En
La Nación de ayer aparece un excelente artículo títulado "
Amenaza antiintelectual americana", de Jeffrey D. Sachs, profesor de Economía y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia. Allí, Sachs se queja de la actitud de un sector del electorado estadounidense, cuya simpatía hacia la candidata republicana a la Vicepresidencia, Sarah Palin, pareciera estar fundado esencialmente en lo que Sachs llama el "antiintelectualismo", que es
"una perspectiva agresivamente anticientífica, respaldada por el desdén a quienes se atienen a la ciencia y sus pruebas".
En este artículo existen algunas felices coincidencias con "La importancia de un debate", mi artículo del 27/9/2008 anterior, también en La Nación, acerca de la polémica suscitada en torno al tema de la evolución por selección natural. Veamos:
En mi artículo, dije que uno de los verdaderos grandes problemas que enfrentan nuestro país y el mundo es el del cambio climático, agregando que problemas como ese
"… pueden y deben ser enfrentados inteligentemente, mediante soluciones que dependerán en gran medida de los avances científicos y tecnológicos".
Sachs, por su parte, señala:
"El cambio climático, por ejemplo, plantea amenazas terribles al planeta que se deben evaluar conforme a las normas científicas actuales y la capacidad en desarrollo de la ciencia del clima".
Luego dije:
"La solución de los grandes problemas nacionales y mundiales exige, primero, que haya personas que tengan la formación y el talento para investigar y proponer soluciones. Segundo, que haya líderes que tengan la capacidad de entender esas soluciones y dotarlas de voluntad política..."
Y Sachs opina:
"Necesitamos a políticos con conocimientos científicos y adeptos al pensamiento crítico basado en las pruebas para que plasmen esos hallazgos y recomendaciones en políticas y acuerdos internacionales."
Mi artículo dice, acerca del debate en torno a la evolución darwiniana:
"Algunas de las posiciones expuestas ponen de relieve sensibles deficiencias en el dominio de principios científicos básicos en sectores de la población. Dominar al menos los rudimentos de la evolución (o de la relatividad, o del arte, o de la filosofía, etc.) no es de la provincia exclusiva de los especialistas, sino que forma parte de una cultura general básica que se aprende en la secundaria."
Sachs, por su parte, comenta:
"[Los planteamientos anticientíficos reflejan] el hecho de que un porcentaje importante de la sociedad americana, que actualmente vota principalmente a los republicanos, rechaza o simplemente desconoce pruebas científicas básicas relativas al cambio climático, la evolución biológica, la salud humana y otras esferas. (...) [Algunos] de esos negacionistas son simplemente ignorantes en materia de ciencia, víctimas de la deficiente calidad de la enseñanza de la ciencia en los Estados Unidos."
Mi artículo concluye diciendo:
"... detrás de una disputa como la que se ha venido dando en este diario, se revela la necesidad de reforzar los programas educativos, así como de brindar al crecimiento científico y técnico la relevancia que merece.
Prestar atención a la educación en general y a la educación científica en particular, tanto de niños y jóvenes como de la colectividad, es crítico para el futuro del país y de la humanidad."
Y el artículo de Sachs concluye señalando:
"Los procesos científicos mundiales, como el IPCC, son decisivos porque representan nuestra mayor esperanza de creación de un consenso basado en las pruebas científicas.
Los EE.UU. deben regresar al consenso mundial basado en la ciencia compartida y no en el antiintelectualismo. Ese es el imperativo urgente en el corazón de la sociedad americana actual."
Puesto que sería sin duda demasiado pretencioso esperar que un modesto criterio como el mío tenga gran resonancia, no me queda más que concluir pidiendo a todos que no presten demasiado atención a mi artículo. Pero, por favor, háganle caso a Jeffrey Sachs.