12 de noviembre de 2001

Piratería no, pero...

Artículo publicado en la sección "Página Quince" del diario La Nación (ver publicación original).

Se libra una batalla mundial contra la piratería de obras protegidas por la propiedad intelectual, que alcanza a obras de diversas clases, entre ellas el software. Las sumas que deja de percibir la industria se estiman en unos $11.000 millones al año y ningún país se exime de responsabilidad, incluyendo a los más desarrollados. La piratería de software en los EE.UU., por ejemplo, representa una quinta parte del total mundial.

¿Qué estimula el fenómeno? Aunque la respuesta variará de un entorno a otro, ciertas hipótesis toman fuerza, al menos respecto de naciones en vías de desarrollo como la nuestra.

Investigación y desarrollo. Nadie disputa que la tutela que brinda la propiedad intelectual ofrece un incentivo a la investigación y desarrollo de productos nuevos, a la vez que estimula la inversión extranjera en los países que la ejerzan eficazmente. Pero, al propio tiempo, algunos destacan que los regímenes estrictos en esta materia dificultan la transferencia tecnológica y pueden amenazar el bienestar social de las naciones menos desarrolladas.

Frente a la opción de adquirir un producto legítimo o una copia pirata, un comprador sopesará varios factores. Se puede ofrecer la hipótesis de que -excluyendo al delincuente compulsivo- es muy probable que la elección del producto original se facilitará por la percepción que tenga el potencial adquirente de que la transacción es esencialmente justa y, además, razonable; es decir, que el producto que va a comprar realmente vale lo que piden por él y que este precio es aceptable y accesible. Por el contrario, si existe en el consumidor la convicción de que el trato no es justo o razonable, es probable que lo rechace e incluso que considere moralmente aceptable optar por una alternativa que, en rigor legal, no sea lícita.

Cuestiones socioeconómicas. Esta tesis plantea que el fenómeno de la piratería de software trasciende lo jurídico para involucrar además cuestiones socioeconómicas esenciales. Existen estudios (como el publicado por R.D. Gopal y G.L. Sanders en setiembre del 2000) que identifican una relación inversa entre los precios del software y la piratería. No solo -pero especialmente- en los países en vías de desarrollo, los niveles de ingreso pueden afectar la capacidad de los consumidores para adquirir software: su elevado precio es lo que impulsa a muchos a optar por copias ilegales. Dicen los citados autores: "La motivación para la piratería es el significativo diferencial de precios entre las versiones legales y las piratas, lo cual se ve exacerbado por los relativamente bajos niveles de ingreso en los países en vías de desarrollo. El problema clave es que los precios son fijados a niveles de Estados Unidos, que son significativamente más altos que lo que pueden pagar las personas en la mayoría de los países. En una gran cantidad de estos, la adquisición legítima de software no es una opción que la mayoría de los individuos considere seriamente".

Bajo esta óptica, una aplicación estricta de las leyes contra la piratería de software a veces no es bien vista ni siquiera por las propias autoridades, que saben que esto solamente restringiría el acceso al software de una mayoría de la población. "Entonces, se torna aparente que concentrar esfuerzos solamente en la observancia de los derechos de propiedad intelectual tendrá un éxito limitado. En la lucha contra la piratería, las armas legislativas y educativas podrán ganar unas cuantas batallas, pero la guerra contra la piratería no podrá ser ganada sin considerar las actuales políticas draconianas de precios. Afirmamos que los principios económicos de diferenciación de precios deben ser aplicados por la industria fabricante de software para lograr reducciones significativas en las tasas globales de piratería".

Y quizás en ello radique el meollo del problema.