15 de octubre de 2010

Rescate de los mineros en Chile: ¿ciencia o milagro?

Las personas que quieran creer que en el rescate de los mineros de Chile intervino alguna fuerza sobrenatural, o que la oración jugó algún papel en este drama -quizás dando esperanza y fortaleza a rescatistas y rescatados- están en su derecho y nada tengo que decir al respecto. Pero cuando el fanatismo y la irracionalidad llegan a un extremo como éste, la verdad es que cuesta mucho contener la rabia.

En La Prensa Libre de hoy, la señora(ita) María Elena Jiménez Vega escribe un artículo llamado "El milagro y la cortina de humo". En este comentario leemos lo siguiente (las mayúsculas son literales):
"Hoy destaco el hecho de que la hazaña no es de Sebastián Piñera, ni de los especialistas que trabajaron en la operación. El milagro del rescate es de un ser supremo llamado JESÚS quien quiso mostrarle al mundo, a los millones de televidentes que presenciaron la gesta, que ÉL está vivo, que es un DIOS de milagros y de misericordia y que la Gloria del éxito de la misión es únicamente de ÉL."
No sé qué piensan ustedes, pero para mi esta es ni más ni menos que una bofetada a la cara de la enorme cantidad de personas -desde el Presidente de Chile hasta el último de los heroicos rescatistas- que pusieron sangre y sudor por devolver a la superficie a los mineros atrapados.

Ya lo dije antes, pero valga repetirlo: el exitosísimo rescate fue una proeza de la voluntad humana; un despliegue de nobleza y técnica. Me disculpa doña María Elena, pero yo en la televisión nunca vi a Jesús cavando para sacar a los hombres de las entrañas de la tierra. Lo único que vi fue la entrega de personas de carne y hueso, trabajando con lo mejor que la ciencia y la tecnología podían ofrecer, para alcanzar la meta anhelada. Y todo ello con el respaldo incondicional de los familiares de las víctimas, del pueblo chileno y de todas las personas de buena voluntad del mundo entero, tanto creyentes (de todos los signos) y no creyentes también.

Ojalá fuera cierto que para salvar a estos trabajadores no se necesitara de nada más que de Jesús (pues dice doña María Elena al inicio de su artículo que "todo lo que pidan al orar con fe lo recibirán"). Se hubiera economizado mucho tiempo, dinero y, sobre todo, sufrimiento. Presumiblemente, los mineros habrían sido milagrosamente elevados a la superficie, a través de 700 metros de roca. Eso sí que hubiera sido impresionante.

Pero, tristemente, tenemos evidencia cierta e incontrovertible de que rezar 24/7, por más fervor que se ponga en ello, dista mucho de garantizar ninguna clase de resultados. Después de todo, en innumerables tragedias mineras anteriores, decenas de humildes trabajadores perdieron la vida (algunos de los cuales incluso nunca fue posible localizarlos), a pesar de un mar de oraciones llenas de fe de familiares, compañeros de labores y personas de buena voluntad.

Así es que, como dije, quien quiera atribuir alguna cuota del éxito en Chile a sus rezos, está en su legítimo derecho. Pero no insultemos a todas esas personas que dieron lo mejor de sí por salvar a sus congéneres, diciéndoles que el éxito y la gloria no les pertenece también.
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Notas posteriores:
  • El título de la noticia, en La Nación de hoy, lo dice todo: "No hubo milagro en Ecuador: mineros encontrados muertos". Cuatro trabajadores fallecieron. Pareciera que ese día Jesús andaba ocupado en otras labores. (21/10/10).
  • Y ni qué decir de la nota de hoy: "Agonía marcó a parientes de mineros ecuatorianos". Dice la noticia: "Padres, madres y esposas de los mineros ecuatorianos Ángel Vera y Pedro Mendoza sufrieron seis días de agonía y de dormir en improvisados dormitorios para ser informados, el miércoles, de que sus familiares habían muerto producto de un derrumbe a 150 metros de profundidad. (...) Con sus manos juntas y mirando al cielo, la madre de Vera preguntaba una y otra vez '¿Por qué, por qué?'". Pregúntenle a doña María Elena Jiménez. (22/10/10).

1 comentario:

Albertvs dijo...

Estimado Sr. Hess.

Excelente comentario. Es increíble el grado de fanatismo de la Sra. Jiménez Vega.

Tristemente con el fanático religioso no se puede razonar, y aunque no haya habido milagro para los mineros ecuatorianos, ellos no dudarán en llevar agua a sus molinos con el famoso "Dios sabe porqué haces las cosas...".