos. Pero no es posible aspirar a alcanzar plenamente ese ideal cuando muchos profesionales, que se supone deben hacerlo realidad para sus clientes, tienen una deficiente formación, la cual es atribuible, en algunos casos, a su propia desidia y, en otros, a la inadecuada calidad de los centros de estudios en cuyas manos pusieron su instrucción.</div><div dir="ltr" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" trbidi="on">Pienso que el problema amerita un examen profundo, por lo cual se debe escuchar la opinión de todas las partes involucradas y tomar de inmediato las medidas necesarias.</div></div></div>
Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-72897379148367281032018-11-07T16:57:00.000-06:002020-08-20T19:15:34.796-06:00Software de productividad recomendado<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
En orden alfabético:<br />
<div>
<div style="text-align: left;">
</div>
<ul style="text-align: left;">
<li><a href="https://evernote.grsm.io/ebcc-ChristianHessAraya">Evernote</a>: almacenamiento de notas, documentos, imágenes, etc.</li>
<li><a href="https://lastpass.com/f?8230216">LastPass</a>: gestión segura de contraseñas y demás información sensible.</li>
<li><a href="https://intranet.strongvpn.com/services/strongvpn/refer/63076662533d9c32/">StrongVPN</a>: protección contra ciberdelincuentes.</li>
<li><a href="https://ynab.com/referral/?ref=sLVaLG7SIe-mfbAz&utm_source=customer_referral">YNAB</a>: administración de finanzas personales.</li>
</ul>
</div>
</div>
Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-64372387482738908402018-09-30T09:05:00.000-06:002020-08-21T18:12:45.855-06:00Tiempos de ajuste económico<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: right;">
<div style="text-align: left;"><h4 style="text-align: right;">Este artículo apareció en la sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="https://www.nacion.com/opinion/columnistas/tiempos-de-ajuste-economico/JXK7P3UB7BE6HFO3ORKKWSJHEU/story/" rel="nofollow" target="_blank">ver publicación</a>)</h4><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Son tiempos de ajuste económico, y no solamente para el gobierno, sino para todos. La realidad exige actuar en forma planificada e inteligente; tomar decisiones que protejan las finanzas personales y familiares.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con ese espíritu, leí recientemente un libro corto, práctico y claro, titulado "<a href="http://www.amazon.com/dp/0062567586/ref=nosim?tag=chessacr-20" rel="nofollow" target="_blank">You Need A Budget</a>") ("Usted necesita un presupuesto"), donde el autor, el estadounidense Jesse Mecham, expone una metodología de administración financiera personal desarrollada por él, conocida como YNAB (por las siglas en inglés del título). Seguidamente haré una breve síntesis de este sistema, sin perjuicio de recomendar la lectura del libro completo, que está escrito para el público en general, empleando un lenguaje llano y acudiendo con frecuencia a experiencias de vida del propio autor.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El método YNAB está basado en cuatro reglas básicos, que procuraré exponer de forma adaptada al medio costarricense.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La primera se puede enunciar así: “Asígnele un trabajo a cada colón”. En esencia, este mandato implica preparar un presupuesto en el que todo –e, insisto, todo– su dinero disponible esté asignado a propósitos claros y específicos. Ello requiere efectuar un ejercicio concienzudo de definición de prioridades y distribución de montos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El primer paso consiste en revisar sus estados de cuenta bancarios y otras reservas para precisar el monto exacto de dinero a su alcance. Luego, debe preparar una lista de gastos, comenzando por sus obligaciones impostergables (pago de servicios públicos, gastos de vivienda y alimentación, amortización de deudas, etc.), asignándoles las sumas que requieran.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Seguidamente, hay que prever el financiamiento de lo que Mecham llama “expensas reales” (que explicaré junto con la segunda regla). Después vendrán las metas a mediano y largo plazo (p.ej., compra de un vehículo, un viaje, etc.) y, finalmente, los gastos correspondientes a lo que podríamos denominar “estilo de vida” (salidas a comer, al cine y así por el estilo).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este ejercicio se debe efectuar hasta que no quede un solo céntimo que no tenga un destino y, luego, hay que repetirlo cada vez que se reciban nuevos ingresos. De este modo, será posible orientar las decisiones de consumo futuro sobre el conocimiento de la disponibilidad real de recursos y evitar los gastos impulsivos e irresponsables.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Otros compromisos.</b> La segunda regla es “anticipe sus expensas reales”. Este principio parte de tener claro que nuestros gastos –y, por ende, las asignaciones presupuestarias que debemos hacer– van más allá de aquellos que afrontamos quincena a quincena o mes a mes, para incluir también otros compromisos para los cuales debemos ir preparándonos con antelación. Por ejemplo, quienes posean un vehículo, deberán anticipar el ineludible pago de seguros y derechos de circulación a fin de año; los propietarios de inmuebles deben tener en cuenta los respectivos impuestos y servicios municipales, en forma trimestral; y así sucesivamente.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La idea es que, para todas estas erogaciones, se separe un monto regular, de manera que cuando llegue el momento de pagarlas se cuente con la suma completa. Lo mismo aplica para otras circunstancias imprevistas para las cuales se recomienda ir alimentando, hasta donde sea posible, una reserva de contingencia que permita minimizar el impacto de posibles sorpresas futuras.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En tercer lugar, “ajuste el rumbo”. El presupuesto no es un objeto estático e inflexible, debe enmendarse a medida que la cambiante realidad nos lo exija. Hacer modificaciones en el presupuesto no significa que uno se haya equivocado previamente, sino que tenemos la capacidad de adaptarnos a los desafíos que la vida siempre nos trae. Al igual que ocurre con la selección natural biológica, la supervivencia financiera depende de nuestra habilidad de adaptarnos al entorno y rectificar el curso en el momento necesario.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Ingresos adicionales.</b> Finalmente, la cuarta regla es “añeje su dinero”. El método YNAB pregona la necesidad de romper el ciclo de “vivir de quincena en quincena” gastando el dinero a medida que se recibe o, peor aún, disponiendo anticipadamente de sumas que todavía no se han percibido, endeudándose por medio de préstamos o del uso de tarjetas de crédito.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De esta manera, la idea es poner en práctica toda oportunidad que se tenga para generar ingresos adicionales (p.ej., vender cosas innecesarias), así como aprovechar recursos extraordinarios (el aguinaldo, el salario escolar, quizás hasta algún premio de lotería) y reducir gastos para reforzar el presupuesto de modo que, idealmente, hacer los pagos del mes con dineros recibidos al menos un mes antes. De esta manera, en vez de tener un puñado de facturas esperando que llegue el dinero para pagarlas, se tenga un puñado de dinero esperando que lleguen las facturas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Siguiendo en forma consistente y disciplinada estos cuatro mandamientos, el método YNAB promete ayudar a ordenar las finanzas, generar ahorro y, en última instancia, aliviar el estrés asociado a la inevitable necesidad de afrontar las obligaciones económicas que todos tenemos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ponerlos en práctica no será necesariamente fácil, pero ciertamente será menos difícil que afrontar esas necesidades por vías más dolorosas, como ahogarse en préstamos o afrontar elevados pagos de tarjetas. ¡Buena suerte!</div></div>
</div>
</div>
Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-22113385620781372532018-05-31T06:00:00.001-06:002020-08-20T18:49:55.534-06:00La nueva regulación europea sobre datos personales<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: right;">
<span style="color: #666666; font-size: x-small;">Este artículo apareció en la sección "Página Quince" de La Nación de hoy (<a href="https://www.nacion.com/opinion/columnistas/nueva-regulacion-europea-sobre-datos-personales/CT7EATV72RHHVO3KETXXPBQJIM/story/">ver publicación</a>).</span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Cumplido un período de vacancia de dos años luego de su promulgación en el 2016, el 25 de mayo pasado entró en vigencia la nueva “Regulación General sobre Protección de Datos” 2016/679 (“GDPR”, por sus siglas en inglés), que rige para toda la Unión Europea (UE) y el Área Económica Europea. La GDPR, como su nombre lo indica, es una regulación y no una directiva, lo que implica que no require que los países integrantes de la UE la ratifiquen internamente, sino que es directamente vinculante. De hecho, viene a reemplazar la obsoleta Directiva de Protección de Datos que regía desde 1995. La génesis de este nuevo ordenamiento se dio en enero del 2012, cuando la Comisión Europea acordó poner en marcha un plan para una reforma global de la protección de datos en el Viejo Continente, con el propósito expreso de adecuar a Europa a la era digital.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Autodeterminación informativa.</b> A grandes rasgos, la GDPR es una normativa sobre protección de datos personales y privacidad para todos los ciudadanos y residentes de la UE. Además, regula la exportación de dichos datos fuera de esa área. Su objetivo primario es devolver a las personas el control sobre su información personal (es decir, a garantizar el derecho fundamental a la llamada “autodeterminación informativa”), así como simplificar el entorno regulatorio para las organizaciones y empresas internacionales, ofreciendo un marco unificado a lo largo y ancho de la UE, apropiado y actualizado de frente a los desafíos que plantea la actual sociedad de la información.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En efecto, no es ningún secreto que, en lo fundamental, casi todos los aspectos de nuestra vida diaria actualmente involucran la generación, recopilación, almacenamiento y tratamiento (“minería”) de datos personales. Los gobiernos, bancos, empresas y, en general, casi todos los servicios que empleamos nos exigen suministrar nuestro nombre, domicilio, teléfono, correo electrónico, datos financieros y de otros tipos, algunos de carácter sensible. Y, hasta ahora al menos (a pesar de que el tema no es novedoso, ni mucho menos), es poco o nulo el control que podemos tener sobre cómo y para qué se utiliza nuestra información.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ya más específicamente, la GDPR contiene una serie de requerimientos relativos al procesamiento de información personalmente identificable. A partir de ahora, todos los procesos empresariales que utilicen datos personales deben estar diseñados e implementados presuponiendo una protección máxima de la intimidad, empleando técnicas de despersonalización, de manera que ninguna información pueda ser revelada externamente sin el consentimiento explícito de su titular (quien puede revocar esa autorización en cualquier momento) y que no pueda ser empleada para identificar a un individuo sin acudir a datos adicionales, almacenados separadamente.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Obligaciones impuestas.</b> Todas las entidades que procesen datos personales deben revelar claramente qué información recopilan y cómo lo hacen, así como durante cuánto tiempo la retienen y si la comparten o no con terceros. Por su parte, las personas tienen derecho a obtener una copia de los datos en un formato común y, bajo ciertas circunstancias previstas en la normativa, pueden solicitar que su información sea suprimida, ejerciendo el llamado “derecho al olvido”. Otra importante novedad es que, ahora, tanto las autoridades públicas como las empresas cuya actividad fundamental sea el procesamiento de datos personales (como, por ejemplo, la creación de perfiles crediticios, información médica, etc.) están obligadas a tener lo que se denomina un Oficial de Protección de Datos (DPO, en inglés), quien es responsable de asegurar el cumplimiento de las nuevas disposiciones, incluyendo las acciones que se debe adoptar en caso de filtración de datos, tales como una oportuna notificación del hecho a las personas afectadas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Solo están exceptuados de los alcances de la nueva regulación algunos supuestos puntuales, como las actividades de recolección y tratamiento de datos por motivos de seguridad nacional, policía o justicia, así como el análisis estadístico o científico o en supuestos como el procesamiento de información personal por personas físicas con motivos puramente domésticos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como adelantábamos, la GDPR aplica a todas las organizaciones que recopilen o procesen datos personales dentro de la UE o bien cuando dicha información se refiera a un ciudadano o residente de esa zona. Por ende, en determinados casos, afecta también a entidades o empresas ajenas a la UE, si los datos personales recopilados o procesados pertenecen o se refieren a personas situadas dentro de ella. Evidentemente, esto incluye a empresas tecnológicas internacionales muy grandes, incluyendo a las propietarias de redes sociales tales como Facebook, Twitter, Instagram, etc.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Sanciones.</b> El incumplimiento de la GDPR puede someter a la organización responsable a una gama de posibles consecuencias y sanciones previstas, que van desde advertencias escritas en caso de la primera infracción o quebranto involuntario, hasta la realización de auditorías y la imposición de multas. Estas últimas pueden ser muy grandes, en el orden de los diez a veinte millones de euros o bien hasta un 4% de los ingresos anuales mundiales del último año financiero. Por eso, no es de sorprender que, en los últimos días, nuestros buzones de correo electrónico se hayan visto inundados de mensajes provenientes de proveedores de productos y servicios tecnológicos, declarando su cumplimiento de la GDPR.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La pregunta que finalmente cabe hacernos es si las empresas y organizaciones costarricenses que tienen negocios o realizan actividades con contrapartes europeas serán conscientes o no de los alcances e implicaciones de la GDPR. Es probable que esas últimas ya las hayan advertido oportunamente al efecto, pero si este no fuera el caso, sirvan estas líneas como una primera llamada de atención para que analicen el tema lo más pronto posible. Como lo indiqué, la nueva regulación ya entró en vigencia. Y en guerra avisada, no muere soldado.</div>
</div>
Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-11872443317369413322018-04-30T07:00:00.000-06:002020-08-20T19:30:04.613-06:00Confianza en el futuro<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: right;">
<span style="color: #666666; font-size: x-small;">Este artículo apareció en la sección "Página Quince" de La Nación de hoy (<a href="https://www.nacion.com/opinion/columnistas/confianza-en-el-futuro/FIZYG2TP2VGRFM4NM5XHOATTUA/story/">ver publicación</a>)</span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Vivir en comunidad, cualquiera que ésta sea, implica ser parte de un tejido o entramado social –un pacto, si se quiere– que nos une con todas las demás personas que integran esa misma comunidad, ligando nuestras suertes. Significa, como se dice comúnmente, estar todos juntos en el mismo barco. Si el barco se hunde, nos hundimos todos. Y para que el barco avance, debemos remar todos juntos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Crear confianza.</b> <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Yuval_Noah_Harari">Yuval Noah Harari</a>, en su elogiado libro del 2014, <i>“Sapiens: Una breve historia de la humanidad”</i>, explica con claridad que para que los primeros humanos pudieran trascender sus núcleos puramente consanguíneos (familiares) y dar paso a las primeras comunidades tribales –y, posteriormente, a formas más complejas de organización social– fue necesario que surgiera algún mecanismo que permitiera superar el temor instintivo a los extraños (“los otros”) y hacer posible la cooperación mutua, sin la cual es imposible emprender los proyectos o actividades de mediana y gran escala que definen lo que hoy conocemos como civilización. Es decir, fue necesario crear confianza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Esa idea fundamental, tan cierta hace miles de años, sigue siendo plenamente válida hoy: las comunidades humanas, para resultar viables y posibilitar un progreso que no es posible alcanzar individual o aisladamente, necesitan estar fundadas sobre bases sólidas de confianza mutua –de buena fe, de solidaridad– lo cual implica hacer algo profundamente anti intuitivo, como lo es dejar de lado o al menos relajar nuestra instintiva suspicacia de los demás. Y ello, a como lo entiendo, exige albergar dos clases de sentimientos distintos respecto de nuestras relaciones con los demás: confianza en el presente y confianza en el futuro.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tener confianza en el presente significa poseer el convencimiento de que las acciones que emprendemos hoy en conjunto con nuestros semejantes van a tener como resultado la satisfacción de nuestras necesidades y anhelos más inmediatos (vivienda, abrigo, comida, tranquilidad, etc.). Y tener confianza en el futuro implica manifestar la esperanza de que esas acciones además van a ir construyendo un mejor mañana para todos y para nuestros descendientes. Sin estas dos convicciones, la convivencia en sociedad tiene poco o ningún sentido.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Bases de la confianza.</b> Pero la confianza mutua no se construye sobre la nada. Históricamente, explica Harari, se ha erigido sobre diversas bases, de mayor o menor solidez. Entre ellas se pueden encontrar, por ejemplo: la religión, el género, la etnia, la ideología y la nacionalidad. Todas éstas, a mi juicio, constituyen bases falsas y endebles. Ciertamente, rasgos como los mencionados son capaces de crear lazos de identidad entre quienes los compartan, pero también producen y perpetúan la desconfianza e incluso el odio hacia quienes no lo hagan. En efecto, todos llevan siempre implícito erigir un muro (imaginario o incluso literal) entre “nosotros” –todos los que compartimos el elemento común– y “ellos”: los infieles, el género opuesto, los desviados, los impuros, los equivocados y los extranjeros. Por ello, lo deseable –aunque, por desgracia, mucho más difícil– es buscar puntos de encuentro verdaderamente universales y construir sobre ellos los fundamentos de la vida en comunidad; factores que estén inspirados en ideales de tolerancia, compasión y entendimiento, como pretenden serlo los que se reúnen bajo el concepto de los derechos humanos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A lo largo de la historia, los seres humanos hemos construido instituciones que persiguen cimentar tanto la confianza en el presente como la confianza en el futuro: organizaciones religiosas, estructuras de gobierno, reglas de trato social, normas jurídicas y más. Correlativamente, hemos perseguido y castigado a quienes ataquen o contradigan esos institutos, pues tales acciones conspiran directamente contra el pacto social, debilitándolo o en casos extremos incluso rompiéndolo. Ya fuere mediante el ostracismo (literal o virtual, a través de diversas manifestaciones de desprecio social) o bien mediante la imposición de otras penalidades (como la prisión), ninguna comunidad puede simplemente ignorar a las personas y a las conductas que socaven sus cimientos. Se sigue de lo anterior que, si esas bases son de los tipos que antes calificamos de falsos, las consecuencias de la represión pueden ser funestas: inquisición, discriminación, genocidio, xenofobia y un largo y doloroso etcétera.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo anterior no quiere decir que no deba sancionarse tales acciones: si los fundamentos de la convivencia son los correctos, entonces será de esperar que las acciones que se considere reprochables y las penalidades que se imponga por su trasgresión también lo serán. Por ejemplo, la corrupción figura en todos los ordenamientos modernos como ejemplo de conducta que lesiona gravemente la confianza pública.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Jornada electoral.</b> En Costa Rica, recién acaba de concluir una jornada electoral intensa, pero limpia y cuyos resultados están fuera de duda, independientemente de que éstos sean o no los que cada quien esperaba. El solo hecho de haber concurrido masivamente la ciudadanía a las urnas representa una clara manifestación de confianza en el presente; esto es, en nuestra institucionalidad democrática. Pero también traduce una indudable confianza en el futuro, pues representa nuestra fe de que las autoridades electas –tanto ejecutivas como legislativas– pondrán su empeño en la construcción de un mejor mañana para todos. Esperemos que dichas autoridades sepan comprender esta responsabilidad y se desempeñen a la altura de la confianza que hemos depositado en ellas y ellos. Y, si no, como reza el juramento constitucional, que la Patria se los demande.</div>
