19 de octubre de 2009

Y dale con el "diseño inteligente"...

Hoy recibí un documento que contiene los mismos cansados argumentos de los proponentes del "diseño inteligente" en contra de la teoría de la evolución por selección natural. Que "es solo una hipótesis", que "no es una teoría científica porque no se puede probar", etc., etc.

Esta fue mi respuesta:
"Estimado don [nombre omitido]:

Al igual que usted, yo también he sido incluido en este intercambio sin haberlo solicitado, pero, a diferencia suya, me confieso menos optimista de que pueda dar paso a alguna clase de diálogo fecundo. Por ende, responderé solamente una vez a los argumentos planteados. No tengo ni el tiempo ni la disposición para entrar en un interminable toma y daca sobre el tema, recomendando a quien desee profundizar en las ideas que siguen que se refiera a la abundante literatura científica existente.

Comienzo, pues, con unas reflexiones puntuales de carácter introductorio:
  • En ciencia existen hechos, hipótesis, teorías y leyes.
  • Una teoría, pues, no es lo mismo que una hipótesis. Esta última representa un estadio inferior del conocimiento científico y surge cuando se ofrece una explicación puramente tentativa para ciertos hechos observados. Su propósito es servir como orientador para la búsqueda de más y mejores datos, por medio de la observación y la experimentación, que -una vez obtenidos- servirán para confirmar o descartar la hipótesis propuesta y sugerir futuras avenidas de investigación.
  • Cuando se logra determinar que una hipótesis explica exitosamente todos los hechos observados sin excepción, al punto de que es incluso capaz de predecir correctamente los resultados de observaciones futuras y, además, logra resistir los más ingentes esfuerzos por encontrar errores o debilidades fácticas o lógicas en su formulación (a lo cual se llama "falsificación"), puede ascender a la categoría de teoría.
  • Así pues, cuando se habla de una teoría científica (como, por ejemplo, la teoría de la relatividad general o especial), se quiere decir que estamos ante lo que la comunidad científica considera como la mejor explicación disponible hasta el momento para determinados hechos observados en el mundo natural.
  • No obstante, ninguna teoría científica tiene el carácter de verdad incontrovertible o inmodificable. Bastaría con que se logre observar un hecho que contradiga la teoría para que ésta deba ser revisada o incluso descartada, en búsqueda de otra que explique mejor tanto los hechos previamente observados como los nuevos y que resista al proceso de falsificación. En esto no hay espacio de negociación: la vieja teoría será desechada, sin importar qué tan antigua o apreciada sea, ni quién la propuso originalmente.
Dicho lo anterior, se puede afirmar lo siguiente:
  • "Evolución" y "teoría de la evolución" no son lo mismo. Veamos:
  • La evolución es una realidad fáctica, no una hipótesis ni una teoría. Esto es así, porque "evolución" es simplemente el nombre colectivo que se da a un conjunto de hechos observables, relativos a la manera en la que nuevas especies vivas se originan a partir de otras preexistentes. Ese proceso se puede constatar tanto en formas de vida prehistórica (por ejemplo, examinando el registro fósil) como en las especies contemporáneas (por ejemplo, analizando el modo en que las bacterias desarrollan resistencia a los antibióticos).
  • Por otra parte, la "teoría de la evolución por medio de la selección natural" -como lo indica su nombre- es una teoría, en el sentido ya descrito. Es decir, se trata de la mejor explicación de que se dispone hasta ahora para ese hecho observable que es la evolución. Dicha teoría se corresponde plenamente con los datos y ha sido capaz de predecir exitosamente observaciones realizadas después de su formulación. Además, ha superado todo intento de someterla a prueba. Por eso posee la autoridad científica que tiene.
  • La teoría de la evolución por medio de la selección natural (en lo sucesivo, "teoría de la evolución") postula la existencia de un mecanismo -la selección natural- que nos permite entender la diversidad actual de la vida, por medio de la transmisión hereditaria de ciertos cambios que permiten a una determinada forma de vida adaptarse mejor y sobrevivir en el medio en que vive; cambios que se acumulan lentamente en el tiempo dando origen a nuevas especies. Es el resultado de un proceso de investigación y razonamiento científico que alcanzó su madurez expresiva en los trabajos de Alfred Russel Wallace y, sobre todo, de Charles Darwin; proceso que ha sido continuado por múltiples científicos hasta el día de hoy.
  • Al igual que cualquier otra, la teoría de la evolución no se puede considerar una verdad irrebatible o inimpugnable. La observación de hechos que la contradigan, o el surgimiento de otra teoría superior, provocaría que la primera sea irremediablemente revisada o descartada. Hasta ahora, sin embargo, no ha sucedido tal cosa.
  • Ninguna de las modalidades de creacionismo (incluyendo al llamado "diseño inteligente") ha sido capaz de erigirse en alternativa -científica, al menos- a la teoría de la evolución. Esto es así simplemente porque carecen de los atributos requeridos para alcanzar el rango de teoría científica. En efecto, no han sido capaces de probar la existencia de un mecanismo sustitutivo de la selección natural que explique de mejor manera la diversidad de la vida y que sea susceptible de ser sometido a prueba. En particular, los proponentes del "diseño inteligente" solamente se han concentrado en buscar -sin éxito hasta ahora- hechos que contradigan a la teoría de la evolución, recurriendo a veces a argumentos (como el de la supuesta "complejidad irreducible" del ojo) que incluso el propio Darwin previó y respondió. Desde luego, aun cuando los encontraran, eso solamente haría que aquélla deba ser revisada o descartada; de ninguna manera implicaría que su "explicación alterna" sea automáticamente correcta o verdadera: para eso haría falta recabar y presentar pruebas convincentes. Su incapacidad para hacerlo es la causa principal de que el diseño inteligente no sea tomado con seriedad por la comunidad científica internacional.
  • La teoría de la evolución no explica -y nunca ha pretendido explicar- el origen de la vida. Solo persigue esclarecer la diversidad de formas vivientes, a partir de otras anteriores. El tema del origen de la vida (que, repito, es diferente al de la evolución) es una interrogante abierta, como cualquier científico honesto admitirá sin reservas. No podemos saber si esta interrogante será contestada algún día; por desgracia, después de tanto tiempo se dispone de muy poca evidencia observable que permita someter a prueba las hipótesis formuladas al respecto. Sin embargo, esto solamente implica que nuestro conocimiento actual es insuficiente; no que la respuesta correcta al dilema sea ajena a la ciencia. En efecto, no hay motivo para asumir que, si algún día se descubre la explicación del enigma del origen de la vida, ésta no deba ser otra cosa más que una explicación completamente natural.
Cordiales saludos,

Christian Hess Araya"

Nota posterior:

No hay comentarios: