13 de noviembre de 2005

Hablémonos en XML

Artículo publicado en la sección "Página Quince" del diario La Nación (ver publicación original).

La aprobación de la Ley de certificados, firmas digitales y documentos electrónicos, número 8454, con todo y sus defectos, es un importante primer paso dentro de un proceso de reformas legales que tienen el propósito de potenciar el uso de tecnología de punta en toda clase de transacciones públicas y privadas, así como de avanzar en la consolidación del llamado "gobierno electrónico". En agenda quedan aun otras importantes iniciativas, tales como el Código Procesal General, la Ley de protección de datos personales, la promulgación de una normativa integral sobre comercio electrónico y la Ley para facilitar el acceso automatizado a la información pública, entre otras.

Justamente a propósito de esta última, quisiera aprovechar para llamar la atención hacia la necesidad de trabajar desde ahora en la definición de un conjunto de reglas y estándares para facilitar el intercambio transparente de datos tanto entre los órganos y entes del sector público, como entre este y el sector privado. Ello vendría a contribuir significativamente a agilizar la prestación de los servicios públicos, así como a incrementar la competitividad de las empresas privadas. Entre otras importantes metas, contribuiría a hacer realidad las metas de la Ley de protección al ciudadano del exceso de requisitos y trámites administrativos, reduciendo la necesidad de solicitar certificaciones, fotocopias de la cédula, constancias salariales y otros atestados comunes en la tramitación administrativa.

Sean cuales fueren las características que en definitiva vayan a tener estos protocolos de intercambio de datos, será indispensable que satisfagan los criterios mínimos que en otras oportunidades he dado en llamar los principios rectores del acceso universal a la información pública, a saber: neutralidad tecnológica, transparencia, accesibilidad y protección de la autodeterminación informativa.

Lo ideal, a mi parecer, sería partir de una especificación internacional abierta conocida como XML (acrónimo, en inglés, de "Lenguaje de marcación extensible"), que está diseñada precisamente para esta clase de tareas. Dentro de la terminología XML, se construiría una "definición de tipo de documento" (DTD) que permita sentar reglas universales uniformes para tratar cada una de las clases de datos que queramos intercambiar: información sobre personas, bienes, normas, transacciones, citas de jurisprudencia, etc.

Esto, a su vez, requeriría de un esfuerzo concertado entre actores clave -tanto del sector público como del privado- que facilite la construcción de un consenso acerca de la mejor manera de llegar a las mencionadas reglas uniformes. Sin que se trate de una enumeración exhaustiva, esos actores podrían incluir:

  • Registro Civil: para fijar una vía para la identificación de personas físicas y sus atributos (estado civil, número de cédula, etc.)
  • Registro Nacional: para la identificación de personas jurídicas, bienes y otras clases de datos registrables.
  • Procuraduría General de la República: para establecer los mecanismos de referencia a normas y demás fuentes del ordenamiento.
  • Poder Judicial: para determinar la manera de identificar los pronunciamientos jurisprudenciales.
  • Banco Central: para uniformar la referencia a transacciones financieras y otros datos similares.
  • Archivo Nacional: porque se requerirá también un mecanismo estándar para referenciar documentos tanto de interés actual como histórico.
  • Etcétera.

Creo que la coordinación de un esfuerzo de este tipo podría recaer sobre la Conatic, instancia creada por decreto 31681-MICIT-P, participando desde luego también al sector privado. Para concluir, es oportuno reiterar la importancia de que en esta labor se tenga permanentemente en cuenta la necesidad de proteger la información personal sensible de los ciudadanos para no sacrificar nuestro derecho a la privacidad en aras de la eficiencia tecnológica.

Nota posterior: Sobre este artículo hay un interesante comentario por Marcelo Magallón en su blog personal.