</div>
Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-58706253365807671512017-12-30T09:57:00.002-06:002020-08-20T19:34:38.900-06:00El gran poder de la humilde lista<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: right;">
<span style="color: #666666; font-size: x-small;">Este artículo apareció en la sección "Página Quince" de La Nación de hoy (<a href="http://www.nacion.com/opinion/columnistas/el-gran-poder-de-la-humilde-lista/FRLDRQYX55FTVFB7OCHCDYZ4HY/story/">ver publicación</a>).</span></div>
<br />
Hace varios años, durante un viaje de trabajo, llegué a la ciudad de Buenos Aires la víspera del inicio de un evento académico, tan solo para descubrir, al vaciar la maleta en el hotel, que había olvidado empacar ropa interior... Y puesto que en esos tiempos las tiendas no abrían los domingos, baste con decir que tuve que recurrir a una “solución creativa” para sortear el problema mientras lograba comprar algo. Ese día me dije que no volvería a pasar nunca más por semejante congoja, para lo cual decidí que iba a preparar y guardar una lista de las cosas que no querría volver a olvidar en otros paseos o viajes futuros.<br />
<br />
Así comenzó mi afición por los checklists o “listas de control”. La de preparativos de viaje que comencé aquella vez y que al inicio contenía solo unas cuantas cosas básicas, ha ido creciendo y hoy es prácticamente un tratado de todo lo que podría necesitar o querer hacer antes, durante y después de cualquier tipo de recorrido, dentro o fuera del país. La mantengo en una aplicación digital, así es que cada vez que voy a salir, creo una copia específica para ese viaje y a partir de allí comienzo metódicamente a realizar e ir tachando cada una de las acciones necesarias, para así asegurarme de no olvidar nada y que todo salga bien de principio a fin.<br />
<br />
Podrían ustedes estar pensando que todo esto raya en lo obsesivo y hasta cierto punto tendrían razón, porque el incidente de la ropa interior suena como algo menor o cómico y seguramente lo es. Pero imaginen por un momento un escenario muy distinto, en el que lo que quedó olvidado fue, por ejemplo, un medicamento imprescindible y que no sea posible adquirir en el lugar de destino o bien algún documento del cual dependía el negocio que era el objetivo del viaje. En esos casos, la cosa deja de ser graciosa y puede convertirse en muy, muy seria.<br />
<br />
Crear una lista de control pareciera, a primera vista, algo que uno no necesitaría hacer con frecuencia. Pero la verdad es que están en todas partes y se utilizan para las tareas más básicas, como preparar un platillo de cocina o ir de compras al supermercado, hasta para las más complejas, como completar una fusión corporativa o lanzar un satélite al espacio. Son una herramienta de eficiencia, productividad y seguridad tan importante que se ha escrito numerosos libros y manuales sobre sus virtudes. Entre ellos y por citar solo uno, destaca “The Checklist Manifesto” (“El efecto checklist”), por el médico estadounidense Atul Gawande (primera edición 2009).<br />
<br />
Las listas de control procuran, en esencia, ayudar a evitar los errores que son propios de nuestra humana falibilidad. Nuestros cerebros, por asombrosos que sean, no son capaces de garantizar que, ante un problema determinado, podamos recordar y realizar todas las acciones necesarias para enfrentarlo y resolverlo de la manera más efectiva, porque estamos inevitablemente expuestos a olvidos y omisiones que pueden traer graves consecuencias. La energía mental no es un recurso ilimitado. La necesidad de estar tomando constantes decisiones puede llevar a experimentar lo que se conoce como “fatiga de decisión”, sobre todo al final del día. Las listas de control ayudan a hacer más eficiente el uso de esa energía, ahorrando tiempo en la toma de decisiones repetitivas o bajo condiciones de presión o estrés; por ejemplo, cuando está por vencer un plazo o se presenta alguna emergencia.<br />
<br />
Una lista de control es una enumeración completa de los elementos o insumos necesarios para tratar de asegurar un resultado determinado. Cuando esos elementos aparezcan ordenados y deban ser cumplidos secuencialmente, la lista se convierte en un “protocolo” o –como también se les conoce en el mundo organizacional– un “procedimiento operativo estándar”. Piensen en los chequeos que realizan los pilotos de un avión antes de despegar o en los que realizan los equipos médicos antes y después de una cirugía, de los que podrían depender la vida del paciente.<br />
<br />
Pero, además, una lista es un repositorio de conocimiento adquirido (“know-how”). En este sentido, mi lista de viajes y paseos ha ido creciendo a medida que sucesivas experiencias me han llevado a irla aumentando y refinando. En las diversas organizaciones, facilitan el aprendizaje de las personas de nuevo ingreso y aseguran que no se pierda el conocimiento de las que se van.<br />
<br />
Ya sea en papel y lápiz o bien por medio de las muchas aplicaciones que existen para computadora o dispositivos móviles, la práctica de ir creando y mejorando listas personales sin duda le puede ayudar a aumentar la eficiencia de las diversas tareas del quehacer diario. Recomiendo altamente cultivar este hábito.<br />
<br />
Muy feliz y productivo año nuevo 2018.</div>Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-77242489907666786812017-08-05T09:14:00.003-06:002020-08-20T19:39:07.039-06:00Aprobado convenio europeo contra la ciberdelincuencia<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: right;">
<span style="color: #666666; font-size: x-small;">Este artículo apareció en la sección "Página Quince" de La Nación de hoy (<a href="http://www.nacion.com/opinion/foros/Aprobado-convenio-europeo-ciberdelincuencia_0_1650234967.html">ver publicación</a>)</span><span style="color: #666666; font-size: x-small;">.</span></div>
<br />
En el <a href="http://www.imprentanacional.go.cr/pub/2017/07/03/ALCA161_03_07_2017.pdf">Alcance Nº 161 a La Gaceta Nº 125 del pasado 3 de julio</a>, aparece publicada la ley Nº 9452 del 26 de mayo del 2017, por medio de la cual se aprueba la adhesión de Costa Rica al “Convenio Europeo sobre Ciberdelincuencia” (en lo sucesivo “CEC”), hecho en Budapest el 23 de noviembre del 2001. El texto rige a partir de su publicación.<br />
