8 de octubre de 2011

De cómo el Oráculo de Delfos nunca se equivocaba

Tengo que verificar fechas y hechos, pero cuando recientemente visitamos Delfos, la guía nos hizo una explicación muy divertida acerca de cómo -durante sus 1200 años de existencia a partir del 776 a.e.c.- el Oráculo nunca se equivocó en las respuestas que daba a sus visitantes.

Primero que nada, está claro que las muchas desgraciadas niñas que ejercieron el oficio de Pitonisas, poco o nada tenían que ver con los oráculos. Ellas solo eran la parte "show business" místico del asunto, pues lo que hacían era ni más ni menos que drogarse cada vez que hiciera falta, mascando laurel e inhalando unas emanaciones que provenían del subsuelo bajo el Templo de Apolo. La mayoría -a quienes los sacerdotes elegían en la infancia, asegurando a sus padres que Apolo las había escogido especialmente- morían antes de cumplir los 20 años. Los verdaderos "show men" eran los sacerdotes del Templo, quienes hacían la pantomima de consultar a la Pitonisa y luego daban al consultante la respuesta que a ellos mejor les pareciera o conviniera. Así fue como, durante siglos, dominaron el mundo helénico, determinando desde cuándo debía alguien casarse hasta si había guerra o paz entre los pueblos.

Pues bien, aquí viene la parte divertida: si, por ejemplo, una pareja que esperaba un bebé llegaba a consultar si tendrían niño o niña, le daban cualquiera de las dos respuestas. Después, en una especie de libro de actas, anotaban la respuesta contraria. Si no volvían a saber más de los interesados, miel sobre hojuelas. Pero si alguien llegaba a reclamar que el pronóstico había sido equivocado, simplemente le mostraban el libro y con toda calma le aseguraban que era él o ella quien había escuchado mal la primera vez.

Otro ejemplo: si alguien iba a la guerra y llegaba a consultar si volvería o no con vida, la respuesta era: "Morirás no vivirás". Después, en caso de reclamo, tranquilamente explicaban que había que poner una coma, según fuera el caso, antes o después del "no".

Ya lo ven, así eran esos sacerdotes de esos tiempos. Los de ahora, por supuesto, nunca mienten o acomodan los hechos a su conveniencia. ;-)

1 comentario:

Hugo Escalante dijo...

Genial. Definitivamente, la historia está plagada de monerías. Todo esto como parte de la glamorosa ingeniería social de la que muchos se aprovechan y explotan las debilidades de pensamiento de otros.