Mi esposa, Ana Lorena Brenes, aguarda desde hace cinco meses que la Asamblea Legislativa decida si ratifica o no su designación en el cargo de Procuradora General, para el cual la reeligió la señora Presidenta de la República. Aunque hubiera preferido no referirme al tema, algunas recientes declaraciones por la prensa finalmente han derramado el vaso y me mueven a redactar estas pocas líneas, cuyo contenido espero que pueda ser juzgado de modo objetivo y no a través de la lente de mi obvia parcialidad.
Una cosa está clara: Ana Lorena está hoy atrapada en el medio de un fuego cruzado de carácter político. Aunque algunos legisladores ha intentado ofrecer algunos argumentos para oponerse a su ratificación, la pura y simple verdad es que se trata apenas de excusas para intentar dar un barniz de fundamento a lo que no es más que un pulso político que quieren ganar a toda costa, aunque ello implique llevarse por delante la trayectoria y el buen nombre de una persona.
Ni un solo razonamiento serio y fundamentado ha sido ofrecido para descalificarla. Paradójicamente, un partido la tilda de ser demasiado rigurosa en la protección de los recursos naturales, mientras que otro dice que es demasiado débil en esa materia. Se ha dicho también que en los pronunciamientos de la Procuradora no se evidencia suficiente independencia de criterio. Lamentablemente, quienes así hablan omiten precisar a cuáles pronunciamientos se refieren, ni explican en qué están equivocados, para que así al menos existiera una oportunidad de defensa.
Yo me pregunto: ¿exactamente cuánta independencia tendría que exhibir un Procurador o Procuradora para que podamos darnos por satisfechos al respecto? ¿Cómo se mide eso? ¿Será que la única manera de probar la independencia de criterio es diciendo "no" a todo lo que interese al Gobierno de la República?
Ana Lorena se ha desempeñado como Procuradora bajo tres Administraciones distintas y a todas ha brindado su máxima colaboración. Pero cuando ha debido decir que "no", no le ha temblado el pulso para hacerlo. Me consta personalmente que esto le ha acarreado más de un disgusto con funcionarios del más alto nivel. Incluso a doña Laura Chinchilla, siendo Vicepresidenta y Ministra de Justicia, debió en alguna ocasión aconsejarla en contra de alguna de sus iniciativas. Si la hoy Presidenta de la República optó por pedirle que se mantuviera en el cargo de Procuradora General, lo fue precisamente porque doña Laura sabe que la labor de un buen abogado, uno que ejerza su ministerio con verdadera ética profesional, a veces incluye decirle que no a su cliente. La Presidenta necesita y quiere asesoría competente, no sumisa complacencia.
Quizás se olvida que, al emitir sus pronunciamientos, la Procuraduría General de la República no se guía por el antojo, sino por la letra de la ley. Si uno o algunos de esos dictámenes no complacen a las señoras o señores diputados, deben comenzar por recordar que la causa de ello son las leyes que ellos mismos han dictado y que la Procuraduría simplemente interpreta y aplica.
Ana Lorena Brenes ha desarrollado una trayectoria de casi tres décadas al servicio de la función pública. Lo ha hecho con integridad y poniendo en ello su mejor esfuerzo. Ahora, todo ello pende de un hilo tan solo porque algunos partidos políticos quieren “golpear al Gobierno”. No ven que están jugando con la honra ajena. No ven que están jugando con una persona de carne y hueso; con su carrera profesional y su buen nombre. ¿Es ese el concepto de probidad, de ética, en el ejercicio de la labor parlamentaria?
De nuestras diputadas y diputados esperamos que realicen su labor teniendo por encima de todo lo que sea más justo y conveniente para los intereses nacionales. Confío en que tengan el discernimiento necesario para saber que, para lograr eso, a veces es necesario dejar a un lado las complejidades y cálculos de lo político, para simplemente hacer lo correcto.
Ver también:
- "La ratificación de la Procuradora", editorial de La Nación del 24/9/2010.
- "Infantilismo legislativo", por Armando González, el 3/10/2010.
- "Intolerancia ideológica", por Rubén Hernández, el mismo 3/10/2010.
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