<br />
El proyecto de ley tenía varios años en trámite en la Asamblea Legislativa. Tal y como lo expuse en su momento en estas mismas páginas (<i><a href="http://hess-cr.blogspot.com/2012/09/adhesion-al-convenio-europeo-sobre.html">La Nación, 10/9/12</a></i>), el CEC es el primer tratado multinacional diseñado para combatir el creciente problema de los delitos informáticos; especialmente en los campos de la propiedad intelectual, los fraudes electrónicos, la pornografía infantil y las violaciones a la seguridad de las redes.<br />
<br />
Su principal objetivo es aplicar una política penal común encaminada a la protección de la sociedad contra la ciberdelincuencia, mediante la adopción de una legislación adecuada y el fomento de la cooperación internacional.<br />
<br />
Entró originalmente en vigor el 1 de julio del 2004, cuando se alcanzó el mínimo de cinco Estados-parte necesarios para ese propósito y desde entonces quedó abierto a la adhesión de los Estados no europeos que sean invitados a suscribirlo.<br />
<br />
Fue así como el Comité de Ministros, en el curso de la reunión de delegados del 31 de enero de 2007, invitó a Costa Rica a integrarse, proceso que –como se puede ver– tardó diez años en completarse. Es justo mencionar, sin embargo, que fue en el 2004, durante el gobierno del presidente Abel Pacheco, que por primera vez se expresó oficialmente el interés de nuestro país de lograr la adhesión.<br />
<br />
<b>Comparecencia.</b> El 20 de junio del 2013, durante el trámite de la ley recién promulgada, <a href="https://www.youtube.com/watch?v=FnVEJ1Z6bTg">tuve el privilegio de comparecer</a> ante la Comisión Permanente de Relaciones Internacionales de la Asamblea Legislativa para referirme al CEC.<br />
<br />
En esa oportunidad expliqué a las señoras y señores diputados que el Convenio solamente comprende una serie de estándares mínimos para los Estados-parte, a modo de guía para legislar; es decir, cada país miembro puede decidir si desea aplicar políticas más severas o adoptar una legislación más amplia en relación con la materia que la que establece el convenio. Pero, dije entonces, el CEC no es una “ley-tipo” o modelo y no es autoaplicativo, de manera que, una vez aprobado, se debe entrar en un proceso cuidadoso de armonización de la legislación interna para implementarlo plenamente en nuestro ordenamiento jurídico. A este efecto, recomendé la unificación del tratamiento de los delitos informáticos en un único cuerpo normativo (a saber, el Código Penal), para evitar la dispersión que se viene dando en diferentes textos, tales como el Código Tributario y la Ley General de Aduanas.<br />
<br />
En otras palabras, la aprobación del tratado por parte de nuestro país no es el punto final del proceso, sino el inicio de una nueva etapa de ajustes.<br />
<br />
En adición al convenio en sí, la ley 9452 contiene tres cláusulas interpretativas que hace Costa Rica respecto del CEC. En la primera, relativa a los delitos contra la propiedad intelectual, se hace la salvedad de que no será punible el uso que se haga de obras literarias o artísticas por medios digitales, cuando ello sea sin fines de lucro y para propósitos de enseñanza.<br />
<br />
En la segunda, se excluye la posibilidad de extraditar a costarricenses hacia otros países, por la comisión de delitos informáticos.<br />
<br />
<b>Punto de contacto.</b> Finalmente, en la tercera, referente a la obligación que tiene cada Estado miembro de designar un “punto de contacto” que pueda prestar asistencia inmediata a los demás en la realización de investigaciones o recolección de pruebas en esta materia, nuestro país designó genéricamente “al Poder Judicial”.<br />
<br />
Esto supone la necesidad de que las autoridades judiciales nacionales determinen, a su vez, cuál de sus dependencias asumirá esta delicada función, para la cual, conforme al CEC, se debe contar con la preparación técnica y el equipo necesario, así como una disponibilidad de 24 horas al día, los siete días de la semana.<br />
<br />
El ingreso de Costa Rica al CEC, como se puede ver, representa un importante avance normativo pero que, a la vez, exige de acciones concretas adicionales para asegurar la plena observancia de los compromisos que contiene.</div>
Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-54073168264743327802017-07-03T07:15:00.001-06:002020-08-20T19:39:07.035-06:00Entra en vigencia Convenio sobre la ciberdelincuencia<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
En el <a href="http://www.imprentanacional.go.cr/pub/2017/07/03/ALCA161_03_07_2017.pdf">Alcance Nº 161</a> (documento PDF) a La Gaceta Nº 125 del día de hoy, aparece publicada la ley Nº 9452 del 26 de mayo del 2017, por medio de la cual se aprueba la adhesión de Costa Rica al "Convenio sobre la ciberdelincuencia", hecho en Budapest el 23 de noviembre del 2001. Rige a partir de su publicación.</div>
Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-29002733706496044322017-06-12T06:42:00.000-06:002020-08-20T19:34:38.900-06:00La guerra por su atención<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: right;">
<span style="color: #666666; font-size: x-small;">Este artículo apareció en la sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="http://www.nacion.com/opinion/foros/guerra-atencion_0_1639436046.html">ver publicación</a>)</span></div>
<br />
Aunque usted no lo sepa, ahora mismo está en medio de una guerra encarnizada. De hecho, lo está desde hace muchos años y le disparan desde múltiples frentes simultáneamente. Y aunque no presente heridas externas, habrá sufrido muchas internas. Además, es probable que haya perdido muchas de las batallas. Y seguramente le han costado mucho tiempo y dinero.<br />
<br />
Pero no es una guerra cualquiera, es la guerra por su atención. Sus contrincantes son los muchos medios que compiten por captar y retener nuestro limitado poder de concentración. Esos medios no toman prisioneros, pero sí ganan grandes sumas cada vez que obtienen lo que quieren.<br />
<br />
<b>Una lucha antigua.</b> Como decía, esta no es una guerra nueva, ni siquiera reciente. La iniciaron los medios tradicionales y, por mucho tiempo, el más eficaz de todos ellos fue la televisión. El objetivo entonces era –y sigue siendo– tratar de mantenerlo a usted con los ojos pegados a la pantalla, incitándolo siempre a que “no se pierda nuestro próximo programa”. Porque cuanto más tiempo esté allí mirando la TV, más anuncios publicitarios verá y esa es justamente la idea.<br />
<br />
Con la llegada de la sociedad de la información, han ingresado a la guerra numerosos medios nuevos que también andan tras nuestra atención. Llegaron primero a nuestras computadoras, pero actualmente se concentran en nuestros teléfonos celulares. Cada nueva notificación en la pantalla, cada “ping” que suena, cada vibración que siente en su bolsillo, no son más que disparos en esta lucha en procura de que deje lo que sea que estuviera haciendo en ese momento y le ponga atención a alguna otra cosa. No es casualidad que cuando instala una nueva aplicación en su móvil, lo primero que ésta hará es pedirle permiso para enviarle notificaciones o alertas. Lo hará de forma que parezca beneficiosa para usted y por supuesto que en muchos casos lo será realmente (si no, nadie la usaría), pero con ello va camuflada también la intención oculta de tratar de absorber su concentración lo más posible. Y cada día inventan una nueva forma de mantenernos atrapados: cuando terminamos de ver un episodio de alguna serie en Netflix, éste automáticamente le mostrará el capítulo siguiente; cuando acaba un video en Youtube, la aplicación tratará de desplegar otro que quizás le interese también; cuando termine de ver sus actualizaciones de Facebook, éste instantáneamente hará un refrescamiento de pantalla para mostrarle más cosas; y un largo etcétera.<br />
<br />
<b>Interrupciones sin fin.</b> De este modo, vivimos en un mundo de continuas interrupciones (a todas horas, sin importar que estemos en el trabajo o en la casa, ni tampoco que sea de día o de noche) provocadas no solo por personas sino por medios que tratan de atraernos con sus cantos de sirena y que prácticamente exigen que les pongamos atención. Concentrarse es casi un arte perdido. A la raíz de todo se encuentra la explotación de una ansiedad subconsciente que los expertos llaman “FOMO” (por las siglas en inglés de “<a href="http://www.webconsultas.com/curiosidades/fomo-miedo-la-exclusion-digital-14654">fear of missing out</a>”, es decir, el “miedo a perderse de algo”; o más popularmente, el temor a no estar “sobre la jugada”). La mayoría de nosotros procuramos evitar ser percibidos como alguien que “no está en nada”; es decir, un desinformado, un despistado. Como resultado de ello, cada vez que se genera una notificación, un “ping” o una vibración en nuestras computadoras o celulares, se dispara automáticamente ese mecanismo inconsciente y nos invade la angustia de saber de qué se trata el aviso. Con el agravante de que, cuando cedemos a la tentación, el momentáneo alivio que sentimos hará que la conducta se vea reforzada, hasta la siguiente alerta. Es como si todos fuéramos como el famoso perro de Pavlov, salivando cada vez que vemos ese numerito rojo que indica que tenemos un nuevo correo o un nuevo mensaje de WhatsApp.<br />
<br />
Como es lógico, toda esta concentración entrecortada se traduce directamente en una disminución en el rendimiento en el trabajo, así como en una pérdida en la calidad del tiempo de ocio cuando estamos con la familia o los amigos (si no me creen, miren a su alrededor la próxima vez que estén en una actividad social y fíjense en cuántas personas están hipnotizadas por la pantalla de sus teléfonos).<br />
<br />
<b>Una solución.</b> Por fortuna, hay formas de combatir esta problemática, pero al igual que ocurre con los alcohólicos o los adictos, el primer paso es admitir que el problema existe y luego tomar acción para reducirlo o eliminarlo. La concentración es similar a un músculo que hay que ejercitar para fortalecerlo. No tengo aquí el espacio suficiente para entrar en detalles, pero básicamente tenemos que comenzar por clarificar a qué debemos o queremos dar prioridad en la asignación de nuestro tiempo y después desactivar o minimizar hasta adonde sea posible todos esos mecanismos que nos roban ese tiempo y nuestra atención innecesariamente.<br />
<br />
Es difícil pretender ganarles la guerra, pero por lo menos les daremos una buena pelea.</div>
Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-11792552654674410912017-04-10T08:24:00.000-06:002020-08-20T19:35:29.128-06:00Lecciones del corazón<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: right;">
<span style="color: #666666; font-size: x-small;">Este artículo apareció en la Sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="http://www.nacion.com/opinion/foros/Lecciones-corazon_0_1626837301.html">ver publicación</a>)</span></div>
<br />
Ocurrió el pasado mes de diciembre. Luego de experimentar diversas molestias, un examen oportuno reveló una obstrucción en mis arterias coronarias, lo cual me condujo a pasar por tres procedimientos quirúrgicos en menos de una semana. Por supuesto que fue muy inesperado. Después de todo, no me veía como candidato para esto: nunca he tenido sobrepeso, nunca he fumado, no soy diabético ni hipertenso y tenía ya bastante tiempo de venir haciendo ejercicio moderado y procurando comer lo más sanamente posible. Según entiendo, me gané la rifa genética de tener un desorden metabólico que hace que mi organismo no procese adecuadamente las grasas, tornándome propenso a ser lo que describen como “flaco por fuera, gordo por adentro”.<br />
<br />
Aunque fue un fin de año como para olvidar, por suerte todo ha salido muy bien y el proceso de recuperación marcha como debe. Sin embargo, en el camino han ido surgiendo importantes lecciones que hoy quiero compartir con quienes estén pasando o hayan pasado recientemente por una situación similar. A esas personas va dirigido este comentario.<br />
<br />
Lo primero es que, en estos casos, contar con una buena red de soporte hace toda la diferencia del mundo. Cuando uno tropieza y queda impotente, son la familia, los amigos y las demás personas queridas quienes te atajan y amortiguan el golpe. La lección, entonces, es clara: hay que cuidar y fortalecer esa red, lo cual se hace asegurándose de ser uno mismo también un soporte confiable para ellos cuando lo necesiten.<br />
<br />
Descubrí también la enorme calidad humana del personal de la Caja Costarricense de Seguro Social. Encontrarse en la sección de Emergencias de un hospital público tal como el Calderón Guardia no es nunca una cosa agradable, porque allí se ven cosas impactantes. Pero en medio de toda esa locura, la gran mayoría de los médicos, enfermeros(as) y restante personal logran mantener ese toque de humanidad que da aliento a los pacientes y los hace sentirse personas dignas. Un imperecedero agradecimiento para todas y todos.<br />
<br />
Una vez superada la crisis inicial, llega el momento de digerir las lecciones que tienen que ver con la forma en que vivimos nuestras vidas. Aunque actualmente contamos con medicamentos que producen efectos casi milagrosos en el manejo de problemas de salud como el mío, está claro –y todo buen médico será el primero en admitirlo– que la estrategia de defensa hacia el futuro no puede depender solamente de tomar religiosamente los que nos receten. Para comenzar, hay que tener claro que la mejor medicina está en lo que nosotros mismos le suministramos al cuerpo en forma de alimentos. Con la ayuda de una nutricionista, he ido aprendiendo a comer de forma sana y correcta. Desgraciadamente, la industria alimentaria nacional no ayuda mucho: comer bien no es necesariamente fácil ni barato. En la casa se puede tener las cosas bajo control, pero si uno quiere o necesita comer afuera, hay que ver lo que cuesta hacerlo bien. Por ejemplo, es escasa la oferta de productos integrales o bajos en grasa. Y como por ahora me recomiendan consumir solo café descafeinado, encuentro que son muy pocos los lugares que lo ofrecen. Ojalá esto cambie a futuro. Porque uno realmente es lo que come y entonces debe decidir y actuar de conformidad.<br />
<br />
Luego está el tema del ejercicio y en esto tampoco hay excusa. En mi caso, sigo un programa de rehabilitación cardiopulmonar que complemento con sesiones de yoga terapéutico, con los cuales será posible regresar más adelante al nivel de ejercicio previo. Ya sea por estas u otras vías, es absolutamente crucial que quien haya pasado por estas situaciones se asegure de darle atención adecuada al músculo más importante de todos, que es el corazón.<br />
<br />
Finalmente, pero no menos importantes, están las lecciones aprendidas en lo que se suele conocer como “estilo de vida”. En este caso, el enemigo es el estrés, que no solo se origina en las tensiones propias de la vida laboral sino también las que vienen del restante entorno, incluyendo esas presas de tránsito que nos están matando poco a poco a todos. Evidentemente, gran parte de esto está fuera de nuestro control; sin embargo, es posible –y necesario– aprender y aplicar técnicas que ayuden a contrarrestar el estrés. Algunas de ellas se derivan de lo que ya he dicho más arriba, como dedicar tiempo de calidad a la familia, los amigos y el ejercicio. Pero también hay otras de eficacia comprobada, como dedicar espacios diarios a la práctica de la meditación consciente. En el carro o el autobús, funciona muy bien escuchar música que lo motive a uno o bien alguna charla sobre algún tema interesante, en vez de esas noticias que más bien suelen desalentar. En definitiva, el médico me ha insistido que debo procurar tomarme las cosas con más calma y buen humor. Suena fácil, pero si uno siempre ha tenido tendencia a ser estructurado, ordenado, rígido e impaciente, la cosa se dificulta. Aun así, hay que hacerlo; la vida es corta, pero está llena de cosas buenas. Se trata de no dejarlas pasar por estar uno demasiado concentrado en cuestiones que a la larga son secundarias.<br />
<br />
Una última reflexión: cuando se pasa por un trance de estos, al inicio es absolutamente normal sentirse inquieto o preocupado y creer que la vida ya no será la misma de antes. Créanme que esa sensación va desapareciendo con el paso de las semanas. Concéntrense en lo positivo y todo saldrá bien.</div>
Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-39799191512035126882017-02-15T06:46:00.001-06:002020-08-20T18:23:47.092-06:00Derechos adquiridos y situaciones jurídicas consolidadas<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: right;">
<span style="color: #666666; font-size: x-small;">Este artículo apareció publicado en la sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="http://www.nacion.com/opinion/foros/Derechos-adquiridos-situaciones-juridicas-consolidadas_0_1616038386.html">ver publicación</a>).</span></div>
<br />
Hace ya casi dos décadas, la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia dictó un importante fallo que con el paso del tiempo continúa siendo de repetida cita y consulta, tanto en su texto original como en las múltiples ocasiones posteriores en que los conceptos allí vertidos han sido reiterados. Se trata del <a href="http://jurisprudencia.poder-judicial.go.cr/SCIJ_PJ/busqueda/jurisprudencia/jur_Documento.aspx?param1=Ficha_Sentencia&nValor1=1&nValor2=238489&strTipM=T&strDirSel=directo">voto N° 2765-97</a> de las 15:03 horas del 20 de mayo de 1997, en el que la Sala precisó el significado y alcances de algunos conceptos jurídicos fundamentales, en el marco de la garantía consagrada en el artículo 34 de la Constitución Política, que dispone que “A ninguna ley se le dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna, o de sus derechos patrimoniales adquiridos o de situaciones jurídicas consolidadas”.<br />
<br />
En el pronunciamiento citado, la Sala expresó que un <b>derecho adquirido</b> existe, cuando “una cosa –material o inmaterial, trátese de un bien previamente ajeno o de un derecho antes inexistente– ha ingresado en (o incidido sobre) la esfera patrimonial de la persona, de manera que ésta experimenta una ventaja o beneficio constatable”. A diferencia de una simple <b>expectativa de derecho</b>, que refiere a una circunstancia futura e hipotética, un derecho adquirido representa un beneficio real y consumado. Por ejemplo, cuando una persona cumple todos los requisitos para obtener una licencia de conducir, puede realizar los trámites y obtener ese documento. A partir de ese momento, la autorización genérica para conducir la categoría de vehículos a la que corresponda el tipo de licencia se constituye en un derecho, durante el plazo de vigencia de ese documento, no pudiendo serle negado sin causa justa. Sin embargo, poseer la licencia no garantiza la obtención de las renovaciones subsiguientes, pues la ley prevé circunstancias que permiten denegarlas, de modo que éstas son tan solo una expectativa.<br />
<br />
Por su parte, una <b>situación jurídica consolidada</b>, según la Sala, es “un estado de cosas definido plenamente en cuanto a sus características jurídicas y a sus efectos, aun cuando éstos no se hayan extinguido aún”. De nuevo, la diferencia central de esta figura con una mera expectativa es que en aquélla existe certidumbre con respecto a que los efectos del estado de cosas en cuestión se producirán (si no lo han hecho aún) o que se desplegarán de manera plena y completa (si es que se han producido solo parcialmente). En otras palabras, si ya están cumplidos los presupuestos necesarios para que surtan los efectos, se puede tener seguridad de que estos últimos deberán darse de la manera esperada. En la expectativa de derecho, tal certeza no existe.<br />
<br />
En ambos casos, explicó la Sala, la mencionada garantía constitucional de <b>irretroactividad</b> implica que, aun cuando en el futuro venga una nueva ley (o la reforma de una ley ya existente) que cambie las reglas bajo las cuales se adquirió el derecho o se consolidó la situación jurídica, éstos ya no podrán ser afectados en perjuicio de la persona, sino solo en su beneficio. Así, por ejemplo, una vez que un estudiante de una universidad pública haya satisfecho todos los requisitos para graduarse y obtener el título respectivo, su situación jurídica se consolida, de modo que si en el lapso que transcurra hasta que se realice la graduación se diera algún cambio perjudicial (entiéndase, más gravoso) en el programa de estudios o en los requisitos correspondientes, no se podría pretender obligarlo a cumplir con los aspectos novedosos faltantes como condición previa para entregarle el título.<br />
<br />
Estos conceptos son relevantes porque van de la mano de otros que son pilares básicos de todo régimen de derecho moderno, como lo son la <b>confianza legítima</b> y la <b>seguridad jurídica</b>. Si los derechos adquiridos o las situaciones jurídicas consolidadas pudiesen ser afectados negativamente, estaríamos permanentemente sujetos a un estado inadmisible de incertidumbre y zozobra de pensar que nos puedan o pretendan quitar en el futuro lo ya obtenido legítimamente. Por eso es que la protección que se otorga a estas figuras jurídicas es del más alto nivel, a saber, el constitucional.<br />
<br />
Ahora bien, es claro que una persona podría haber adquirido un derecho de forma ilegítima. El ordenamiento no tutela estas situaciones, debiendo contemplar algún mecanismo o mecanismos para revertir esa circunstancia antijurídica. En el ejemplo anterior, se podría haber concedido erróneamente una licencia de conducir a alguien que no cumplía con todos los requisitos necesarios. Lo importante aquí es que, justamente por la tutela que se brinda a los derechos adquiridos y situaciones jurídicas consolidadas, la vía por la que se puede llegar a resolver un conflicto de esta naturaleza no puede ser antojadiza. Solamente debe ser posible revertir ese estado de cosas cuando se logre una plena convicción de que éste es contrario a derecho y la persona afectada haya tenido plena posibilidad de defender sus intereses. Esto es especialmente importante, porque cuando el derecho haya sido otorgado o reconocido por el Estado u otra dependencia pública, entonces es necesario asegurar que su supresión no sea el resultado de la arbitrariedad o el ejercicio abusivo del poder. A esto la jurisprudencia constitucional lo denomina la <b>intangibilidad de los actos propios</b> de la Administración. En estos casos, la ley establece procedimientos especiales, que es absolutamente ineludible seguir, antes de poder modificar negativamente la situación de una persona.<br />
<br />
Finalizo destacando que, aun cuando pueda darse una situación como la descrita, siempre se protege la buena fe, precisamente para garantizar la confianza legítima. Así, para concluir con el mismo ejemplo, si una licencia de manejo fue otorgada en forma irregular, pero ello hubiere sido el resultado de un error imputable únicamente a la Administración y no a un acto de mala fe de la persona beneficiaria, aun cuando ese derecho le deba ser suprimido, no podría imponérsele retroactivamente las multas aplicables a quien conduzca un vehículo sin licencia.<br />
<br />
Todas estas son importantes consideraciones que se vieron reforzadas en nuestro sistema jurídico precisamente a partir del fallo constitucional dictado en 1997 y que, sin duda, vino a consolidar la protección de tan importantes derechos en nuestro medio.</div>
Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4876995758474258202.post-28261544915971690702016-12-22T06:44:00.000-06:002020-08-20T19:09:00.255-06:00El abogado del diablo y las redes sociales<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: right;">
<span style="color: #666666; font-size: x-small;">Este artículo apareció en la sección Página Quince de La Nación de hoy (<a href="http://www.nacion.com/opinion/foros/abogado-diablo-redes-sociales_0_1605039489.html">ver publicación</a>).</span></div>
<br />
La expresión “abogado del diablo” tiene un origen histórico, eclesiástico. Se llamaba así (<i>Advocatus Diaboli</i>) a un jurista cuya tarea era argumentar en contra de la canonización de un candidato o candidata a la santidad, con el propósito de tratar de descubrir cualquier debilidad en su personalidad o en la evidencia ofrecida a favor de la canonización, contribuyendo de tal manera a una escogencia idónea.<br />
<br />
Hoy en día, se le llama así a una persona que, respecto de una determinada opinión o punto de vista, toma y defiende una postura contraria o alternativa (aunque no necesariamente esté de acuerdo con ella), con el propósito de estimular el debate o lograr una exploración más profunda y certera del tema planteado. En lenguaje popular, es quien “lleva la contraria” respecto de la mencionada opinión.<br />
<br />
<b>Antídoto contra la credulidad.</b> En el mundo actual, la tarea de un abogado del diablo puede ser muy ingrata, ya que puede llevar a quien la ejerza a colocarse directamente en oposición a alguna idea muy extendida o arraigada en la opinión pública o en las creencias dominantes. Sin embargo, esa labor es absolutamente esencial para efectos de filtrar o depurar ese ideario de posibles prejuicios, falacias y conceptos errados en general, contribuyendo de ese modo a enriquecer el pensamiento y a exponer a los falsos profetas que abundan en todas las áreas de la vida.<br />
<br />
La contraposición razonada de distintos puntos de vista es, de hecho, el componente definitorio de la dialéctica, tal y como se practicaba en los tiempos de Sócrates y demás filósofos de la antigua Grecia, hasta la era contemporánea, pasando por Hegel y llegando a los grandes exponentes del pensamiento crítico actual, entre ellos Carl Sagan. Es el antídoto más eficaz contra los riesgos de una excesiva credulidad, que es capaz de desviar a naciones enteras del derecho sendero, como lo demuestra tantas veces y tan dolorosamente la historia (sobre esto escribí “<a href="http://www.nacion.com/ln_ee/2001/julio/31/opinion3.html">El peligro de la credulidad</a>”, en estas mismas páginas: LN del 31/7/01).<br />
<br />
¡Y es que el mundo está tan lleno de falsos profetas, verdades a medias y puras y simples mentiras! Por contraste, el número de personas que, contra viento y marea, ejercen la noble y necesaria labor de abogados del diablo es escasísima. En nuestro país, desempeñaron esa función grandes críticos como Constantino Láscaris, Enrique Benavides o Alberto Cañas, todos idos. ¡Cuánta falta hacen!<br />
<br />
<b>Falsedad en las redes sociales.</b> Y si existe, hoy por hoy, un medio que está urgido de mentes agudas y despiertas, es el de las redes sociales. La reciente campaña electoral en Estados Unidos, por ejemplo, puso al descubierto la forma incontrolada en que pululan las fuentes noticias falsas, cuyo objetivo es diseminar desinformación, que cae como semillas sobre el campo fértil de tantas y tantas mentes crédulas que creen sin cuestionar ni por un instante todo lo que ven o escuchan en la Internet. Esto dificulta enormemente encontrar fuentes serias y confiables, agravado por el hecho de que a veces ni siquiera los medios más grandes y establecidos están exentos de cometer errores. La ventaja es que estos casos son escasos, pues existe siempre una ardua labor de verificación que procura minimizar su ocurrencia. Del mismo modo, suelen ser esos mismos medios los primeros en detectar y reconocer las equivocaciones.<br />
<br />
Más claro que nadie habló en su momento el fallecido escritor y filósofo italiano, Umberto Eco, quien acusó a las redes sociales de haber generado una “invasión de imbéciles”, ya que aquéllas “dan el derecho de hablar a legiones de idiotas”.<br />
<br />
Los abogados del diablo son hoy más necesarios que nunca en los medios de comunicación y en las redes electrónicas. Cuando menos así quizás no cometeríamos tanto el error de canonizar a tantos falsos santos que andan por ahí.</div>
Christian Hess Arayahttp://www.blogger.com/profile/12333453469668511391noreply@blogger.com0